El gran tema del momento es el corona virus, o más técnicamente, el virus denominado COVID 19, que ha desatado una pandemia que aterroriza al mundo. Ni siquiera la tribuna de doctrina puede escapar a la cuestión. Pero así y todo, se las ingenia para filtrar algunos de sus tips preferidos en las editoriales de sus columnistas.

Veamos. Una reciente incorporación, Tato Young, nos alerta acerca de La anomia boba de unos cuantos. Hasta ahí, nada que objetar. Salvo que en su texto nos recuerda que esto es Argentina y desconfiamos del poder. La anomia boba, decía Nino, era sobre todo del poder. ¿Y si Alberto y Ginés hacen las cosas mal? ¿Y si no ven que esto es una catástrofe peor que la pintan? ¿Y si exageran? ¿Por qué confiar en hombres de traje que suelen defraudarnos? Por las dudas, sembremos la desconfianza…

Carlos M. Reymundo Roberts, que es Prosecretario General de Redacción de LA NACION, nos avisa que Fernándezsalió al rescate de Alberto Fernández, que venía mostrándose algo despistado y, dicho esto con todo respeto, chambón, y nos aclara que el Presidente Pasó así de la cháchara y el derrape, tan intrínsecamente peronista, tan kirchnerista, a una estrategia casi de shock, alineada con lo que están haciendo los países más afectados por la pandemia.

Carlos Pagni dice que La pandemia sacó al gobierno de la quietud. El reconocimiento que hace a la administración que comanda Alberto Fernández, sin embargo, parte de una fuerte crítica: Un equipo que comenzaba a preocupar por su desorden y falta de operatividad mejoró desde hace una semana su coordinación y velocidad para tomar decisiones. Y aprovecha para atender a Sergio Massa, por su decisión de otorgar $ 100.000 a cada diputado para que se apliquen a medidas contra la crisis. Según Pagni, Más allá de la sustancia de la decisión, que la oposición aplaudió, nadie sabe si era necesaria esa resolución o si sólo fue emitida para que los legisladores tengan la oportunidad de, violando las restricciones profilácticas, besar el anillo de Massa. Todo psicodélico. Sigamos sospechando.

Joaquín Morales Solá, pese a las reuniones celebradas por Fernández y su equipo con gobernadores y referentes no sólo del Frente de Todos sino también de la oposición, pontifica que El Presidente debería hacer un gesto de acercamiento con los principales líderes de la oposición o con los jefes de los bloques parlamentarios de los que no piensan como él. Opinión que soslaya que eso es lo que se está haciendo, y que Morales Solá refuerza advirtiéndonos que La ausencia del Parlamento deja al Presidente solo. Esa soledad no es buena en la mala hora. 

Jorge Fernández Díaz sigue destilando su veneno antiperonista. Para él, Nos gobierna una familia ensamblada y autosuficiente, que integran dos especies reconocidas: una de ellas pactó ciertas leyes fundamentales y una razonable convivencia con Cambiemos; la otra se cerró en su “resistencia”, le negó todo su apoyo al gobierno constitucional, trató de boicotearlo y buscó su destitución. La alianza que constituyó el Frente de Todos arroja como resultado un equipo de pobreza franciscana, un programa contractivo, una negociación zigzagueante y un horizonte brumoso que deja perplejos a propios y extraños. Por si no nos quedaba claro, remata: el virus más destructivo que asuela a la patria, el que hace imposible una cierta continuidad pactada y una mera coexistencia. El virus del feudalismo progre: un modelo autocrático a lo Gildo Insfrán, pero fraseado literariamente por Horacio González. Ya saben, pueblo y antipueblo, quebrar el eje de las instituciones “liberales” y cargarse a los objetores: agonismo, feudo inexpugnable, poder eterno. Y la “revolución”, camaradas, no se suspende por mal tiempo, ni por epidemias. La estupidez insiste siempre. 

Ejemplos de que el diario de don Bartolo no abandona sus mañas ni en medio de la catástrofe que enfrenta la humanidad toda sobran. En medio de todo lo referido a la pandemia y las medidas que se toman para enfrentarla, Néstor Pedro Sagüés tiene tiempo de advertirnos que la iniciativa legislativa para lograr sancionar la ley de interrupción voluntaria del embarazo es Un proyecto basado en una premisa errónea; Andrés Oppenheimer carga contra El populismo irresponsable, en un artículo donde cual cambalache mezcla a Donald Trump con Daniel Ortega y a Jair Bolsonaro con Andrés Manuel López Obrador.

Una editorial aplaude que Uruguay le dice formalmente adiós a la Unasur, unión que -nos recuerda- nació en 2008, de la mano de un grupo de mandatarios afines a posiciones populistas, conformado entonces por Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales y José Mujica.Otra reconoce que estamos en una Economía de guerra y que con las medidas adoptadas por el gobierno en consenso con la oposición, En lo político se mostró que cuando la gravedad de la situación lo requiere, la unión de fuerzas antagónicas es posible. Igual, para que no olvidemos la tesis del doble comando, nos recuerda que Esto comprende también a las dos corrientes dentro del propio gobierno. No sea cosa que se nos pase que Cristina está agazapada esperando su momento.

En suma, si algo hay que reconocer a La Nación es su coherencia. Puede reconocer, aunque sea a regañadientes, que se están tomando las medidas adecuadas para enfrentar la crisis. Pero ojo, por si las moscas crea un manto de desconfianza. Porque recordemos, este es un gobierno populista y bifronte. Aunque lo que más brilla por su ausencia, en todo el festival de notas, columnas de opinión y editoriales sobre la pandemia, es la falta de reconocimiento de un par de cosas fundamentales. Que si estamos como estamos y todo nos cuesta más es porque venimos de cuatro años de un feroz neoliberalismo que destruyó a su paso todo lo que pudo. Y que si no hubiera un Estado presente y activo, todo sería mucho peor.

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