Según los diccionarios, algo enrevesado es algo difícil de entender, intrincado, oscuro, o en un segundo significado, algo que tiene muchos entrecruzamientos. Los momentos que estamos viviendo, los hechos que se van sucediendo tienen mucho de enrevesados. Porque es difícil de entender el empecinamiento de muchos en oponerse a cualquier medida que se tome para tratar de frenar el crecimiento de contagios y muertes que se producen por causa de la expansión del COVID-19. ¿Qué sentido puede tener el no cumplir con los protocolos que imponen el distanciamiento social, o el uso de barbijos, celebrados como si se tratara de una lucha revolucionaria que pretende cambiar la realidad, cuando se trata de conductas que ponen en riesgo la salud y la vida, no solo de quienes las despliegan sino también del resto de la sociedad? ¿Cómo entender un comportamiento que se presenta como absolutamente irracional? Podríamos ofrecer muchos ejemplos que dan fe de lo enrevesado que está todo en esta bendita patria nuestra. Como que los que más demostraron despreciar la educación pública, desfinanciándola y proclamando las virtudes de la enseñanza privada, ahora se presenten como defensores de esa misma educación que intentaron destruir. Y que para hacerlo sostengan, contra toda evidencia, que en los establecimientos educativos se cumplen a rajatabla las medidas sanitarias, como ser el no ingreso en las burbujas que se formaron para separar los contingentes de niñxs y adolescentes de nadie que no sea docente o estudiante. Cosa que es incumplida por el propio alcalde de Buenos Aires, y su ministra de educación, que muestran alegremente cómo se meten en las burbujas, sin respetar distancia ni protocolo. Los mismos que adoptan estas actitudes enrevesadas, son los que se proclaman custodios de la república y sus instituciones, al tiempo que las degradan en cuanta ocasión se les presenta, como en la triste fantochada protagonizada por quien preside el principal partido de la oposición, dando rienda suelta a sus peores instintos en un presunto escrache a la residencia presidencial que lo único que demuestra es la infinita vocación por el ridículo que caracteriza a la saltimbanqui de la política. Que lo es tanto que el propio novelero en jefe de la Tribuna de Doctrina, Jorge Fernández Díaz, en su nota del 24/04/2021 la define como “Una mujer con una historia incómoda”, y luego de describir su periplo por distintas expresiones de la política vernácula, nos diga “Que esta misma persona sea hoy un referente político de las distintas tropas de seguridad, un paradigma del orden, una defensora de la institucionalidad, la reina de los ‘halcones’, la acompañante terapéutica de los banderazos, la ascendente figura de Cambiemos y, parafraseando a Cooke, el hecho maldito del país republicano, resulta toda una ironía del destino”. Lo que no le impide al escriba de marras terminar defendiendo a esa figura incómoda, porque “No existen, en la vereda de enfrente, posiciones equivalentes; solo voces que denuncian atropellos y que buscan, desde distintos partidos y desde la ciudadanía independiente, una democracia de alternancias, división de poderes y acuerdos verdaderos. Este artículo ha cedido a la tentación biográfica solo por afán narrativo, y al final para advertir a puristas y cándidos: la vida te da sorpresas y el kirchnerismo se regocija con tu infinita ingenuidad”. Lo que justifica los desmanes de la nueva estrella de la derecha reaccionaria, que ocupa de hecho la jefatura de una oposición que carece por completo de escrúpulos. Cosa que tampoco poseen los columnistas de LA NACIÓN, como Joaquín Morales Solá, que se espanta el 25/04/2021 porque cree que “A una comisión solo le falta la guillotina”. El vocero del Operativo Independencia siente temor porque “Las revoluciones son crueles. Y lo son más aún cuando se trata de revoluciones que solo existen en la fantasía, cuando son una creación imaginaria de los que se benefician de ellas. El ejemplo histórico más clásico es el que protagonizó Robespierre durante los años del Terror de la Revolución Francesa. Ejecutó en la guillotina a una cantidad enorme de supuestos enemigos de la revolución, incluidos viejos amigos y compañeros suyos”. No llega a aclararnos por qué caminos llega a comparar la Argentina actual con la Francia de 1789. Uno sabe que el proceso francés que conmovió la historia mundial se inició bajo los bellos auspicios de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Tal vez esas palabras sean para Morales una “creación imaginaria”, ya que ha dado sobradas muestras de que ni cree en ellas ni le conmueve en lo más mínimo la tragedia que tantas veces sacudió a los que sí las enarbolan como consignas que merecen ser cumplidas. Habría que recordarle que el terror se descargó, en los años ’70 y ’80, sobre aquellos que quisieron ver un mundo libre, igualitario y fraternal. Que eso ocurrió en nuestro país, y que lo desataron quienes comandaban las tropas genocidas que desarrollaban ese operativo del cual él era cronista, sin que se le conozca ni una sola mención de las crueldades perpetradas por Acdel Vila, Domingo Bussi y sus secuaces. Ahora sí, descubre que en esos días hubo un plan sistemático. Lo dice horrorizado porque en un dictamen de la comisión bicameral de control de los servicios de inteligencia se señaló que jueces, fiscales y periodistas fueron parte, durante los años del macrismo, de “un plan sistemático de espionaje político ilegal como método de dominación y extorsión, al mejor estilo de las prácticas mafiosas”, cosa que va quedando clara con cada nueva investigación que se efectúe sobre lo actuado por los soldados del lawfare. Igual, Morales no puede con su genio y nos aclara que “es increíble que el término ‘plan sistemático’ haya sido usado por dirigentes de la democracia argentina. Así se calificó el plan del último régimen militar para exterminar a la insurgencia armada”. Afirmación falaz como las que acostumbra a hacer Morales, puesto que el plan sistemático desplegado por los terroristas de Estado no fue “para exterminar a la insurgencia armada” sino para disciplinar mediante el terror a la sociedad toda y reorganizar a la Nación conforme los deseos de los dueños del poder. Morales dice que “Tanto ADEPA, que nuclea a los medios periodísticos de todo el país, como Fopea, que agrupa a cientos de periodistas argentinos, denunciaron con duros términos la alusión de la comisión Moreau a los medios y a los periodistas”. ADEPA no nuclea a los medios periodísticos sino a las empresas propietarias de medios, y Fopea agrupa a los sumisos escribas de esos medios, que lejos están de merecer el nombre de periodistas. Empleados como los que defiende en la misma nota Morales, al nombrar a Daniel Santoro, el publicista de los aprietes de los agentes de inteligencia, que usaban a sus columnas como método extorsivo contra sus víctimas, o a Marcelo Longobardi, al que se le escapó en un lapsus linguae que desnudó su pensamiento real, que habría que formatear autoritariamente a nuestra sociedad. Como se hizo en ese pasado donde Morales hacía sus primeras armas en los medios. LA NACIÓN, se sabe, abre sus espacios a cualquiera que tenga algo que decir en contra de las expresiones populares. Lejos ya de aquellos días en los que sus páginas cobijaban artículos escritos por Borges o Bioy Casares, capaces de detestar al peronismo pero con buena pluma, hoy por hoy se conforma con Adriana Amado, presidenta de una organización denominada Infociudadana que se dedica, según su sitio web, a la investigación y capacitación del periodismo, tarea en la que cuenta con el apoyo de distintas universidades privadas, quien se entusiasma y el 25/04/2021 proclama: “Signo de los tiempos: una defensa encendida de los chats de mamis”, cuestión que desde el título hace saber que nada tiene que ver con los fines de la empresa que preside, pero a la que adjudica vital importancia porque cree que alumbra una nueva forma de protesta, distinta a las marchas callejeras. Amado cree que “el mundo empezó a pensar otros rituales ajenos a punteros o jerarcas. Esas onerosas marchas sincronizadas van siendo desplazadas por el ritmo asincrónico de pulgares que, en lugar de bombos, baten teclas y pantallas”. Protestas sin presencia popular, reemplazada por identidades digitales imposibles, en su mayoría, de ser constatadas. A la escriba le parece que “La lucha por los derechos cambió de plaza y, sin picas ni guillotinas, descabezó la monarquía que detentaba la defensa ciudadana, esa que consolidó sindicatos poderosos para una ciudadanía menoscabada”. Uno diría que pese a los entrecruzamientos que aparecen en su nota, donde yace no muy oculta una manifestación de desprecio por lo masivo y popular y por los sitios y maneras emblemáticos de los reclamos ciudadanos, puede encontrarse un hilo conductor que pretende reemplazar las formas tradicionales de cuestionamiento del poder por una nueva forma de activismo, que para la autora se expresa “en los memes, esos catalizadores del inconsciente colectivo contemporáneo. Es que lo que la sociedad disimula con pudor a los encuestadores, lo expresa con libertad en el anonimato de las viñetas virales”. Hasta se permite una crítica a las expresiones feministas: “En tiempos donde la perspectiva de género tiene rango de ministerio, estas mujeres no reclamaron por la estigmatización implícita en el colectivo ‘mamis’. Tampoco tuvieron que escudarse en leyes de cupo para imponer su nombre a esos grupos, sin objeción de la minoría de tutores y encargados”. No hay, en toda la nota, una sola información de cómo estarían integrados los grupos que se dedican al chat de mamis, ni de cuál sería su pertenencia social. Sabedora de ello, Amado se defiende y dice que “Si a los viejos ojos parecen improvisadas, artesanas, desorganizadas, es que lo son. Son las mutaciones virales que dan al cuerpo social una flexibilidad y un impacto que no tienen los dinosaurios políticos y sindicales”. Otra vez, la idea de que las organizaciones políticas y sindicales son parte del pasado. Parece que a la escriba le causa una cierta fascinación el hecho de una comunidad que ni se define como tal ni expresa una ideología concreta, en el sentido gramsciano de una cosmovisión que se expresa en todas las actividades humanas. No, lo bueno es, para Amado, que “Este contacto sin relación hace ver estas comunidades como fragmentadas, indiferentes, desentonadas, hasta que la nota del interés común las pone a vibrar en sintonía. Y aquí vienen las mamis para la liberación”. ¿Liberación? ¿Es liberador ir a la escuela en un contexto de pandemia universal, de circulación sin límites de un virus potencialmente mortal, del contagio muy probable no sólo ya de los adultos en contacto con lxs alumnxs que concurren a las escuelas sino de los propios niñxs y adolescentes, como lo marca la curva ascendente de infectados de esa franja etaria, desde que se regresó a las clases presenciales? ¿De qué quieren liberarse las mamis? ¿Qué es la liberación para Amado? Vaya uno a saber. Tan enrevesado se presenta su pensamiento. Como lo es el de Fernando Laborda, para quien el 27/04/2021 cerrar las escuelas es “un debate más político que técnico”. Laborda no es para nada neutral en ese debate. Si bien comienza citando que “Desde sectores cercanos a Alberto Fernández se ha lanzado una ofensiva, que se pretende sustentar en datos técnicos, para forzar al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta a dar marcha atrás con su intención de mantener la educación presencial. Concretamente, han señalado que en algunos países del mundo, como Alemania, se decidió suspender las clases presenciales cuando la tasa de incidencia del coronavirus supere los 200 contagiados por cada 100.000 habitantes por semana en determinada área geográfica. Y precisan que en toda la ciudad de Buenos Aires, se ha superado largamente ese promedio en las últimas semanas”, su presunta objetividad se desbarranca a poco de seguir leyendo su columna. Rápidamente aclara que “Funcionarios de Rodríguez Larreta, en sintonía con la posición de las organizaciones de padres movilizados por las escuelas abiertas, insisten en que la presencialidad escolar no provoca contagios si se cumplen correctamente los protocolos”. Falta decir que la sintonía es con un sector, no necesariamente mayoritario, de padres de niñxs y adolescentes en edad escolar de la ciudad de Buenos Aires, y que el incumplimiento de los protocolos más visible lo protagonizó, como ya se dijo, el propio Rodríguez Larreta. Pero lo que es materia de información, para Laborda, es que según funcionarios porteños que no individualiza “el costo de cerrar las escuelas será más grande que el de dejarlas abiertas y recuerdan que, durante 2020, gracias a la prolongada suspensión de las clases presenciales en toda la Argentina, alrededor de un millón de chicos dejaron de recibir educación o la abandonaron”. De dónde obtuvieron los desconocidos funcionarios esas cifras, no se sabe. Tal vez partieron de la inmensa cantidad de alumnxs que no recibieron las computadoras que el gobierno de Larreta no repartió, y sumaron a quienes no obtuvieron vacantes en el sistema educativo porteño, y redondearon la cifra en una cantidad que aparezca como apabullante. Eso sí, ninguna posibilidad de comprobar sus dichos. Uno que sabe entrecruzar datos de tal manera que uno llegue a creer que dicen lo que no dicen es Carlos Pagni, que el 27/04/2021 habla de “Vacunas, negocios y política”. Arranca contando algo que aparece como irrebatible, como que “El tema de la peste, de la pandemia, sigue siendo un ordenador de todo lo que pasa”. Lo que casi es una verdad de Perogrullo, dada la universalidad del problema. Ahora que de ello se desprenda, como pretende Pagni, que “sobre esa realidad, se monta un segundo problema que es la catastrófica gestión del Gobierno en materia de vacunas. Catastrófica no solo por la impericia, sino porque además la impericia viene mezclada con negocios”. Ahora bien, mirando los datos de la cantidad de vacunados en el país, que al 27/04/2021 ascienden a 7.386.650, la situación, si bien dista de ser una maravilla, tampoco es una catástrofe. Por supuesto que el aumento de casos, en una curva ascendente en el mes de abril, enciende una señal de alerta que se potencia ante las denuncias de saturación del sistema sanitario. Esa situación es la que hizo que el gobierno nacional adoptara una serie de medidas restrictivas, que tenían como norte la reducción del número de contagios para posibilitar al sistema sanitario su recomposición, al mismo tiempo que avanza la vacunación. Contra esas medidas se alzó el alcalde porteño, sin que ese alzamiento produzca algún escozor en Pagni. No, el escriba de los Mitre-Saguier se preocupa por las presuntas luchas desatadas entre empresarios del sector farmacéutico -Hugo Sigman y Marcelo Figueiras-, a los que asocia con dirigentes del Frente de Todos, como para sembrar la idea de que en realidad no tenemos vacunas porque los amigos del gobierno se pelean por obtener beneficios, mientras que recién ahora el Presidente se acuerda de Pfitzer, el laboratorio preferido por LA NACIÓN del que Pagni es entusiasta defensor. Lo curioso es que Pagni dice, pocos renglones después de haber hablado de la amistad de Sigman con el Presidente y de Figueiras con Amado Boudou, que “Hay un chat de empresarios que se armó en el clima ideológico de Mauricio Macri. Se llama ‘Nuestra voz’. Son empresarios que se habían reunido para ‘alentar el cambio’, es decir, sostener a Macri. Y en ese chat de empresarios empezaron las felicitaciones a Figueiras. En determinado momento, alguien dijo: ‘Esto estuvo muy lindo, cumplió una gran tarea, pero yo vivo en Madrid y me voy’. Era Hugo Sigman”. ¿En qué quedamos? ¿Eran empresarios ligados al gobierno pero que buscaban sostener a Macri? Más enrevesado imposible. A todo esto, el columnista suma la situación económica, olvidando -u obviando-, la responsabilidad que le cabe al gobierno de Cambiemos en esa situación, pese a que reconoce que los problemas tuvieron inicio en “La corrida que empezó el 24 de abril del 2018. La Argentina está atrapada en esa crisis desde hace tres años, sin salida”. Pero, ¿quién gobernaba el 24 de abril de 2018? El domador de reposeras, dato que Pagni omite. Y se suman más informaciones contradictorias. Por un lado, el columnista advierte que “para que el Gobierno gane la elección tendría que producirse un milagro”. Pero a continuación, en un rapto de sinceridad admite que “todo indica que las va a ganar”, cuestión que obliga a Pagni a hacer aparecer a los dirigentes de la oposición, aunque señalando que “La división por gobiernos opaca o impide pensar el ciclo de la crisis económica, que tiene una lógica propia y en la cual están como corresponsables el Gobierno y la oposición. Esta es la razón por la cual muchos dirigentes de la oposición, como Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, estén lanzando sus libros tratando de explicar qué tuvieron que ver con todo eso”. A uno le parece una tarea imposible, que dos de los mayores responsables del desastre económico en que se sumergió a la Argentina entre los diciembres de 2015 y 2019 puedan dar alguna explicación plausible, pero se ve que Pagni lo cree posible. Tanto que al final, ignorando los esfuerzos que el gobierno ha desplegado para acordar con la oposición una solución al tema de las próximas elecciones, a celebrarse en tiempos de pandemia según todos los datos parecen indicar, vuelve a traer al tapete uno de los temas favoritos de la derecha vernácula, y dice que “Sería la primera vez desde el año 83 que un Gobierno toca las reglas electorales sin un acuerdo con la oposición. Es un antecedente horrible, porque el último consenso que hay en democracia es sobre la pureza del sufragio y la calidad de la representación. Si empezamos a dudar sobre eso, vamos a empezar a parecernos a algo que aún en muchas otras cosas no nos parecemos: Venezuela”. Con tanto tema que trajo la pandemia, casi que se estaban olvidando del fantasma del chavismo. Es hora de reflotarlo, parece pensar Pagni. Lo realmente curioso de estos días se presentó en forma de una serie de situaciones que parecen propias de una película de ciencia ficción, de esas clase B que antaño poblaban las pantallas de la televisión de los sábados. Porque el ingeniero sin ingenio se declaró fanático de Sarmiento, manifestación que originó una serie de esos memes que tanto mencionaba la columnista Amado, de los cuales pueden rescatarse algunas ideas bastante acertadas, como ser que lo único que podría gustarle al dormilón del sanjuanino es que se llamaba Domingo (aunque no fuera ese su nombre), o que del relato que el impulsor del asesinato del Chacho Peñaloza hizo de sus viajes buscaba ver la justificación de las orgías. Igual, no es eso lo que más sorprende, sino que haya dicho que estaba tomando clases con Laura Alonso. Muy pero muy enrevesado todo… Aunque más se parezca al mundo del revés que tan genialmente describiera María Elena Walsh, aquel donde el ladrón persigue al juez.

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