enero 28, 2025

Cuando un chico toma un papel y comienza a dejar correr un lápiz por su superficie, a nadie le preocupa que el resultado sea más o menos incomprensible para la mente adulta. Esos primeros garabatos muchas veces son atesorados por madres y padres orgullosos de sus hijos. Y que nadie se atreva a llamarlos mamarrachos. Pero cuando son adultos los que manchan papeles con tristes garabatos (adultos que además, pretenden ser reconocidos como intelectuales, políticos o prestigiosos artistas y comunicadores sociales), los mamarrachos son la triste confirmación de la falta de ideas y de propuestas de una clase que quiso construir un país a la medida de sus intereses, subordinado siempre a otras naciones a las que veía con envidia y admiración mientras que para las grandes mayorías de la patria que la vio nacer solo tenía miradas despectivas. 

Hace ciento cincuenta años que esa clase encontró su reflejo cotidiano en las páginas de LA NACIÓN, y como un ritual transmitido de generación en generación, sigue abriendo esas páginas (en el papel o en la pantalla de sus celulares, tabletas o computadoras) para leer lo que siempre pensaron, pero escrito como si fuera una información veraz. Y se miran unos a otros, los fanáticos de don Bartolo, repitiéndose como un mantra: ¿viste? ¡¡¡Lo dice LA NACIÓN!!! 

El pensamiento retrógrado de nuestra derecha encuentra suconfirmación en la Tribuna de Doctrina, cuya calidad se degrada día a día. Al menos en otras épocas escribieron en ese diario plumas notables como las de José Martí o Rubén Darío. O más cercanas a los afectos de los feligreses del mitrismo, como las de Lugones o Borges. 

Para escritor, hoy se conforman con Fernández Díaz. Clara imagen de su decadencia. Y el elegido responde con su prosa berreta: “La lengua presidencial,obligada a calmar el frente interno, se va inflamando del veneno cristinista; la Constitución está en cuarentena y los poderes que deben controlar al Ejecutivo y mantener viva la República han desertado bajo prescripción médica. Avanza entonces lo que un importante grupo de intelectuales y científicos ha denominado la infectadura” (31/05/2020).  Justo lo que sus lectores querían escuchar, y que remite a la solicitada (no sabemos quién la solicitó, aunque podamos imaginarlo), en la que cultivando el casi olvidado género del esperpento, un grupo donde conviven en triste montón antiguos marxistas hoy corridos a la derecha con negacionistas del genocidio desatado en la década del ’70, letrados constitucionalistas que interpretan a la Carta Magna alentando su violación, y actores que han olvidado su parlamento y refunfuñan tonteras sin sentido, se pronunció contra el aislamiento social preventivo y obligatorio al que el gobierno debió requerir para hacer frente a una pandemia no querida que se abatió sobre el planeta con la rapidez de un rayo. Los mismos que jamás se oyeron reclamando por los derechos conculcados por tanta dictadura, hoy llaman a la desobediencia civil. Los que durante los gobiernos neoliberales se preocuparon en acumular divisas para fugarlas al extranjero, hoy dicen preocuparse por la economía. 

Si no pasaran estas cosas en el marco de la tragedia que atraviesa el mundo entero, tal vez solo merecerían una sonrisa despectiva y el inmediato olvido. Pero cuidado. Así comienza a fecundarse el huevo de la serpiente.

Por si acaso, los lectores de LA NACIÓN siempre cuentan con Majul. Que al enterarse de que sus amigos de los servicios del macrismo también lo espiaban a él, no pidió que se investigue a los espías, nada de eso, sino que se preocupó -y mucho- por pedirle al juez y al fiscal que investigan el espionaje, que resguarden sus  mails en los que “podrían haber, eventualmente, cuestiones privadas, o cuentas bancarias cuya divulgación o alteración podrían ocasionarme un perjuicio mayor” (01/06/2020). 

Qué habrá en esos mails y en esas cuentas. Que, por cierto, no son el objeto de la investigación. ¿Estarán tal vez los datos de los millones que el macrismo le pagó a sus empresas, Marginal Producciones y La Cornisa Producciones? ¿O acaso el pago reconocido por Hernán Lombardi a su productora, cuando desde el gobierno macrista decían que no le habían pagado nada? Vaya uno a saber. Esas cuestiones nunca se investigaron. Claro, los jueces andaban ocupados en otra cosa. En lo que los juristas llaman lawfare, pero que Majul nunca denunció. 

Siempre dispuesto a dar clases de moral, Majul había tratado de alcahuete a un actor por haberse atrevido a dar su opinión (28/05/2020). Justo él que acababa de publicar los datos de los ahorros del director de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, para mentir acerca de los cursos de esta. Luisito, en tu barrio a eso le decían botoneada, vigilanteada. No a lo que dijo Dady. A veces por ofender a otro algunos se terminan definiendo a sí mismos.

 No hay ninguna cuarentena que nos salve del gracioso de Reymundo Roberts que le aconseja a Alberto “Por cierto, no debería inquietarse por la sucesión de marchas, cacerolazos y autazos en contra de la cuarentena. No vea allí el germen de una resistencia a su autoridad ni, mucho menos, de insurrección”. 

Si se refería a los pobres espantapájaros que desfilaron el sábado, tiene razón. No es para preocuparse. Pero lo preocupante es que el pseudo cómico está dejando traslucir su esperanza en el germen que el Presidente no debe ver.

Otra vez, cuidado. Por ahí anda Morales Solá, preocupado porque “el elemento más preocupante que plantea el confinamiento es el del funcionamiento institucional. Las distintas velocidades de la Justicia. La semiparálisis del Congreso, que usa su poca actividad para conformar los intereses de sectores del oficialismo” (03/06/2020).  Ojo, cuando habla de las distintas velocidades no quiere decir que los jueces que tanto se apuraron en procesar a Cristina y a perseguir al kirchnerismo ahora no hacen nada. No, lo que lo preocupa es que no siguen la persecución.  Y la semiparálisis del Congreso no se debe a que Patricia Bullrich diga que sólo hay que tratar cuestiones de la pandemia (mientras se queja de que el gobierno está enamorado de la cuarentena) ni a que los senadores de Juntos por el Cambio abandonen el recinto. Lo que no le gusta es la vuelta atrás de los DNU de Macri, por ejemplo el que le sacó las escuchas ilegales a la Procuración General y se las regaló a la Corte, que a su vez se las encomendó al doctrinario Irurzun. 

Y recién nomás, Fernando Laborda escribía que “Las situaciones de excepción dan a veces lugar a excesos de control sobre la población y a experimentos de autoritarismo que, pese a ser imperceptibles para la mayoría, no tardan en expandirse si la ciudadanía no reacciona a tiempo” (05/06/2020). No estaba hablando de las dictaduras ni de gobiernos como el de Macri. No. De esos nunca dijo nada.

 Resulta que descubrió la violencia policial. Violencia que antes ignoró pero de la que hoy se entera y se espanta -y está bien que lo haga- pero de la que no dice que fue alentada y aumentada por las políticas del gobierno anterior. Porque no hay que olvidarse de Macri recibiendo en la Rosada a Chocobar, para felicitarlo por haber matado a alguien por la espalda. O a Patricia Bullrich, elogiando a sus gendarmes y prefectos, mientras hacían desaparecer y mataban a Santiago Maldonado y asesinaban después a Rafael Nahuel, entre muchas otras víctimas del gatillo fácil preconizado por la actual Presidenta del Pro, cargo que usa para alentar no tan veladamente el desconocimiento del gobierno y la desobediencia a sus políticas. Que son para el cuidado de todos, inclusive de la ex ministra, que no acompañó a sus seguidores a esa pobre comparsa desafinada y  anacrónica que paseó su odio y su ignorancia el 30/05/2020, en lo que para LA NACIÓN fue una caravana que marchó por una cuarentena inteligente.  Deberían haberse puesto de acuerdo el titulero y el cronista, porque la nota informaba que “En las pancartas se leían consignas en contra de los gobiernos nacional y porteño y la ‘falsa epidemia’ y a favor de la ‘libertad’ y la ‘humanidad’. Otros cuestionaban ‘la falsa epidemia’ y el rol de la OMS”(30/05/2020). Si esas son las muestras de inteligencia de la caravana…

Volvamos al principio. A la diferencia entre la sonatina de Rubén, los Versos Libres de Martí y las vulgaridades de Majul y compañía. La misma diferencia que media entre los primeros escarceos de los chicos y el papel y el lápiz, y los disparates que escriben los grandes. Que los primeros nos emocionan. Pero los segundos solo son tristes mamarrachos.

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