No sé si el criminal actuó solo, si tuvo quienes lo secundaron en esa noche aciaga, si forma parte de algún grupo, si fue por cuenta propia o enviado por otros. Lo que sí sé es que el atentado tiene muchos más dueños que el fallido ejecutor. Que sus dueños están en los partidos de la oposición, en los medios de comunicación, en fin, en la derecha que hace años sueña con terminar con el peronismo y desde que el kirchnerismo apareció en escena, dirige todos sus ataques contra la maléfica reina populista.

No es nada que no se pudiera anticipar. No es bueno auto citarse, pero la verdad es que podríamos entonar una vieja canción de Los Fabulosos Cadillac: yo te avisé…

Veamos. El 05/07/22 en la columna que llamé “De historias e historietas” traté de contar cómo “nuestra derecha iba construyendo su versión de la historia. Una versión que condujo inevitablemente a la violación masiva y sistemática de los derechos humanos perpetrada por la dictadura genocida de Videla y Martínez de Hoz”.  

El 19/07/2022 dije que “Entre esos tipos y yo hay algo personal” y sostuve que “Es que tanto postular el fin del peronismo, reclamar la cárcel para Cristina y los suyos, denigrar cuanta cosa huela a populismo y machacar contra el gobierno, hacen posible el renacimiento de los peores deseos que anidan en el espíritu y las ideas de tanto fascista suelto. Ya no se trata solo de quejarse de los juicios o de hablar de los genocidas como víctimas de la venganza terrorista. Ahora reclaman directamente que se pongan en práctica los mismos métodos que provocaron la noche más triste de la historia”, y refiriéndome a cómo publicitan sus temas, aclaré que “Propagandas de ese tipo, que exaltan la discriminación y el odio, están prohibidas por los instrumentos internacionales que tutelan los derechos humanos. La historia nos muestra en qué terminan estos recorridos. En las peores tragedias”.

El 26/07/2022 dije que “Ahora solo valen la desinformación, la mentira, las falsas noticias, el discurso del odio, para seguir sosteniendo el paradigma mitrista de un país para pocos, insertado en el plano de las relaciones capitalistas en el mercado mundial, y hoy sometido a los intereses estadounidenses como ayer Mitre y sus secuaces se sometieron a la Gran Bretaña” (“La historia que nos habita”).

Me tomé el atrevimiento de robarle a Cortázar. Titulé “El perseguidor” y el 02/08/2022 hablé de “personajes que serían menores en cualquier historia pueblan las páginas de los principales medios, inundan las pantallas de los canales asociados a esos medios y de sus señales de cable, escupen su odio por las radios y lo dejan grabado en las redes sociales. Parece que estuviéramos, los argentinos, atrapados en un tiempo pasado que se resiste a morir y se recicla en nuevas catástrofes mientras el tiempo nuevo no logra romper el cascarón, atrapado en las ruedas de una maquinaria infernal que repite una y otra vez la misma historia, solo cambiando algunos nombres”.

Escribí el 18/08/2022 “En defensa del derecho a la comunicación”. Y expliqué que “Hace unos días, Roberto Navarro advertía: Algo tenemos que hacer con ellos que están generando este nivel de violencia. Mañana o pasado un loco puede matar a alguien”. Agregué que a mi juicio “es tiempo de terminar con los falsos periodistas, los falsos opinólogos, y hasta las falsedades de pseudo constitucionalistas de diversa laya que bien poco aprecio muestran por la Constitución cuando no vacilan en vomitar su odio contra todo lo que despreciativamente engloban como populismo“.

Y el 30/08/2022 dije que “frente a tanto atropello, tanta mentira, tanto discurso de odio, tanta infamia, hay que escuchar de nuevo el grito de la gente: basta”. No lo escucharon. Vino el intento de matar a Cristina, que por algún milagroso azar del destino no tuvo éxito. Pero que era la conclusión de todo aquello que nuestra derecha venía promoviendo. Porque sea el resultado de un sofisticado complot o la aventura desquiciada de un grupo marginal, fue posible porque hubo una constante alimentación del monstruo. Años y años de denostar todo lo que sea a favor de las mayorías populares, de condenar cualquier intento de consolidar una patria justa, libre y soberana, sembrando y sembrando la semilla del odio criminal que en los últimos tiempos tomó como blanco señalado a la figura de Cristina Fernández de Kirchner. Odio que por otra parte ni siquiera se tomó descanso una vez producido el intento asesino. Primeras reacciones como la de Amalia Granata, definiendo al intento de magnicidio como “una pantomima” y tratando de adjudicarlo a un militante peronista. Silencios que hablan por sí mismos, como los de Patricia Bullrich o Javier Milei. La tibieza de la declaración aprobada en diputados, que ni siquiera logró que la bancada del Pro se quedara. Condenas que no lo parecen, mucho menos en boca de personajes como Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió o Mario Negri. Que rápidamente volvieron a atacar al peronismo, buscando transformar -como de costumbre- a las víctimas en victimarios.

Y los espacios de la Tribuna de Doctrina, repletas de las miserabilidades de costumbre. El 04/09/2022 Pablo Sirvén hablando de “Una caza de brujas que nos puede llevar a las puertas de nuevos infiernos” en un intento de demonizar a quienes señalan como responsables de tanta violencia predicada a los que efectivamente lo fueron: empleados de medios, políticos opositores, jueces, fiscales. Largando como al paso que “se podría decir que la culpa de la aparición de ese ‘lobo solitario’ (un desquiciado, que es lo que parece hasta ahora) fue abonada por las continuas violencias verbales derramadas desde lo más alto del poder, comenzando por la mismísima Cristina Kirchner y su hijo (‘están viendo quién mata al primer peronista’, fogoneó Máximo Kirchner horas antes del episodio), más una larga lista de funcionarios y allegados al poder que compiten para ver quién dice la salvajada más provocadora”. No, Sirvén. No se puede decir eso. Porque las violencias verbales provienen de un solo lado: el mismo al que usted sirve, igual que Joaquín Morales Solá que el mismo día escribió acerca de “Una historia de violencia y de odios” que con su impudicia habitual puso en cabeza de quienes sufrieron esa violencia y esos odios. Qué mayor temeridad que decir que “la propia Cristina Kirchner alentó su propia victimización y permitió múltiples actos de genuflexión ante ella”. Poco más y dice que Cristina se quiso suicidar.

O el nuevo folletín de Jorge Fernández Díaz, que también el 04/09/2022 sostuvo que “Gatillan sobre la libertad de expresión” y fiel a su costumbre, le echó la culpa de todo al peronismo: “El hecho de que este movimiento político, que fundó la grieta y que es una verdadera antología de odios y un animador de conflictos, hostilidades y estigmatizaciones, se presente ahora como una blanca paloma de la paz representa una broma macabra”. Lo macabro es que usted, Fernández, siga esparciendo tanta tinta venenosa. Ni qué decir de la editorial que ese 04/09/2022 publicó el pasquín de los Mitre-Saguier, bajo el título “El discurso del odio, un viejo recurso”. Trata de equiparar a María Estela Martínez con Cristina Fernández de Kirchner: “Cuando una es acusada de aniquilar la subversión, la otra es ensalzada por indemnizar fraudulentamente a sus víctimas”. Señores herederos de Mitre, no es así. No se puede equiparar lo que resulta imposible de comparar. Las indemnizaciones a las víctimas del terrorismo de Estado que ustedes aplaudieron y prohijaron no son fraudulentas. Son, acaso, poco y nada para reparar los daños que ustedes ayudaron a causar. Sin que venga al caso cuenta que “El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner nombró secretario de Derechos Humanos a Eduardo Luis Duhalde, socio de Ortega Peña y también impulsor del socialismo nacional, quien continuó en su cargo hasta su muerte, durante la presidencia de Cristina Fernández”. Con el derecho que me otorga el haber sido muchos años amigo y colaborador de Eduardo Luis Duhalde, les digo que LA NACIÓN no merece pronunciar su nombre. No tiene la envergadura moral necesaria. 

El 05/09/2022 escribe el portador de un apellido descriptivo como pocos. “El truco de hacer pasar por moderado al que pide impunidad y por fanático el que invoca la ley”, escribe Loris Zanatta, y se permite decir que “el atacante estaba imbuido de odio. Pero no es por ‘amor’ que el peronismo lo aprovechó para exprimir del crimen hasta la última gota. Fue para sacar ventaja política, deslegitimar a la oposición, atacar al Poder Judicial, rehacer su maquillaje”. No explique con su malicia acostumbrada lo que otros hacen. La oposición a la que usted alaba se deslegitima sola, con su discurso antidemocrático. Para muestra le recuerdo que fue durante el gobierno de Mauricio Macri que se formó esa banda de espías, jueces, pseudo periodistas, fiscales y funcionarios que comandaba el ahora prófugo Rodríguez Simón y que se dedicó a perseguir y encarcelar opositores.  Una nueva editorial, el 06/09/2022, alerta: “La República, en peligro”. Como si nunca hubieran sido los seguidores de LA NACIÓN los que aniquilaran cualquier pretensión de democracia, el escriba de turno se permite hablar de “la canallesca maniobra que desde el oficialismo se pretende urdir para asociar con aquel deleznable hecho a la oposición política, a la prensa independiente y a los jueces y fiscales que investigan a la expresidenta por escándalos de corrupción pública”. Canallesco es haber aplaudido cuanta dictadura asesina usurpó el poder en nuestro país. Canallesco es seguir defendiendo a quienes perpetraron el genocidio. Canallesco es definir como independiente a una prensa que sirve desvergonzadamente al poder y no trepida en mentir, desinformar, desparramar el odio día a día. Algunos han sostenido que este gravísimo suceso puede servir para que todos reflexionen. No lo parece. La oposición, tanto la de los partidos de derecha como la de la prensa hegemónica y los grupos de poder económicos, siguen repitiendo la misma cantinela agraviante y reiterando sus ataques contra todo lo que huela aunque lejanamente a peronismo. Y otros creen que la solución está en promover “el diálogo”, esa búsqueda de acuerdos entre los distintos. Pero el diálogo es, según el diccionario, “la plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos” o bien “la discusión o trato en busca de avenencias”. No hay, por lo tanto, diálogo posible cuando una de las partes lo que busca y proclama constantemente es la desaparición de la otra. Que eso es lo que nuestra derecha pide para el peronismo: su extinción definitiva. Por eso, hay que decir con Jean Paul Sartre que “al fascismo se le destruye. El diálogo no es para las bestias”. Que si no, esas bestias terminan por devorarnos. No digan después que no lo sabían, sería tarde. Yo avisé.

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