Mientras las vacunas de distinta procedencia siguen llegando al país, los políticos de la oposición, junto con sus voceros de los medios hegemónicos, parecen vivir en otra realidad que los lleva a confundirse y contradecirse en las numerosas mentiras que se ocupan de difundir. Es que el problema que trae decir tantas falsedades como si fueran verdades reveladas es que al mentiroso no le queda otro remedio que decir cada vez más mentiras. Llega un punto en que ya no sabe cuál fue la primera mentira. Eso sí, las caras de piedra de nuestros aprendices de Pinocho no se inmutan cuando largan un disparate tras otro. Entonces Alfredo Leuco puede decirle a Jonatan Viale que ahora se vacuna mucho más porque Cristina Fernández de Kirchner medía mal en las encuestas, al mismo tiempo que Graciela Ocaña y Joaquín Morales Solá coinciden en decir que la gente no se vacuna porque no hay vacunas, lo que es explicado por la inefable saltimbanqui Patricia Bullrich quien sostiene que debe existir una cláusula oculta en los contratos del Instituto Gamaleya por la cual en los países donde se vacuna con la Sputnik V no puede entrar la Pfizer, versión tan ridícula que quedaría destruida solo con preguntarse cuantas vacunas y de qué origen recibieron, por ejemplo, los mejicanos, que a la fecha fueron inoculados con Pfizer y BioNTech, Oxford-AstraZeneca, Sputnik V, Sinovac y CanSino. Se ve que no leyeron la clásula de marras. Ese festival de mentiras, del que solo ofrecí unos pocos ejemplos tomados del canal de LA NACIÓN y sus estrellas, se complementa con las publicaciones que aparecen en las páginas de la Tribuna de Doctrina o en su sitio web. En esos espacios uno se llega a preguntar si hablan en serio o pretenden ser graciosos, cosa que por cierto no logran. ¿Qué otra cosa pensar frente a una nota del 11/06/2021 titulada “Traigan la Pfizer: Feinmann y Jony Viale analizaron la insólita canción de Ignacio Copani”? Que dos personajes de esa talla crean que pueden analizar algo es un chiste de mal gusto, que empeora cuando uno lee lo que dijo Feinman: “La verdad, una potencia editorial… como Litto Nebbia, son los grandes filósofos contemporáneos nacionales”. Para darle más gravedad al tema, nos enteramos que así “cerró el conductor con sarcasmo, chistes y miradas con Jonatan Viale”. No es cuestión de analizar aquí las trayectorias de Copani y Nebbia, pero es más que seguro que cualquiera de ellas ofrece más riqueza que lo que hayan dicho o puedan decir dos personajes de las características de Feinmann y Viale. Que por supuesto y como todo el arco opositor, se agarraron del error del Presidente Alberto Fernández cuando al querer hablar de los distintos orígenes de mejicanos, brasileños y argentinos confundió a Octavio Paz con Litto Nebbia. La idea de que unos vienen de los indios, otros de la selva y nosotros de los barcos -que más o menos es lo que dicen las frases tanto del escritor como del músico- es una crítica a esa idea que tantos argentinos, lectores seguramente de LA NACIÓN, sostienen religiosamente para negar cualquier parentesco con los pueblos originarios: que aquí somos todos blancos y europeos. Un sarcasmo real, imposible de comprender para columnistas como Feinmann y Viale. Que Alberto se equivocó no lo discute nadie, como tampoco a nadie se le ocurre pensar que quiso negar la preexistencia de los pueblos originarios. Cosa que sí había hecho el teleadicto a Netflix, que en el foro de Davos en 2018 sostuvo que “la asociación entre el Mercosur y la Unión Europea es natural porque en Sudamérica todos somos descendientes de europeos”, sin que los escribas del neomitrismo se escandalizaran por tamaña declaración. Ni siquiera lo hizo Joaquín Morales Solá, que sin recordar los dichos del dormilón el 13/06/2021 nos habló de “Un presidente de papelón en papelón”. Memoria frágil la del cronista del genocida Operativo Independencia, que le permite sostener con su cara más seria que  “El Presidente se convirtió de pronto en una caricatura de la arrogancia argentina. Los dos países más grandes de América Latina vienen de los indios o de la selva, pero los argentinos vienen de Europa”. El problema es que esa arrogancia fue sembrada por personajes como el fundador del pasquín que emplea a Morales, Bartolomé Mitre, o don Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, que se hacía llamar Domingo Faustino cuando preconizaba“Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos que están en posesión de un terreno privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la América en lugar de permanecer abandonada a los salvajes, incapaces de progreso, está ocupada hoy por la raza caucásica, la más perfecta, la más inteligente, la más bella y la más progresiva de las que pueblan la tierra; merced a sus injusticias, la Oceanía se llena de pueblos civilizados, el Asia empieza a moverse bajo el impulso europeo, el África ve renacer en sus costas los tiempos de Cartago y los días gloriosos de Egipto. Así pues, la población del mundo está sujeta a revoluciones que reconocen leyes inmutables; las razas fuertes exterminan a las débiles, los pueblos civilizados suplantan en la posesión de la tierra a los salvajes. Esto es providencial y útil, sublime y grande” (citado por Leopoldo Zea, América Latina en sus ideas, pág. 312, Siglo XXI Editores, México 1986). ¿Qué diría Morales Solá de esas palabras? Ninguna crítica, probablemente. Alguna explicación se le ocurriría. Que sonaría tan increíble como lo que surge de la nota del 13/06/2021, donde nos cuentan que “Mauricio Macri criticó a Axel Kicillof: Todas las escuelas tienen que estar abiertas”. El tipo que menos hizo por la educación desde la Presidencia, opina sobre las escuelas. El que rebajó el presupuesto del sistema educativo en un punto y medio del PBI, el que desmanteló todos los convenios que el Estado tenía con las universidades nacionales como consultoras privilegiadas, el que desconoció la paritaria nacional docente, el que desmanteló el programa Conectar Igualdad, se atreve ahora, apenas levantado de su reposera, a hablar sobre las escuelas. Según la nota, “El expresidente Mauricio Macri criticó la reapertura ‘arbitraria’ de las escuelas en la provincia de Buenos Aires, pero sobre todo, la decisión de haberlas mantenido cerradas. Lo hizo al compartir un comunicado de Juntos por el Cambio, en el que se ponen en duda los criterios que usa el gobernador Axel Kicillof para decidir tener o no clases presenciales. ‘Le pedimos al gobernador que termine con la improvisación’, dice el comunicado”. A ver. Si el que abre las escuelas contra toda lógica es Rodríguez Larreta, todo bien. Ahora si a Kiciloff se le ocurre decir que dado que en la Provincia de Buenos Aires en los últimos quince días bajó el promedio de contagios de COVID 19 a 401 cada cien mil habitantes, se volverá a la presencialidad escolar en sesenta y uno de los ciento treinta y cinco municipios, eso es improvisación y debe ser criticado. Uno puede o no estar de acuerdo con el criterio de Kiciloff y con el promedio escogido para decidir el retorno a la presencialidad. Pero lo que no se puede decir es que la decisión sea improvisada, sino más bien todo lo contrario. Claro que arribar a tamaña conclusión es una hazaña que escapa a las posibilidades deductivas del gran vacacionante. Que igual insistió por Twitter: “Todas las escuelas deben estar abiertas”, opinión que complementa su ya conocida expresión “que se mueran todos los que tengan que morirse”. Claro, con las escuelas abiertas esto es mucho más posible. El 13/06/2021 Matías Moreno entrevistó a Alfredo Cornejo y tituló: “Macri y Larreta se equivocan en adelantar la discusión por el liderazgo: hay que privilegiar la unidad”. Las opiniones del que preside la Unión Cívica Radical merecen una mirada compasiva sobre las figuras de Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen, que jamás hubieran supuesto que el partido que fundaron podría quedar en manos de personajes como este. Que piensa que “Algunos de esos lineamientos que tenía la gestión de Cambiemos necesitaban mucho más tiempo para encontrar el crecimiento económico. Ese plazo no se lo dio, en parte, la ciudadanía y, tal vez, hubo un error del timing de esos cambios del propio gobierno de Mauricio”. ¿Más tiempo? A ver. En 2016 el PBI cayó un 2%; se recuperó un 2,6% en 2017, pero cayó nuevamente un 2,5% en 2018 y un 2,1% en 2019. La deuda externa creció de un 52% del PBI en 2015 a prácticamente el 100% en 2019. El valor del peso frente al dólar era de 9,83 en 2015 y se fue a 63 en 2019. Con esos datos, solo imaginar más tiempo del macrismo en el poder produce escalofríos. Aunque para Cornejo solo se trata de un problema de timing. Eso sí, Cornejo no quiere peleas entre Macri y Larreta, porque supone que “Hay que hacer el mayor esfuerzo para representar a esa mayoría que quiere un país sensato, y no esta locura a la que nos lleva el liderazgo de Cristina”. De qué locura habla, no nos enteramos. Pero para LA NACIÓN alcanza con que haya mencionado a Cristina. También el 13/06/2021 nos enteramos de que “Jorge Macri habló sobre las candidaturas de Juntos por el Cambio y el futuro del expresidente”. El primo habla de su pariente. No es para sorprenderse de sus palabras: “Es un error ‘jubilarlo’, tenemos que aprender de todos los que han tenido responsabilidades. Él sabe y conoce cosas que ninguno de nosotros comprende. Jubilarlo es desperdiciar ese capital imprescindible para reconstruir la Argentina”. Cosas que ninguno comprende, como que todavía haya gente que pueda creer en algo dicho por alguien llamado Macri. Cuánto despropósito ambulante y con responsabilidades de gestión. Eso sí, la Tribuna de Doctrina se renueva. Ya no tiene a Jorge Fernández Díaz como un novelero solitario, ahora suma a Pola Oloixarac, que el 13/06/2021 dice “Imposible de callar. Axel Kicillof, el líder sexy que raptó la educación”. Sospecho que la autora se cree sagaz, ácida y muy superada. Por eso se permite decir tonteras en serie, que arrancan con su presunción de que “Cristina cayó deslumbrada, como la Mrs Robinson de ‘El Graduado’, ante el encanto de su propio Dustin Hoffman marxista: Axel. Todavía no se cansa de él”. No importa que Axel nunca se haya proclamado marxista. Si tiene apellido ruso debe ser bolche, parece que piensa la nueva literata. Que nos explica que “Experto en el aire beligerante y sobrador de la izquierda contemporánea, Axel Kicillof canaliza un fenotipo aspiracional de la clase media: es el compadrito que fue a la universidad. El estilo pendenciero de Axel es, en rigor, su único link con lo ‘popular’: es lo que liga el carácter altanero del Nacional Buenos Aires con la provincia. Axel es la cría mimada de la educación de elite porteña: padres psicoanalistas, colegio progre en Palermo, seguido por el Nacional y de ahí a la UBA, donde atravesó los escalafones de alumno, activista de centro de estudiantes, profesor y doctor”. Compadrito de clase media. Parece que para la novelera la universidad -sobre todo la de Buenos Aires- es un caldo de cultivo para la izquierda progresista, que se confunde en la perorata de doña Pola con la elite porteña y sus sueños. Dónde habrá estudiado la escriba, que parece no muy contenta con sus propios nombre y apellido. Paola Caracciolo no le debe haber parecido una denominación adecuada para una columnista del pasquín de los Mitre-Saguier. Lo que uno puede imaginarse es que ha viajado bastante, porque nos dice que  “a diferencia de otro toy-boy de Cristina (Martín Lousteau también fue a ‘El Colegio’, luego estudió en London School of Economics), Axel permanece intocado por el mundo exterior. Su experiencia y formación fuera del microcosmos de la UBA es tan reducida como él mismo. Axel no eligió medirse más allá de la insularidad porteña, ni discutir sus ideas fuera de su círculo”. Ajá. Si no viajaste no entendés nada. Cómo se les ocurre a los bonaerenses haber votado a alguien que no estudió en el Reino Unido y que “no conoce Estados Unidos, lo que de todos modos resulta comprensible porque él ya sabe todo lo que hay que saber sobre el perverso capitalismo (lo leyó en Das Kapital de Karl Marx, uno de sus muertos favoritos). Caso paradigmático de la elite endogámica nac&pop, Axel permanece desde los 13 años en el mismo exquisito juego de tupperware, de donde nunca salió”. Ay, Caracciolo. Que no sabe que el gobernador recorrió los pueblos de su provincia para conocer sus inquietudes, sus necesidades, sus anhelos. Que lo votaron en la provincia de Buenos Aires, no en Wall Street. No tenía que conocer Arkansas ni Utah para que lo eligieran. Véase que ya Axel pasó a ser nacional y popular, aunque teniendo en cuenta su apellido la escriba lo ligue a Karl Marx, alguien a quien leen todos los que estudian economía, más allá de la adhesión que tengan -o no- a los postulados del filósofo de Tréveris. No haber viajado a los Estados Unidos es un pecado capital. Aunque con los medios de los que disponemos hoy podemos conocer la historia, las costumbres y la forma de vida de cualquier país, cosa que tal vez nuestra escriba todavía no comprenda. ¿Conocerá doña Paola los ciento treinta y cinco municipios de la provincia gobernada por Kiciloff? Casi casi que se podría sostener que no. No es necesario para ser una estrella literaria de la nueva derecha. Sigamos con sus opiniones: “la visión de Axel parece remedar un ideal fósil hecho de la bibliografía ajada de ediciones Eudeba. En su modorra provinciana, la UBA se autopercibe como la Harvard nacional y popular, a pesar de no renovar los planes de estudio hace treinta años, ni habilitar concursos, y normalizar el trabajo gratis de docentes”. No vayamos a creer que los libros que publica la Editorial de la Universidad de Buenos Aires sean un buen material. Permítanme ser autorreferencial, soy uno de sus autores, lo que probablemente me descalifique ante los ojos de Caracciolo, que mucho más me ignoraría si supiera que también soy docente concursado de esa casa de estudios y que hasta cobro. Que uno tenga sus múltiples reparos para con quienes dirigen los destinos de la UBA, desde hace varios años, no puede confundirse con desconocer los méritos de la universidad que cumple doscientos años el próximo 12 de agosto, ni con sus docentes, estudiantes y no docentes. Como la receta literaria de Paola incluye, necesariamente, un toque de sexo moderno, nos cuenta que “Antes de ser ungido Gobernador, Axel Kicillof fue bombachas en la ex ESMA. En ese instante, ante esa ristra de pequeñas tangas estampadas con caritas de Axel a la venta (merchandising K), María Eugenia Vidal debió saber que su aventura bonaerense estaba terminada. No tenía chance de repetir la proeza ante el sueño recobrado del peronismo: el líder sexy. Kicillof era un regreso al peronismo gótico, que puebla los cuadros de Daniel Santoro, donde siempre hay fragmentos de algo esotérico, irracional. Una lógica vampírica guiaba esa elección: Axel era el recipiente joven que venía a contener el espíritu (los votos) de la soberana añosa: ‘Kichi’ era el cuerpo rubio y juvenil que Cristina entregaba al pueblo”. Liviandad pretenciosa, vacuidad enorme, incomprensión de lo que significa lo popular no solo en lo político sino también en lo cultural y lo que implica en el inconsciente colectivo, desde hace más de setenta y cinco años. La escriba sabe que sus mandantes tienen su historia, así que hay que ligar presente y pasado con la óptica de don Bartolo y sus secuaces. “Kichi tiene algo inescrutable: un hambre de poder a juego con su volumen napoleónico, que lo lleva a compararse con Juan Manuel de Rosas, que lo mira de costado en su despacho”. ¿Volumen napoleónico? Vaya uno a saber de qué habla Paola. Que aunque ni lo sospecha, no se equivoca en algo: “los ‘malditos cerdos unitarios’ de antes son los ‘gorilas odiadores’ de ahora: alrededor de estos anacronismos se organiza la Historia argentina que repite la escuela del resentimiento universitario”. Lo que sucede es que el hilo que une a unitarios y gorilas es la recurrencia en el odio a lo popular, el desprecio por lo nacional y la idolatría de lo extranjero (la cultura francesa, la economía inglesa, la educación estadounidense, como dirían los constructores del Estado oligárquico liberal). En vez de citar una historia que no conoce, la novelera podría estudiarla, a ver si logra entender algo. Pero no. El mandato de LA NACIÓN es castigar a Kiciloff. No sea cosa que siga creciendo en la consideración popular. “No hay duda de que Axel elige con cuidado sus batallas: para ésta se ha metido con gente de su tamaño, los niños. El verdadero virus (para el que Cristina no está vacunada) es su incompetencia, pero el Covid-19 no debería disimularla”. La Caracciolo discrimina con lo que ella supone es sutileza. No le importa que el COVID 19 alimente sus nuevos despliegues gracias a tantas insensateces como las que ella escribe. Citando los libros que ha publicado, digamos que es una chica Mona que sostiene Las teorías salvajes y que es víctima de Las constelaciones oscuras. Qué bueno sería que se salvara de sí misma. Solo tendría que buscar la verdad y alejarse de tanto mentiroso. Aunque ya dijo Friedrich von Schiller en 1801, cuando escribió su obra teatral La doncella de Orleans, que contra la estupidez los propios dioses luchan en vano. Ojalá que eso no se cumpla y nos salvemos de la hoguera.

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