Con el permiso de ustedes, voy a insistir en mostrar las miserias de la Tribuna de Doctrina, corporizadas en sus columnistas no sólo de la edición gráfica sino también en las emisiones de su canal “de noticias”, LN+.  En esa señal, Luis Majul expulsa su veneno audiovisual, secundado por Silvina Martínez y Hugo Macchiavelli.  En esa cornisa donde se desbarrancan los más elementales principios de la ética comunicacional, el 24/05/2020 y bajo el título  “La escuelita de Zannini” nos hablaron de “Los curiosos cursos de la Procuración General”.  Fieles a su trayectoria, ni en eso dicen las cosas bien. Porque Zannini no es el Procurador General de la Nación (cargo que está vacante desde que Majul y sus amigos forzaron, amenazas mediante, la renuncia de Alejandra Gils Carbó), sino que ocupa la Procuración del Tesoro. Diferencia que no es menor; la Procuración General, cabeza del Ministerio Público Fiscal, pertenece a un órgano extra poder que representa los intereses de la sociedad en los procesos ante los Tribunales; mientras que la Procuración del Tesoro es un organismo desconcentrado del Poder Ejecutivo, cuya estructura administrativa y presupuesto están contenidos en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y que tiene como funciones brindar asesoramiento jurídico al Poder Ejecutivo Nacional y organismos dependientes; asumir la representación y defensa del Estado Nacional en juicio; dirigir al Cuerpo de Abogados del Estado; instruir investigaciones y sumarios administrativos en los casos previstos por el ordenamiento jurídico y cuando así lo disponga el Poder Ejecutivo Nacional; registrar y auditar los juicios en los que el Estado Nacional sea parte, y atender las necesidades de capacitación superior del Cuerpo de Abogados del Estado.  Para saberlo hay una técnica muy simple, que es entrar en la página web del organismo. Cualquier persona con inquietudes de saber algo lo haría; para un periodista, es obligatorio conocer de qué se va a hablar, porque forma parte del compromiso con el público a quien se dirige la información. Un compromiso que se asienta sobre la veracidad. Como decía Mariano Moreno en el primer número de la Gazeta de Buenos Aires, primer periódico de la época patria, “La verdad como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología”.  Siempre bajo ese falso título, lo primero que hace Macchiavelli al presentar el “informe” es referirse al Director de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, Guido Croxatto, al que señalan como un abogado especialista en Derechos Humanos que sostiene la teoría del “lawfare”, critica al neoliberalismo y defiende la soberanía nacional. Para peor, escribe en Página 12 donde defiende a Rafael Correa. Cuestiones que, al parecer, no concuerdan con los parámetros de Majul & co. Pero el dato fundamental es que Croxatto, en su declaración pública de ingresos, hizo saber que tiene $ 12.540.000 depositados en una caja de ahorro en euros del exterior. Y ahí viene Majul, explicarnos que lo que está mal es que alguien use los recursos del Estado “para bajar línea doctrinaria o adoctrinar a gente y que lo paguemos nosotros”. 

De dónde extrae esa conclusión, nadie lo sabe. Y por supuesto en el programa tampoco lo explicaron. Ni siquiera el servicial informante Macchiavelli habló de la bajada de línea. Solo lo preocupó que Croxatto tenga dinero en el exterior, lo que merece la reflexión de Martínez, encargada de explicarnos que el problema es que Croxatto manifiesta los lineamientos que sigue el kirchnerismo, y que consecuentemente, debería estar en  contra del endeudamiento y de la fuga de capitales. 

No sé dónde habrá estudiado abogacía esta persona, lo que sí se es que debería saber que antes de emitir una opinión de ese tipo, debería tratar de saber de qué se trata. Y hubiera podido enterarse de que Guido Croxatto residió muchos años en Alemania, donde trabajó en la defensa y promoción de los derechos humanos, y que fruto de ese trabajo son los ahorros que tiene en ese país. Del cual vino para trabajar en las universidades públicas nacionales.

Podría también haberse enterado de que las funciones que cumple en la Universidad de Buenos Aires, en el Instituto Latinoamericano de  Criminología y Desarrollo Social, proyecto conjunto con la Universidad Mayor San Marcos del Perú, las desempeña ad honorem. Pero claro, eso se corresponde con un ejercicio ético de la comunicación social. No le pedimos que tenga esta o aquella ideología, ni a ella ni a Macchiavelli ni a Majul. Lo que le pedimos es que no mienta. Y que, si va a hablar del dinero de alguien, al menos se informe de cómo y dónde lo obtuvo, antes de intentar difamar y sembrar sospechas.  

También dice la abogada Martínez que antes en la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado se enseñaban cosas como delitos contra la administración pública, derecho procesal, gestión de bienes del Estado, algo que tenía que ver con práctica y con teoría de derecho. Mientras que ahora, nos advierte, se dictan materias que no tienen nada que ver con estos conceptos y que son únicamente de adoctrinamiento ideológico para los abogados del Estado. 

Macchiavelli seleccionó dos materias: Cómo defender al Estado, dictado por Croxatto, y cuya propuesta sería “trabajar sobre el vil vaciamiento y el endeudamiento financiero inescrupuloso”; la restante es Pensamiento nacional argentino, cuya propuesta es “trabajar sobre la construcción de una ideología de lo auténtico”. 

Ambos cursos horrorizan a Majul y sus acólitos. De lo que no se dan cuenta es de que eso desnuda cuál es su posición: a favor de los que vaciaron al Estado y produjeron el endeudamiento financiero inescrupuloso, y en contra de un pensamiento nacional. Más claro imposible. Pero como les quedaba algo más que criticar, la toman con Zaffaroni      -cuándo no- y uno de sus textos que dice “la defensa del Estado en un futuro inmediato requerirá un fortalecimiento especial (…) de ella dependerá la neutralización de la defensa de la riqueza concentrada al camino que evite la catástrofe nacional, regional y mundial”. De nuevo, nos queda claro a quién defienden Majul y los suyos. 

Para el final se guardan dos perlitas: una, arremeter contra la Subdirectora de la Dirección Nacional de Dictámenes, Virginia Lynn, a la que no le perdonan ser la esposa de un integrante de La Cámpora, Julián Álvarez, y la restante, quejarse de que en la revista Broquel que publica la Procuración no encuentran dictámenes sino notas de opinión. Linda abogada, Martínez, y lindos investigadores, Majul y Macchiavelli.

Si quieren dictámenes les cuento, en el sitio de la Procuración del Tesoro hay un buscador de dictámenes. Con solo indicar el mes y el año pueden encontrar todos los dictámenes correspondientes. Fácil, ¿no? Por otra parte, enterate, Majul. En este país existe, según la Constitución, los instrumentos internacionales de Derechos Humanos a ella incorporados con jerarquía constitucional, y las leyes, el derecho a la libre expresión. Que entre otras cosas permite que tipos como ustedes digan lo que se les da la gana en canales de televisión, diarios y otros medios de comunicación social. Pero también permite que se expresen los que tienen más de tres ideas cada tanto, los que sí quieren defender al Estado de los que lo vaciaron y nos endeudaron, los que promueven el pensamiento nacional, los que quieren fortalecer las capacidades del Estado que los amigos de Majul & co quisieron destruir durante los cuatro años del mandato de Mauricio Macri. 

Podría decirles además que si fueran periodistas de verdad, con ganas de informar en serio y no de divulgar falsedades, entrando al referido sitio encontrarían la variada y rica oferta de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, que ofrece tanto Seminarios con temáticas como “Técnicas de Control de la Discrecionalidad Administrativa”; “El Servicio Público como Derecho Social”; “Aproximación al enfoque de géneros y diversidad sexual para la promoción de la igualdad y la erradicación de la discriminación y las violencias” e “Incorporación del Lenguaje Inclusivo en la Administración Pública Nacional”, como una Diplomatura Superior. Esta se divide en un Ciclo Común con estos ejes: “Estado y principios constitucionales”, “Análisis y uso del lenguaje jurídico”, “Formación y manifestaciones de la voluntad administrativa”, “El Estado en juicio” y “Ética y responsabilidad pública”, y un Ciclo con tres orientaciones: la primera, “Gestión judicial de los intereses del Estado” con estos ejes: “Proceso contencioso administrativo”, “Demanda y contestación”, “Actividad probatoria”, “Medidas cautelares”, “Acciones constitucionales”, “Competencia de la CSJN”, “Ejecución de sentencias”, “Instancias supranacionales” y “Taller de escritos judiciales”. La segunda orientación es “Asesoramiento jurídico del Estado”, y sus ejes son: “Regularidad y garantías del procedimiento administrativo”, “Contrataciones del Estado”, “Gestión de bienes del Estado”, “Relaciones laborales del Estado”, “Actividad consultiva de la Administración”, “Delitos contra la Administración”, “Obligaciones internacionales del Estado” y “Entrenamiento en práctica profesional para la redacción de dictámenes y normas”. La tercera orientación es “Relaciones laborales y régimen disciplinario” y sus ejes son: “Ingreso a la Administración Pública Nacional”, “Supuestos especiales”, “Derechos y garantías en la carrera administrativa”, “Terminación del vínculo laboral”, “Procedimientos para investigar y sancionar”, “Principios y garantías en el procedimiento sumarial”, “Irregularidad administrativa y delito”, “Conclusión del procedimiento sumarial”, y “Taller de escritos sumariales”. Todas materias propias de las ciencias jurídicas. 

Quise, a riesgo de agobiar a los posibles lectores, extenderme en esta cuestión porque frente a la desinformación como técnica no hay nada mejor que dar la información veraz. 

Vuelvo ahora a las cuestiones que me preocupan y que motivan estas columnas. En su editorial del 25/05/2020 Majul, con su peculiar prosa, nos advierte que “también estamos fatigamos, y hablo en primera persona del plural, de quiénes confunden los derechos y obligaciones de buen ciudadano con el periodismo complaciente y que mira para otro lado”. El uso de la primera persona del plural es lo que se denomina mayestático porque era la forma que utilizaban los monarcas para dirigirse a sus súbditos. Tal vez el tinterillo en cuestión tenga ambiciones de ser rey, vaya uno a saber. Acto seguido nos anuncia que “no somos tontos”.

No creo que Majul sea tonto. Eso por ahí podría hacer que uno mirara con piedad sus expresiones. No, creo que Majul sigue los pasos de alguien que no menciona y a quien probablemente niegue. Joseph Goebbels fue el Ministro de Propaganda del Tercer Reich. 

Entre sus frases más conocidas, van estas dos: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” y “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. Si un comunicador quiere actuar con ética, no va a seguir a Goebbels. 

Cité al principio a Mariano Moreno. Me parece bueno concluir con Rodolfo Walsh. El mismo que escribió la más fuerte denuncia contra la dictadura genocida “sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.  

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