De mesetas y rebrotes
Hay una realidad que hasta ahora es incontrastable, mal que les pese a los integrantes de la coalición anticuarentena. Es que a cada apertura de actividades que se ha realizado, cuando el triunfalismo proclama que se llegó a la meseta de casos, le sigue un rebrote del COVID-19 todavía más duro que el anterior. Más allá de los deseos del amontonamiento de terraplanistas, patriarcales, homofóbicos, que suelen congregarse a vociferar consignas que mezclan a la vacuna soviética que nos va a cambiar el ADN con la conjura kirchnerista para reformar la justicia y consagrar la impunidad de Cristina, lo cierto es que el horizonte no muestra señales que permitan bajar la guardia y relajarse. El fin de la pandemia todavía parece muy lejano. Laro que para LA NACIÓN la crisis que desató el coronavirus solo es problema cuando afecta los intereses que históricamente ha defendido el pasquín de los Mitre-Saguier. Que con una insistencia digna de mejores causas insisten en su cantinela. Alberto es un títere de Cristina. La cuarentena mata la economía. La reforma judicial es una máscara para garantizar la impunidad kirchnerista. Desde el triunfo de los Fernández en las PASO de agosto de 2019, la Tribuna de Doctrina se ha dedicado a implantar en sus lectores esas ideas. Por eso el (tragi)cómico Carlos M. Reymundo Roberts titula el 29/08/2020: Triste balada para un brote de neurosis. Pero no se refiere a la reaparición mediática de la profetisa Elisa. Es una reiteración tras otra, la que ofrecen sus columnas. Para él, “Se está dando una dinámica interesante: Cristina es cada vez más Cristina, y Alberto cada vez hace más cosas para parecerse a ella o para que a ella le gusten”. Los invito a revisar las columnas de Carlos M. y a contar cuántas veces dice lo mismo, incluso con pocas variantes en su escritura. Al final va a terminar convenciéndose a sí mismo de que lo que escribe es cierto, y entonces el brote de neurosis lo acechará impiadoso. Porque si Cristina y Alberto van de la mano por el mismo camino, las ilusiones de ver estallar el consenso que llevó a la victoria del Frente de Todos se esfuman como lo que son: burbujas de historietas mal escritas y sin siquiera un dibujante que las aligere. En la misma sintonía pero sin pretender que tiene humor anda Héctor M. Guyot, que el 29/08/2020 advierte que los del Frente de Todos “Actúan como reyes, pero reina hay una sola”. A ellos les gustaría que hubiera una reina. Y si fuera la de Inglaterra, mejor. Pero como eso no sucede, se conforman con lo que tienen a mano. El odio por el kirchnerismo. Que es el culpable de todos los males y que, a diferencia del resto, no descansa ni siquiera en la pandemia. Guyot dice “El kirchnerismo no duerme y hay avances en todos los frentes, que van de la Procuración General de la Nación a la Corte Suprema, pasando por los juzgados que quieren hacer su trabajo. Se gobierna para una persona y de espaldas a las penurias de la gente en cuarentena”. Por supuesto que no dice cuáles son los avances a los que se refiere, de manera que uno debe tratar de imaginar qué desvelos lo aquejan. La Procuración General de la Nación está vacante desde que Macri y su pandilla lograron la renuncia de Alejandra Gils Carbó. Eduardo Casal no es el titular de ese cargo, lo ocupa interinamente. Al macrismo le fue muy útil, y sigue siéndolo hoy. De modo que las presuntas preocupaciones por la institucionalidad de la que tanto hacen gala -en sintonía con el columnista- se acaban en cuanto desde el gobierno proponen a Daniel Rafecas para el cargo. No se sabe qué defectos le encontraron al actual Juez Federal, al que hace un año consideraban un buen candidato para ser Juez de la Cámara de Casación Penal de la Capital Federal. Eso sí, se preocupan por poner en su boca palabras que no ha pronunciado, según las cuales estaría a punto de resignar su postulación. Deseos ocultos de Guyot y sus lectores, probablemente. Y ahora sigue el tema recurrente de LA NACIÓN: el vínculo entre Alberto y Cristina. “El Presidente comparte con la vice el arte de la simulación y es difícil concederle una identidad reconocible que permita confiar en que mantendrá por la tarde lo que dice por la mañana”. Por supuesto que la identidad de Alberto se desdibujó cuando, como había prometido, envió el proyecto de reforma del Poder Judicial al Parlamento; o cuando cerró la renegociación de la deuda externa con el 99% de los acreedores extranjeros. Cómo se le ocurre cumplir con las promesas de campaña. Seguro que es culpa de la maligna influencia de la Vice, que es para los escribas del mitrismo como la reina mala de un cuento de Disney. Muy pero muy mala. Joaquín Morales Solá tiene otras cuestiones que tratar, y el 29/08/2020 se queja de “Un golpe de Estado innecesario”. Debemos entender que se refiere a los delirios psicóticos de un ex senador que tuvo a su cargo el Poder Ejecutivo hace unos años, y que ahora deambula por programas farandulescos lanzando oscuras profecías. Así que Morales Solá está más cerca de creer que si hubo un golpe lo dio Cristina, con la dirección que imprime a las acciones del gobierno. Ojo, el columnista va descubriendo que tanto esfuerzo por hacer pelear al Presidente con su Vice no rinde frutos, porque “Las apariencias de Alberto Fernández, al menos, lo muestran muy cómodo con la posición en la que está; parece, más bien, que prefiere quedarse con el estilo y los métodos del cristinismo. La única diferencia consiste en que todos saben hacia dónde va Cristina. Alberto, en cambio, es más imprevisible”. Sería más previsible si rompiera el Frente que lo llevó a la presidencia y siguiera el programa del pasquín sesquicentenario. Pero no lo hace, y entonces prefiere quedar bien con la reina mala. Por eso “El proyecto de reforma judicial está hecho para lograr la impunidad de Cristina Kirchner”. En dónde radica el peligro de impunidad, imposible saberlo. Ni siquiera el pseudo constitucionalista Sabsay pudo encontrar una cláusula en ese sentido, sin perjuicio de lo cual tanto él como los escribas mitristas siguen sosteniendo su postura, aunque no tengan nada en qué sustentarla. Morales Solá actúa tal vez imbuido del espíritu que guía las profecías de Duhalde (el malo, le decían los organismos de Derechos Humanos, para diferenciarlo del gran Eduardo Luis que condujo la construcción de políticas públicas en la materia durante la década ganada). Y entonces mira su bola de cristal y predice que “la Corte Suprema podría tratar en la semana que se inicia los casos de los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que pidieron un per saltum para frenar sus desplazamientos. Ellos juzgaron y condenaron a la vicepresidenta”. Visión mentirosa en sus argumentos. Bruglia y Bertuzzi dejaron de ser jueces de los que dictan sentencia (que era la tarea para la que fueron seleccionados) para dedicarse a convalidar los atropellos de Bonadío y compañía desde la Cámara Federal, que no juzga ni condena sino que debe revisar lo actuado por los Juzgados de primera instancia. Labor que no es aquella que debían realizar las dos B. Claro que, como la Corte suele cumplir lo que LA NACIÓN indica en sus columnas, uno debe estar precavido. Desde que la mayoría automática del menemismo utilizó esos mecanismos, no importa que no estén previstos en la legislación que regula el accionar de la Corte. Son capaces de usarlos. Nadie les revisa sus fallos, y por las dudas se preocuparon de avisar que no van a respetar las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuando no les gusten. Lejos de un fino análisis de la realidad, Fernando Laborda estudia el 30/08/2020 “Los cambios para frenar la caída de Alberto Fernández”. Caída que, vale aclarar, se da en las encuestas que los medidores de opinión favoritos del mitrismo vienen anunciando desde hace varias semanas. Y que lleva a Laborda a hacerse preguntas sobre el futuro del gobierno. “El interrogante que cabe formularse ahora es si el Presidente, además de modificar el eje de un discurso que lo mantuvo capturado durante demasiado tiempo, será capaz de cambiar la agenda del país y exhibir un horizonte esperanzador. Más aún, si podrá hacerlo mientras continúe siendo percibido como un lazarillo de Cristina Kirchner “. Ahí llegó el tema recurrente. Alberto, la marioneta de Cristina. Que es también materia de opinión para Martín Rodríguez Yebra, que el 30/08/2020 dice que “Alberto Fernández busca un nuevo libreto, sin irritar a Cristina Kirchner”. Lo que hace suponer que el libreto actual lo escribió la Vicepresidenta. Qué inmenso poder el que le atribuyen sus enemigos, a Cristina Fernández de Kirchner. Pese a que le anunciaron el ocaso político tantas veces, y la creyeron derrotada sin remedio, Cristina sigue allí. Ejerciendo, para los seguidores de don Bartolo, un poder sombrío que no se expresa en sus palabras ni en sus hechos, sino que toma cuerpo en las acciones del Presidente. El mismo que por eso “En el altar de la unidad del Frente de Todos ya sacrificó buena parte de su atractivo como dirigente. Es decir, la capacidad de saltar la grieta y resultar atractivo para una buena porción de los votantes que rechazan a Cristina Kirchner”. Uno espera que a Alberto no se le ocurra nunca ser atractivo para LA NACIÓN, sus columnistas y sus fieles lectores. Que siga sin hacerles caso, por favor. Aunque para Rodríguez Yebra “La pandemia la dio la opción de diferenciarse. De construir un espacio de concordia con sectores de la oposición, encarnados principalmente en el jefe de gobierno porteño. Pasó. Tampoco se tentó con quienes le ofrecían armar el ‘albertismo’. En cada curva dobló hacia donde avanzaba su vicepresidenta. Difícilmente deje de hacerlo”. Ojalá se cumplan sus presagios. A la otra cómica del elenco,Graciela Guadalupe, parece que el 30/08/2020 “Se le escapó la tortuga”. Y carga sobre la Vice, o la reina maléfica. Que al fin de cuentas para los columnistas es la misma figura execrada, que “No se arrepintió ni se arrepiente, por ejemplo, de volver sobre la Justicia porque no es justa con ella; de apagar los micrófonos a opositores en el Congreso ni de ¡válganos Dios! haber elegido a Alberto. En el zoo de Cristina los quelonios no se escapan, se le subordinan”. Poco sutil manera de volver sobre un clásico del antiperonismo: tratar a sus adversarios como animales. El aluvión zoológico de Ernesto Sammartino, en palabras más actuales. Los peronistas hoy son el zoo de Cristina. Otro furioso antiperonista como Pablo Sirvén ofrece su particular versión de la historia, y el 30/08/2020 nos cuenta que el país anda “Golpe a golpe, verso a verso”. La vena poética se le termina ahí, y que Machado lo perdone. Yo le hubiera recomendado otros versos del gran Antonio, más apropiados para lo que hacen los escribas de la Tribuna de Doctrina: “Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa“. Porque para el servicial Sirvén “golpe y peronismo tienen una asociación indisoluble en su origen. Ese movimiento político nació en el seno de la dictadura militar de 1943 y ungió a su líder castrense más carismático -Juan Domingo Perón- para, urnas mediante, convertirlo en el experimento más exitoso y persistente de la democracia argentina de los últimos 75 años”. El golpe del 4 de junio de 1943 tuvo como finalidad terminar con el oprobio del fraude patriótico, institucionalizado por los protagonistas de la década infame. Fue un gobierno militar, sí, con distintas fracciones en su seno. Incluso una que intentó encarcelar al Coronel del pueblo. Pero a Sirvén se le escapa una verdad, aunque dicha oprobiosamente. El peronismo solo llegó al poder, en todos sus gobiernos, por medio de las urnas. Por el voto popular. Por la voluntad de ese pueblo que para LA NACIÓN es una imaginación que se creyó ser cierta, que dice tener derechos y quiere que se los respeten. Sin embargo, hay una esperanza oculta en tanta mentira desparramada en los últimos tiempos. Por eso se pregunta “¿Hay algo que el ‘loco’ Duhalde presiente, o sabe, que pueda llegar a ocurrir muy pronto?”. El peronismo, cuando no pudo terminar sus mandatos, fue por los golpes militares que instalaron dictaduras cada vez más sangrientas. Las mismas que apoyó sin ningún disimulo LA NACIÓN. Vayamos terminando. Y descubriremos con Carlos Pagni, el 31/08/2020, “El extraño laberinto de Alberto Fernández”. Un laberinto habitado por una figura monstruosa, que no es la del minotauro mítico sino la de su Vicepresidenta. Obsesión omnipresente en las columnas del matutino. Pagni ve a un Alberto maniatado en las profundidades de su laberinto, sin una Ariadna que le ofrezca el hilo salvador que lo saque de las tinieblas. “Fernández no se puede mover de los conflictos de Cristina. Porque la identidad del kirchnerismo está dada más por sus conflictos que por sus ideas. Pasa algo que pasó siempre en el peronismo: política solo hace el líder. Política solo hacía Perón. Fernández tiene una falta de derecho a hacer política”. Cuestión que no es nueva en las páginas de LA NACIÓN. En los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, cuando Alberto era su Jefe de Gabinete, Mariano Grondona definía la política del kirchnerismo como agonal, o sea una lucha constante por obtener el poder y lograr reproducirlo. En la misma senda, Pagni sostiene que “Lo que hay es la necesidad de un conflicto al que lo está llevando la dinámica política del Frente de Todos que sigue siendo conducido, con una claridad indiscutible, por Cristina Kirchner”. Frase que no es del todo inexacta, pero que oculta que, en definitiva, toda política que busca un cambio profundo en las estructuras del poder se expresa a través del conflicto entre lo nuevo que quiere surgir y lo viejo que se niega a morir. También la pandemia y las medidas que se toman para combatirla expresan ese conflicto. Entre quienes creen en la meseta y no se preocupan del rebrote. Entre quienes prefieren proteger la vida y aquellos a los que la muerte de los otros no les importa.