Ensuciados
Semana rica en estupideces, esta, para cualquiera que lea sin prejuicios y con tranquilidad las columnas de LA NACIÓN. El pseudo literato Fernández Díaz arrancó el 07/06/2020 defendiendo a los pseudo intelectuales que se pronunciaron contra la cuarentena. Ni una crítica para la sarta de sinsentidos de los trescientos alentadores del contagio masivo. No. La culpa, como siempre, es de los militantes kirchneristas, que “cebados para la operación de escarmiento, se lanzaron como pirañas enloquecidas sobre los firmantes”. Pobres los amigos del novelero: tan torpe fue su alegato que hasta su defensor tuvo que admitir que “ningún medio de comunicación fue capaz de defenderlos”.
A tanto no llega la devoción por los poderosos, como para defender a los que desprecian la salud y la vida. Eso sí, Fernández (¿se habrá agregado el Díaz para no parecerse al Presidente, o -no permita la Virgen- a la Vice?), describió con su habitual capacidad para el insulto, que “algunos periodistas y politólogos -carne habitual de psicópatas- se plegaron al hostigamiento, y ciertos redactores del setentismo gagá escribieron descalificaciones infamantes; dudo de que superaran, a esta altura, una pericia psiquiátrica”. El que escribe descalificaciones infamantes es él, ya sabemos, con la vieja técnica de culpar a otros de sus propios pecados. Para psicópatas sospecho que se mira al espejo; y no hablemos de las pericias psiquiátricas que le aconsejo eludir, no vaya a ser cosa que alguien mire los resultados.
El inefable Joquín Morales Solá, el 09/06/2020, explicaba que “la otra conclusión ineludible consiste en preguntarse si vale la pena seguir diferenciando a Alberto Fernández de Cristina Kirchner, sobre todo si el Presidente no está dispuesto a ponerle frenos al cristinismo”. Vuelta la burra al trigo, dice un antiguo refrán. O sea, cuando algo no nos gusta es porque Alberto se somete a Cristina. Aunque no exista la más mínima prueba de esto, salvo los ríos de tinta que gastan los secuaces de don Bartolo y sus primos del clarinete mentiroso.
Para que cierre su argumento, nos aclara que los problemas de la cerealera endeudada en millones y millones de dólares a lo largo del planeta, tienen un solo origen: “después de las primarias de agosto de 2019, cuando quedó claro que el triunfo sería de un peronismo fiscalizado por Cristina Kirchner, Vicentin se quedó sin crédito para la prefinanciación de las exportaciones”. Las deudas impagas desde mucho antes parece que no existían. ¿Los 18.700 millones de pesos que le prestó el macrismo serían por sus éxitos? Basta mirar que ya derrotado el ingeniero sin ingenio en las elecciones de octubre, el presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, le siguió prestando plata prácticamente hasta casi la asunción de Alberto. Ni una pregunta de Morales Solá por el destino de esa plata, que no se usó para pagar deudas porque finalmente la empresa llegó al concurso de acreedores. Que es una situación, como sabe cualquier persona más o menos informada, en la que cualquier predicción sobre el futuro se torna funesta, sea para la subsistencia de la firma o para el
trabajo de sus cientos de empleados. Claro que para los mitreros el rescate de la empresa o la salvaguarda de los puestos de trabajo, razones detalladas por el Presidente al anunciar la intervención de la empresa, no son cuestiones a las que haya que prestar atención.
Carlos Pagni nos ilustraba el 11/06/2020: “una de las razones que volvieron tan atractivo el caso Vicentin para la vicepresidenta es la teoría de que su líder, Sergio Nardelli, consiguió créditos extraordinarios de la banca pública, en especial del Banco Nación, por su estrecha amistad con Mauricio Macri. El objetivo para la embestida es Javier González Fraga, el último presidente de ese banco”. De nuevo. Aunque sea un anuncio de Alberto, la culpa es de Cristina. Cansan, muchachos… Y no es una teoría sino una realidad el hecho de los préstamos dados por González Fraga, quien ha sido denunciado y cuya conducta, esperemos, será escrutada y juzgada en los tribunales. Por cierto, esta esperanza no parece tener mucho asidero, desde que el juez sorteado es Julián Ercolini, rápido para procesar a cualquier sospechoso de kirchnerismo y más rápido aún para sobreseer a los denunciados por la apropiación de Papel Prensa.
Siguiendo el mismo razonamiento, y avanzando un poco más en la diatriba, Sergio Suppo el 11/06/2020 refiere que “Cristina Kirchner convierte en política pública su revancha contra la Justicia y el campo”. No se aparta ni un milímetro de la línea oficial, dispuesta a sostener contra viento y marea la teoría del sometimiento del Presidente a la Vice. Pero le agrega un elemento también cotidiano en las columnas de la tribuna de doctrina. La reforma del Poder Judicial, anunciada por Alberto desde su primer discurso como presidente, es en realidad una tarea acometida por Cristina para asegurar su impunidad. Para eso logró que la hechura final y, en especial la ejecución del plan de reforma, estén en manos de dirigentes propios. ¿Cómo lo sabe? No lo sabremos nunca. ¿Cuáles son esos dirigentes? No nos lo cuenta. ¿Cuáles son las pruebas con las que cuenta? Son tan reservadas que ni él las conoce. Lo que sí sabe (y le preocupa) es que “Es imposible volver al pasado. Pero algo distinto e igualmente amargo podría estar cocinándose con la odiosa receta del ayer”.
Suppo no supo explicarnos nada más que una cosa: que hay un ayer que le fue amargo y por el que siente odio. Cosa que ya sabemos, forma parte de un diario que viene sintiendo odio por cualquier cosa que huela a pueblo desde su propia fundación. Ciento cincuenta años de odio y todavía les queda mucho más. Si no me creen, lean a Martín Rodríguez Yebra, que 12/06/2020 machaca otra vez con la misma cantinela: “Es irrelevante entrar en el juego cansador de si gobierna ella o gobierna él. La existencia de la duda es el triunfo de Cristina. Y la mayor amenaza a la autoridad del Presidente”. Se ve que hasta él está cansado de repetir que la que manda es Cristina. Una verdadera obsesión para tanto columnista obligado a repetirse cotidianamente. Fernando Laborda, el 12/06/2020, descubre que “el Presidente de la Nación recurrió a un raro per sáltum, avanzando sobre el juez que estaba dirimiendo un conflicto entre particulares, en el contexto de una empresa concursada, y violentando el artículo 109 de nuestra Ley Fundamental, según el cual el Presidente no puede en ningún caso ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas“. Laborda no te cuenta que Alberto no removió al Juez, ni lo apartó de la causa
en donde se dirime el concurso preventivo de acreedores de Vicentín, ni mucho menos dictó sentencia en la misma. Simplemente intervino la empresa, con el objetivo declarado de rescatarla y preservar los puestos de trabajo de sus empleados.
Ya que tenía la Constitución a mano (la misma que fue vulnerada por Bartolomé Mitre cuando en 1861 produjo el golpe de estado que derrocó a Santiago Derqui, la misma que de nuevo vio a don Bartolo ignorarla en 1874 cuando pretendió desconocer el triunfo de Avellaneda, la misma que fue pisoteada por cuanta dictadura aplaudida por LA NACIÓN sufrieron los argentinos a lo largo de su historia), decía, ya que la tenía a mano, se hubiera fijado que el artículo 17 establece las condiciones de una expropiación. Condiciones que, por lo que se sabe, no han sido ignoradas por nadie en este caso. Si hay un proyecto de expropiación, lo tratará el Congreso que lo convertirá, o no, en ley. Que es lo que dice la Ley Fundamental.
Para el final y como siempre, un clásico. Los dislates de Majul. Que el 09/06/2020 se alarma: “Confirmado: Cristina Kirchner quiere espiar mis mails”. Ya sabemos que Cristina es la perversa obsesión del tinterillo. Que además tiene una sobrevaloración de su importancia digna de algún manual de psicología. La verdad es que tanta preocupación de Majul por sus correos lo único que logra es despertar la curiosidad sobre los mismos. Porque podemos suponer que se trata de correos de su época en el multimedios América, donde algún Pirincho recibía los resultados del espionaje macrista.
En sus sobresaltos, se pregunta: “¿No será que algunos impresentables que aparecen en la misma lista se querrán presentar como querellantes para poder espiar mis mails, y eventualmente publicarlos, como un acto de venganza ordenado por Cristina Fernández, ya que la vicepresidenta sigue con la sangre en el ojo por la publicación de las escuchas legales (repito, legales) que hicimos en el año 2018?”.
Varias cuestiones. Para impresentable que hable consigo mismo. La posibilidad de ser querellante es algo que la ley procesal establece para cualquiera que aparezca como víctima de una conducta ilícita. Incluso Luis Majul. Al que espiaban sus amigos, vale la pena aclarar. Y la publicación de las escuchas a Cristina en 2018 no fue legal. Si alguien que trabajaba como Juez las ordenó, sólo podían ser utilizadas en la causa pertinente. No en un programa destinado a difamar opositores al gobierno de aquel entonces. No para tratar de construir un consenso descalificante sobre quienes después, invariablemente, eran denunciados por cualquier cosa que se les ocurriera a Majul y compañía. Cosas hasta hoy nunca probadas: no hay sentencia alguna dictada contra Cristina Fernández de Kirchner que permita sostener que la Vicepresidenta cometió algún delito. O sea, Luisito, la difusión de esas escuchas era ilegal. El que violó la ley -y no hablemos de la ética de los periodistas, que se ve que desconoce, no es otro que Majul. Que el 11/06/2020 y para estar a tono con sus colegas vuelve y vuelve sobre lo mismo: “¿Qué le pasó al Presidente? ¿Qué le está pasando? ¿Está siendo doblegado desde el punto de vista psicológico por la vicepresidenta? ¿Ella le ‘comió’ la “cabeza”? ¿Se cristinizó por miedo, porque no tiene masa crítica para enfrentarla, o por cálculo político?”. No sea cosa de que alguien suponga que Alberto Fernández tiene pensamientos y decisiones propias. No señor, los escribas del mitrismo nos informan que no es así. Para Majul, las cosas son mucho peores: el 12/06/2020 descubre que “Cristina Kirchner quiere ensuciar a todo el mundo”. Y atención: la neurona del columnista está siendo sobrecargada de tareas. SI hace poco había logrado tener tres ideas, ahora solo le alcanza para “dos ideas en un solo comentario. Una: Cristina Kirchner sigue su campaña para ensuciar a todo el mundo. Eso se desprende de un nuevo video que la vicepresidenta subió a su cuenta de Instagram. Imperdible”. Para el que no sabe de qué habla Majul, le contamos. La Vicepresidenta concurrió al Juzgado Federal de Lomas de Zamora, en donde durante dos horas y media el Juez le informó acerca de todo el material relativo al espionaje del que fueran víctima ella, sus hijos y colaboradores. Espionaje en el que participaban agentes de la AFI, de las distintas Policías, del Servicio Penitenciario Federal y de otras oficinas del gobierno macrista. Esa conjunción de voluntades guiadas por el afán de cometer delitos se define como asociación ilícita. Decirlo no es más que poner blanco sobre negro, contar lo que a esta altura no es ni un secreto ni un misterio.
Si Majul se siente tocado, que piense en lo que hizo. Tal vez todavía esté a tiempo de descubrir cómo fue que se ensució