Para el Diccionario de la Real Academia Española, “falsedad” es “la falta de verdad o autenticidad” y también “la falta de conformidad entre las palabras, las ideas y las cosas”. Claro que si nos escapamos del diccionario y nos sumergimos, aunque sea por un rato, en la realidad de nuestro país, y en lo que se publica en los medios de comunicación hegemónicos, podríamos agregar a esas definiciones otra, algo así como “la práctica cotidiana usada en sus intervenciones por empleados de los medios de comunicación cuando se dirigen al público”. Cosa que no se aleja en demasía de lo que dice la Real Academia. Porque si recorremos las columnas de los diarios, sea la Tribuna de Doctrina con la que el mitrismo viene envenenando las mentes de la población desde 1870, o su primo el clarinete mentiroso, fundado en 1945 por el Noble apologista de Mussolini, o nos extendemos a lo que se propala por los servicios de comunicación audiovisual que responden a esas empresas, con escudriñar un poco en los contenidos veremos que la mayor parte de lo que se escribe o dice nada tiene que ver con la verdad y la autenticidad, y que las palabras no concuerdan con las ideas y mucho menos con las cosas. Es que hace ya largo rato que esas empresas, que representan el pensamiento de la derecha vernácula y de los grupos de poder económico, han dejado de preocuparse incluso por mostrar una mínima coherencia entre lo que dicen, lo que hacen, lo que quieren hacer y lo que quieren que hagan los demás. Todo está cubierto por una sola y única intención: el afán de lucro. Las ganas de llenarse los bolsillos sea como sea y a costa de quienes terminen por ser perjudicados, que generalmente son las grandes mayorías. Pero como expresar públicamente tales intenciones seguramente no generaría adhesiones, entonces en lugar de decir la verdad se dicen falsedades. En cada columna de opinión, en cada editorial, se siembra la mentira, se extiende el discurso del odio por el otro, se inventan falacias de todo tipo. De esa manera se va gestando en la opinión pública una imagen distorsionada de las cosas que poco y nada tiene que ver con la realidad. Y cuando esa realidad, pese a todo, termina por imponerse, los medios dicen que este país no es serio y que aquí puede pasar cualquier cosa. Por eso Claudio Jacquelin el 06/10/2021 nos habla de “Una deriva inexplicable” y por cierto que no se refiere al rumbo de algún navío que surca los océanos sino que habla de este castigado país, y dice “Otros, con cierta pretensión y nostalgia, miran la escena y remiten a Ortega y Gasset. Ese español que hace un siglo les sacó la ficha a la Argentina y a los argentinos como pocos y terminó preguntándose si el país solo sería, finalmente, ‘la huella dolorida y romántica de una existencia que no existió’. Ser o no ser. Incógnitas de una deriva inexplicable”. Si esta afirmación fuera la conclusión de una recorrida por los disparates que producen día a día los sectores de poder, y por ende la crítica de tales actitudes, la referencia al filósofo español tendría alguna razón de ser. Pero no, Jacquelin la usa para hablar del Frente de Todos y denostar al gobierno y a su Presidente. Es que el resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del pasado 12 de septiembre parece haber entusiasmado a los escribas del pasquín de don Bartolo, que una vez más creen que de una vez por todas ha sonado la hora final del populismo. Ahí anda Pablo Mendelevich, que el 06/10/2021 nos dice que llegó “El repliegue de los dedos peronistas”. Digámoslo con todas las letras y como lo diría cualquier persona que lo escuchara un rato: Mendelevich es un gorila sin retorno. Sus ideas se definen por el rechazo a todo lo que tenga que ver con el movimiento que desde 1945 perturba las mentes y las voluntades de los exponentes de nuestra derecha en sus no demasiado distintas expresiones. Ahora se las toma con los dedos en V, identificados desde hace tiempo con el movimiento fundado por el Coronel del Pueblo. Mendelevich rastrea el origen del signo de acuerdo a sus preferencias, y hace su propia historia: “El peronismo se supone que tomó el gesto del aristocrático Winston Churchill, quien lo aplicaba (a veces sosteniendo un habano) a la necesidad de insuflarles ánimo a las tropas que combatían a Hitler. Cuando la victoria ya había sido consagrada, Charles De Gaulle sumó la V a sus discursos. a la necesidad de insuflarles ánimo a las tropas que combatían a Hitler. Cuando la victoria ya había sido consagrada, Charles De Gaulle sumó la V a sus discursos. Enfático, hasta la hizo Richard Nixon con ambas manos, después de llorar, el mismísimo día que tuvo que abandonar la Casa Blanca”. A ver. Si es por hacer historia, se habla de los dedos en V desde un retrato de Jesús del siglo XIII, exhibido en una basílica de Florencia, en Italia, pasando por una batalla de la guerra de los cien años, en el siglo XV, y más cerca en el tiempo, quienes vieron la película que mostró al mundo la reunión de hippies en Woodstock recordarán a las monjitas que saludaban a la cámara haciendo la V, signo entonces asociado con quienes reclamaban la paz en Vietnam. Pero la V peronista se asocia con los años de la resistencia, cuando la dictadura asesina de Aramburu y Rojas había penado como delito la sola mención de los nombres de Perón y Eva, y cualquier referencia al movimiento desalojado del poder en aquel funesto septiembre de 1955. Entonces los militantes pintaban las paredes reclamando la vuelta del líder, simplificando el reclamo en la P y la V que significaban Perón vuelve. Hacer la V era un modo de reconocerse y de resistir. Ya en 1972, cuando por fin Perón volvió, la V se transformó en la señal de la victoria popular y así quedó asociada a las gestas peronistas. Nada que Mendelevich ignore, pero prefiere dar su versión de las cosas. Que no coincide con la realidad y por lo tanto es falsa. Nuestro gorila escribiente recuerda que “hubo ya elecciones en las que se pensaba que ganaba uno y ganó el otro, pero o sucedieron cuando la demoscopia no existía (en febrero 1946 el triunfo del coronel Perón fue una verdadera sorpresa para los factores de poder, convencidos de que triunfaría la Unión Democrática)”. Una verdad que se le escapa, el rechazo que los factores de poder sintieron por el peronismo desde sus comienzos. Los mismos factores de poder para los que hoy escribe Mendelevich. Que para analizar el resultado de las PASO se entusiasma y supone que la V no volverá a representar un triunfo popular, y dice “Todo combinado, la derrota contundente e inesperada del peronismo unido con la migración de una parte del voto pobre, reglas de elección doble, en una Argentina bajo severa crisis social y económica y sin salida a la vista es lo que al oficialismo, que tiene que gobernar dos años más, le está resultando indigerible. No lo dice con la garganta sino con los dedos en reposo”. Ocurre que es cierto que el Frente de Todos no venció en las PASO, pero su derrota no fue tan contundente como le gustaría al escriba. El voto pobre no migró. Simplemente no concurrió a las urnas. No es cierto que los pobres hayan decidido votar a la derecha. No estarán conformes con lo hecho -o lo que no se hizo- pero eso no los lleva a los brazos de quienes históricamente han sido sus verdugos. Así que los dedos no se ocultan, simplemente se preparan para otra batalla. De resultado incierto. Pero sigamos con los columnistas del pasquín de los Mitre-Saguier. Ahora viene Félix Lonigro, que el 07/10/2021 nos trata de convencer de “La relevancia de una Corte independiente”. Claro que el constitucionalista no parece anhelar una Corte que resuelva a favor de la justicia en reemplazo de lo que tenemos hoy en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, sino que prefiere hacer historia y cuenta que “Cuando en 1930 se produjo el primer golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen, la presidencia del tribunal estaba vacante por el fallecimiento de Antonio Bermejo. Fue así como José Félix Uriburu (presidente golpista) ofreció al Máximo Tribunal la potestad de elegir a su presidente, lo cual fue aceptado por sus miembros por considerar que la práctica que se había generado hasta entonces no reconocía fundamento constitucional. En este contexto la misma Corte eligió por primera vez a su presidente, designándose a José Figueroa Alcorta, único funcionario en la historia de nuestro país en haber ocupado la máxima autoridad en los tres poderes del Estado, ya que presidió el Senado siendo vicepresidente de Quintana, luego, al morir este, fue presidente de la República, y por último, en 1930, presidió a la Corte hasta su fallecimiento en 1932”. Caramba, todo un catedrático diciendo un montón de falsedades. Primera: el de 1930 contra Yrigoyen no fue el primer golpe de nuestra historia constitucional, que ya registraba el perpetrado por Bartolomé Mitre -sí, el fundador de LA NACIÓN– contra Santiago Derqui en 1861. Segunda: la designación de Figueroa Alcorta como presidente de la Corte no se produjo por un ofrecimiento del golpista Uriburu, sino que Yrigoyen lo había designado en tal carácter el 5 de septiembre de 1930, un día antes del golpe. Tercera: Figueroa Alcorta murió el 27 de diciembre de 1931, no en 1932. Ojo, el constitucionalista no hace ni una mínima mención a la funesta acordada del 10 de septiembre de 1930, y al abandono de la Corte de su deber de proteger a la Constitución y las instituciones democráticas. También el 06/10/2021, Joaquín Morales Solá arremete contra “Máximo Kirchner, el heredero que no aprendió nada”. Fiel a las tradiciones inauguradas por el fundador de la Tribuna de Doctrina, don Joaquín es amigo de presentar situaciones de las que no existe ni el más mínimo registro como si fueran la verdad revelada. En sus columnas, las pruebas de sus asertos brillan por su ausencia. Parece que en sus dominios, no es necesario que algo haya ocurrido, sino que lo que le da veracidad es que aparezca escrito en sus columnas de LA NACIÓN. Por eso como si fuera un hecho tan conocido como que la torre Eiffel está en París, nos cuenta que “Cuando Néstor Kirchner se enteró de que su hijo había formado una agrupación política llamada La Cámpora se decepcionó”. En qué rincón de El Calafate, bajo qué escritorio de la Rosada o en cuál rincón de Río Gallegos estuvo escondido Morales Solá para enterarse, nunca lo sabremos. Para darle más dramatismo a sus palabras, agrega que “A quién se le ocurre hacer un proyecto político con el nombre de un perdedor!, exclamó el patriarca de los Kirchner”. La inventiva de Joaquín no se detiene en esos detalles. La historia que está imaginando necesita más datos que opaquen la imagen de Máximo, así que sigue su saga diciendo que “el paso de los años lo hizo a Máximo más parecido a su padre que a aquel joven estremecido por la peripecia de un presidente débil”. Es interesante ver cómo recuerda a Cámpora el cronista del genocida Operativo Independencia: un perdedor, un presidente débil. No el delegado que trajo a Perón de regreso a su patria, no el vencedor del 11 de marzo de 1973, no el militante fiel que renunció a su cargo para posibilitar la vuelta del líder a la presidencia, no el perseguido por la dictadura que debió refugiarse en una embajada para salvar su vida. La descripción de Cámpora habla más de Morales Solá que del Tío. Pero volvamos al cuentito de Joaquín. Que nos advierte acerca de Máximo: “no cabe duda de que se hizo al lado de su madre porque lo atrae, como a esta, explorar la aventura sin pensar en la posibilidad de la derrota. Ayer conoció su primera derrota política como jefe del bloque de diputados del Frente de Todos. Se quedó por primera vez sin quorum para sesionar en la Cámara”. Morales no analiza lo que significa, en la práctica, la negativa de la oposición a dar quorum para tratar una ley que pretende que los productos alimenticios presenten un etiquetado frontal que informe sobre sus características, como ocurre, por ejemplo, en Chile y en Uruguay, dos países frecuentemente citados como ejemplo por los escribas de LA NACIÓN. Ni una palabra sobre lo antidemocrático de la postura de los cambiemitas, que dejaron saber que no se oponen al espíritu de la norma. ¿A qué se oponen entonces? La única respuesta posible es que lo que no quieren es que funcione el Congreso. Cosa que a Morales Solá no parece preocuparle, entretenido como está en la invención de un Máximo a la medida de los intereses de sus mandantes. “Después de la muerte de Néstor Kirchner, Cristina repatrió a su hijo a Buenos Aires y lo sedujo para ser el heredero de la dinastía”. Siempre hay que darle un papel en el drama a la reina maléfica, ocupada en tramar maldades de todo tipo. “Pero, ¿qué piensa Máximo Kirchner? ¿Cuáles son las ideas que merodean su cabeza? ‘Es un tipo raro. Tiene ideas muy viejas’, dice un dirigente opositor que habló con él muchas veces”. Quién es el supuesto confidente, nunca se sabrá. Casi como si fuera todo fruto de las elucubraciones de Morales Solá. Que no dice tampoco cuáles son esas ideas muy viejas. Porque ojo, hay ideas que siguen funcionando muchísimos años después de haber sido pergeñadas. Sostener lo contrario podría ser ofensivo, por ejemplo, para quienes siguen los preceptos del judaísmo o del cristianismo, religiones con miles de años de existencia. “Su formación intelectual es mediocre. Máximo Kirchner nunca superó los estudios del secundario y no se le conoce afición por los libros, aunque algunos opositores reconocen que no es malo diciendo discursos”. ¿Cómo sabe el escriba el nivel de la formación de Máximo Kirchner, con quien no se recuerda que haya dialogado en alguna ocasión? Sin olvidarnos de señalar que nadie sabe dónde obtuvo Morales su certificación como calificador de intelectualidades. Obstinado en su descripción, Morales cierra su columna profetizando: “Con tantas derrotas en tan poco tiempo, con tantos errores de concepto diseminados en el espacio público, Máximo Kirchner está a punto de darle la razón a su padre. Su propia organización camporista corre el riesgo de ser una débil y breve experiencia, como la figura del presidente que no fue”. Pegarle al pasado, al presente y al futuro en una sola frase en la que la conformidad entre las palabras, las ideas y las cosas es una ausencia notable, es el estilo de Joaquín. El 07/10/2021, Carlos Pagni imagina que “Se acelera una transfiguración en el poder”. Empieza ocupándose de la situación que se presenta en la Corte Suprema de Justicia, a partir de la renuncia de Elena Highton de Nolasco, y dice que “A propósito de un título de Clarín, que interpretaba que con la salida de Highton ‘el Gobierno perdió su único voto en la Corte’, el Presidente se declaró sorprendido y preguntó de quién eran los otros cuatro votos. La vicepresidenta Nolasco, y dice que “A propósito de un título de Clarín, que interpretaba que con la salida de Highton ‘el Gobierno perdió su único voto en la Corte’, el Presidente se declaró sorprendido y preguntó de quién eran los otros cuatro votos. La vicepresidenta retuiteó”. Señalemos algo, que el propio Pagni reconoce más adelante: “Highton defraudó las expectativas kirchneristas en causas como las de Milagro Sala, Amado Boudou o la catástrofe ferroviaria de Once”. O sea, el título de Clarín es de una falsedad total. Pero lo que al servicial Pagni no parece preocuparle es lo que con justeza mostró la pregunta de Alberto Fernández: ¿a quién le pertenecen los votos de Lorenzetti, Maqueda, Rosatti y Rosenkrantz? No hay demasiadas críticas del columnista hacia la jueza renunciante, que vale la pena recordar que subsistía en su cargo luego de sobrepasar el límite de los 75 años que fija la Constitución. Pagni navega por las aguas judiciales, distrayéndose en las peleas entre los cortesanos y sus posibles consecuencias, ninguna buena para la salud de la democracia, aunque esto no lo diga el servicial cronista. Que sí supone que la vacante de Highton será cubierta por una mujer, aunque aclara que “La danza de los nombres de candidatas es un ejercicio abstracto. El contexto político conspira contra cualquier designación. El límite más evidente es que el Gobierno debería conseguir dos tercios en el Senado para cubrir una vacante. Pero antes aparece un obstáculo que, hoy por hoy, parece más rebelde: deberían ponerse de acuerdo Cristina Kirchner y Alberto Fernández”. Una vez más, los escribas de LA NACIÓN cumplen con el ritual de mencionar la pelea entre Cristina y Alberto, que al parecer la contarán tantas veces como sea necesario para hacerla cierta. Lo cierto es que el columnista sigue siendo la pluma más astuta del neomitrismo, hábil como para defender a Macri sin que se note que lo hace. “El expresidente ha sido llevado al centro de la escena por el juez de Dolores Martín Bava, quien lo citó a declaración indagatoria para hoy. Bava emitió una resolución en la que prohibió a Macri salir del país, ignorando lo que en esas horas publicaban los diarios: que Macri estaba dando conferencias en los Estados Unidos”. Una verdad a medias dicen que en realidad es media mentira. Porque la noticia de que el fanático de Netflix estaba fuera del país se publicó después de la citación emitida por el juez de Azul, que está subrogando la vacancia existente en el juzgado de Dolores. Igual, a Pagni le interesa señalar otra cosa: “Por la vía del absurdo, la convocatoria en plena campaña electoral y esas distracciones procesales, acaso beneficien a Macri. Distraen respecto del motivo de la declaración: que la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, según reconoció la propia Majdalani, espiaba de manera clandestina a las familias de los fallecidos por el hundimiento del submarino ARA San Juan”. Veamos. Pagni reconoce lo que a esta altura es imposible negar: el espionaje sobre las familias de las víctimas del ARA San Juan. Pero lo pone en cabeza de Arribas y Majdalani. ¿Pero quién podría haber ordenado a los jefes de los espías del macrismo que hicieran eso? Una persona, y sólo una. La misma que entre vacación y vacación, entre serie y serie, endeudó como nadie a generaciones de argentinos. A la que Pagni protege oblicuamente cuando cierra su nota aconsejando: “Sería muy saludable que el juez Bava sea riguroso, no politice sus resoluciones, ofrezca todas las garantías necesarias: solo así una trama tan oscura podría obtener alguna claridad”. Algunas cosas para ir terminando. Según informa Matías Moreno el 07/10/2021, “Diego Santilli y Facundo Manes relanzaron la campaña de Juntos en la provincia con un mensaje de unidad”. Según el cronista, Santilli buscó mostrar la unidad con Manes: “Tenemos los mismos valores y proyectos para la provincia y el país. Crecemos en las diferencias. Ustedes nos mostraron el camino de la esperanza”. No cabe duda de que las supuestas diferencias entre los dirigentes de la oposición solo son por el lugar en el cartel. Los unen los mismos intereses. Sus valores se refieren al individualismo egoísta, al desprecio por el otro, a la quita de derechos, al sojuzgamiento de cualquiera que piense distinto, para lo cual vale usar cualquier recurso, aún el más bajo y más antiético. Los proyectos se conocen: terminar con las indemnizaciones para los trabajadores despedidos, quitar cualquier impuesto a los poderosos, recurrir al punitivismo extremo. Para muestra de lo que son y de cómo actúan, ahí estaba la candidata Graciela Ocaña. La que denunció al Plan Qunita, causando la pérdida de miles de equipos que podrían haber salvado muchas vidas infantiles. Denuncia que no tenía el más mínimo asidero, y que además de lo que significó como ejemplo de la voluntad de perseguir judicialmente a la oposición por cualquier medio, ocasionó pérdidas de miles de pesos para las arcas del Estado. Una denuncia que la investigación judicial demostró que era falsa. Otro tema: qué mal que debe estar el sistema educativo de los Estados Unidos, para que el domador de reposeras vaya a dar clases en ese país. Salvo que el tema sea cómo destruir la economía de tu país y fugar miles de millones de dólares. Y para terminar, una noticia debe estar el sistema educativo de los Estados Unidos, para que el domador de reposeras vaya a dar clases en ese país. Salvo que el tema sea cómo destruir la economía de tu país y fugar miles de millones de dólares. Y para terminar, una noticia en parte buena. Las falsedades, a veces, terminan por quedar al descubierto. El Tribunal Oral Federal número Ocho acaba de establecer que en la firma del conocido Memorandum de entendimiento con Irán no hubo delito, y en consecuencia dictó el sobreseimiento de Cristina Fernández de Kirchner y los demás imputados, con la mención de que la formación del proceso no les afecta en su buen nombre y honor, mención que extendió al fallecido Héctor Timerman. Cuya muerte, privado de la posibilidad de continuar su tratamiento médico y acusado de ser traidor a la patria, ya nadie puede remediar

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