Invitado por Megafón, comienzo una columna semanal a la que decidí titular “Contra Mitre”. Paso a explicar, brevemente, el por qué de ese título y a qué pretendo referirme.

Contra Mitre” fue el último trabajo histórico publicado en vida por Eduardo Luis Duhalde, quien señalaba “Este trabajo intenta rescatar, entre silencios y opacidades el juicio adverso a la figura de Mitre y la oposición ardiente a su política de gran parte de la intelectualidad de su tiempoPara que la historia enseñe es necesario poner en cuestión lo sagrado, ensayar miradas distintas y diferentes perspectivas sobre las incertezas de los tiempos históricos”. Pretendo ser fiel a ese mandato.

El 4 de enero, La Nación cumplió 150 años. Fundada por Bartolomé Mitre, cuando se producían los últimos estertores de la guerra de la Triple Alianza, La Nación fue -y sigue siendo- la “Tribuna de doctrina” de la derecha argentina. Señalaba Arturo Jauretche que de esto sabía, y mucho-, que Mitre no sólo creó la historia oficial (que lo ubicó como héroe) sino que dejó un diario para que le cuidara las espaldas para la posteridad.Y explicó también que cuando había dudas sobre cómo proceder, bastaba mirar lo que decía “La Nación” y ubicarse en la vereda de enfrente.

La Nación cumple su destino contra el populismo, máximo culpable de las crisis argentinas. No escatima esfuerzos por contribuir al renacimiento de la hegemonía de las derechas conservadoras. Cientos de tapas denunciando al kirchnerismo, y otras muchas aplaudiendo a quienes se le oponían. 

Y ni bien se conoció la noticia de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, los escribas del mitrismo se lanzaron ferozmente a una nueva batalla. No pudieron impedir el triunfo del Frente de Todos, pero predican su fracaso, la división de la coalición, el enfrentamiento entre sus figuras, y todo tipo de catástrofes que se producirán con la vuelta del populismo. Como hicieron con Yrigoyen, Perón y el kirchnerismo.

Estas explicaciones previas -que no se reiterarán en las próximas columnas-, sirven para enmarcar el propósito de esta columna: analizar las opiniones de La Nación. En definitiva, ir contra Mitre.

Joaquín Morales Solá, quien fuera vocero de los militares genocidas del Operativo Independencia en Tucumán, es una de las principales plumas de La Nación. El 8 de marzo pasado titulaba su columna “Escandaloso regreso de lo que se había ido”, en referencia a la libertad de Julio De Vido y a una frase de Oscar Parrilli. Varios de los tópicos favoritos de La Nación, desde el triunfo del Frente de Todos en las primarias de agosto de 2019, se repiten en su diatriba: la presunta búsqueda de “impunidad” y la revancha contra los enemigos del kirchnerismo. Los esfuerzos actuales de La Nación se centran en que no haya vuelta atrás en los atropellos que llevó adelante una buena parte del Poder Judicial, que se rompa la coalición gobernante y que no se adopten medidas que terminen con los privilegios de las clases dominantes a las que el mitrismo representa desde siempre. Por las dudas, la columna del 10 de marzo de Morales Solá reitera posiciones: el aumento de las retenciones a las exportaciones de granos es “Una pelea inconveniente e inoportuna frente a la crisis”.

Carlos Pagni pone el foco en la anunciada reforma del Poder Judicial. Así, reconoció el 3 de marzo en su columna “Las dos encrucijadas de Alberto Fernández” que “los jueces de Comodoro Py empezaron a hacer un uso compulsivo, indiscriminado y violatorio de las prisiones preventivas cuando el diario LA NACION un domingo estuvo por publicar la foto de todos los jueces federales de Comodoro Py que eran responsables de la impunidad del kirchnerismo”. O sea, vaya preso para que los Mitre no me escrachen, sería el credo de los jueces. El 4 de marzo trató de explicar que no había dicho lo que dijo, en su nota “Cristina Kirchner y la falsa coartada del lawfare”. El 5 de marzo insiste: titula “La prisión preventiva usada mal termina beneficiando al corrupto” y el 9 de marzo se pregunta: “El Gobierno, sabe a dónde va?” y el 12 de marzo nos anoticia de “La pelea del Presidente consigo mismo”. Columnas que sostienen como verdades los deseos de la derecha. Detengámonos un poco. Esta técnica es usada hasta el hartazgo por los escribas de La Nación: sostener, sin brindar ninguna prueba que lo avale, como ocurridos hechos que solo se basan en sus propias palabras, a las que hay que creer porque las publica la tribuna de doctrina…

Claramente se advierten los intereses a que responde La Nación. Los mismos de siempre. Los que le hicieron apoyar cuanta dictadura se produjo en el país. Los que la llevaron a reclamar el fin del proceso de Memoria, Verdad y Justicia y la libertad de los genocidas. Los que la hermanan con Clarín en la apropiación de Papel Prensa. Los que la asocian con la Sociedad Rural en el evento de negocios agrícolas más importantes de América del Sur, Expo Agro. No está mal que los medios tengan opiniones propias. Lo que está mal es que en nombre de esas opiniones, se falsee la verdad y se engañe a la población. Mientras eso ocurra, será una tarea imprescindible tratar de poner las cosas en claro. En eso estamos…

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