Transitar las páginas de LA NACIÓN parece, cada vez más, leer el argumento de esas películas de miedo a las que Hollywood recurre insistentemente y con un empeño digno de mejor causa. Tal vez por las cabecitas de los herederos de don Bartolo haya transitado la idea de que si la derecha había logrado triunfar en elecciones libres, ya no abandonaría tampoco el poder formal (el real, lo sabemos, nunca lo abandonó). Imaginarían, tal vez, un país donde los obreros resignaran sus conquistas y el salario mínimo, vital y móvil, el aguinaldo, las vacaciones pagas y la indemnización fueran solamente cuentos de un pasado añorado pero que ya no retornaría. Se regocijarían en el sueño de una patria para pocos, donde los patrones no precisaran más que de un gesto para hacer su voluntad.  

Como en los años transcurridos desde 1860 y hasta las primeras décadas del siglo XX, estarían dispuestos a aplaudir cada represión, cada fusilamiento, cada muerte, así como en aquellos días aciagos festejaron la caída de las últimas montoneras, las masacres de los anarquistas. Pero no fue así. El triunfo del Frente de Todos los devolvió a la realidad que creían superada. 

Para peor, la pandemia a la que deliberadamente ignoran, hizo crecer la popularidad del Presidente por el simple recurso de dedicarse a cuidar las vidas de los argentinos. La intervención dispuesta en la Agencia Federal de Inteligencia no se comió a la Interventora; por el contrario, Cristina Camaño se dedicó a destapar las ollas de la podredumbre de años de espionaje a propios y extraños, que el macrismo no le retaceó un espía ni a sus corifeos de los medios, ni a los alfiles cambiemitas cuya devoción al ingeniero sin ingenio era dudosa, ni a la familia real siempre sospechosa de conspirar contra su nuevo jefe, una vez muerto el constructor de su poder, hecho a fuerza de negociados con dictaduras y con la corrupción como método. Y hasta algunos jueces asomaron sus cabezas, vieron el cambio del viento y abrieron las investigaciones que antes rechazaban, al tiempo que congelaban las que habían impulsado cuando la mesa judicial de Garavano, Angelici y compañía les marcaba los tiempos.  

Qué hacer, entonces, se habrán preguntado en la Tribuna de Doctrina. Y como los productores de Hollywood, que vuelven una y otra vez a las recetas probadas, se largaron a propalar el miedo. Claro, igual que el asesino serial que se oculta tras el disfraz del denunciante, pusieron sus peores artimañas en las personas de sus enemigos. Que la grieta construida desde los primeros tiempos de la patria, contra quienes la soñaron libre, justa y soberana, se alimenta de la mentira y la traición.  Luis Majul es uno de los cultores del terror mediático, tan vulgar y sin ingenio como las malas películas yanquis. Los títulos de sus notas anuncian cómo va a ser el desarrollo: “Cómo funciona el aparato kirchnerista para apretar y meter miedo a periodistas”, dice el 18/06/2020. Debe saber mucho de eso, ya que si hubiera puesto el aparato macrista seguramente tendría la experiencia necesaria para contarlo. Pero no, los pecados propios deben atribuirse a los odiados otros. Y describe tanta operación llevada adelante en los años de Macri, casi como una confesión: “Hay que tener la piel muy dura para aguantar la embestida, que no tiene límites porque se meten con tu sexualidad, con tu pareja, con tu familia y con tus hijos”.  

Por las dudas, mete más cizaña, siempre en defensa del poder económico. Así, nos alerta sobre “El primer gran llamado de atención para el Presidente” (20/06/2020), y agrega: “La importancia simbólica del banderazo contra a expropiación de Vicentin es enorme. No se debe medir por el nivel cuantitativo de la convocatoria”. Como siempre, lo que importan son las minorías que se oponen a los gobiernos populares.

Y vuelve sobre el tema de esta nota, exhortando a Alberto: “Señor Presidente: no tenga miedo” (21/06/2020). A la que no debe temer Fernández es a su Vicepresidenta, nos detalla. Se le escapa otra confesión, siempre atribuida a esos otros que no se resignan a perder lo poco que el macrismo les dejó, pero que, como suele suceder con los escritos de Majul, lo describe con bastante precisión: “Las personas que son sometidas por otras a través del miedo, cuando no pueden rebelarse, tienden a descargar su frustración intentando incomodar o humillar a otras”. Si lo sabrá Luisito… 

Pero sigamos con las plumas del mitrismo. Fernando Laborda se reitera y habla, por enésima vez, de “La cristinización de Alberto Fernández” (19/06/2020). Ahí van sus argumentos, ya gastados de tanto repetirlos: “La ‘cristinización’ del Gobierno ofrece otros dos indicadores. Uno de ellos es el avance de Cristina Kirchner en el área de Justicia, acrecentado recientemente con la designación de la fundadora de la agrupación Justicia Legítima, María Laura Garrigós de Rébori, al frente de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y del Servicio Penitenciario Federal, al igual que por la creciente influencia que está demostrando la expresidenta en el proyecto de reforma judicial que evalúa el Gobierno”. 

Veamos. María Laura Garrigós de Rébori tiene una larga trayectoria en el Poder Judicial. Nunca pudieron acusarla de ninguna de las prácticas a las que otros miembros del mismo poder fueron -y son- tan afectos. Como no hay nada de qué acusarla, solo le queda recordar que presidió una agrupación que se constituyó con todos los requisitos legales y que tuvo la valentía, poco común en magistrados y funcionarios, de asumir sus posiciones políticas y defenderlas. Ese es el pecado de Garrigós, que la transforma en pecadora para Laborda, más cuando es posible sospechar que se dedicará, con el mismo empeño de Camaño, a limpiar la basura de los penitenciarios. 

De la reforma judicial no hay todavía un proyecto presentado, pero si va a tocar las cuevas que la ya nombrada mesa judicial alentó y alimentó, ya se sabe que LA NACIÓN se va a oponer.  Discúlpenme ustedes, pero voy a citar al novelero Jorge Fernández Díaz, que nos asusta con la descripción de “Un matrimonio entre el error y la insensatez” (21/06/2020), escrito en el que no falta la cuota de terror de la mala película mitrista: “El problema reside en que aquí el arcángel destructor de ese sistema de pactos responsables, contrapesos y alternancias es el kirchnerismo (con su proyecto de partido único), y que

abrazarse al concepto de la antigrieta como un mantra o un nuevo dogma, mientras el poder devora a su paso y se radicaliza con golpes de mano y ministerios de la venganza, no solo constituye una ingenuidad, sino también una complicidad peligrosa”.

Para no caer en su trampa recordemos que el peronismo cada vez que accedió al gobierno fue por el voto libre y sin proscripciones. Que fue víctima de bombardeos, golpes, proscripciones, persecuciones y desapariciones. Que el poder ha sido, y es, su enemigo, porque no le perdona haber empoderado a los trabajadores. Que si hubo ministerios de la venganza fueron los que encarcelaron opositores, destituyeron jueces, fabricaron causas y fugaron capitales, cada vez que el peronismo perdió el poder. Otra vez, lo que dicen los columnistas del pasquín sesquicentenario se les aplica perfectamente. 

Joaquín Morales Solá descubre que Mauricio Macri es el “blanco de la estrategia judicial del Gobierno” (17/06/2020). ¿En qué se basa para tamaña afirmación? En que hay causas en las que el ingeniero sin ingenio está imputado, pese a que don Joaquín diga que no. Para él, “Cuando la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) pidió la inhibición de bienes de Mauricio Macri por el caso Vicentin (una causa penal en la que nadie está siquiera imputado) quedó claro que la persecución del ex presidente forma parte de la estrategia oficial”. 

Oiga, Morales, a esta altura de su vida debería saber que el hecho de que alguien no haya sido todavía indagado o procesado no quita que revista la calidad de imputado. Y que el pedido de inhibición es lo que corresponde cuando se trata de una causa penal en la que se investiga cómo pudo un gobierno prestarle 18.700 millones de pesos a una firma que estaba en graves problemas y que incumplía sus pagos, préstamos que se extendieron casi hasta el mismo 10 de diciembre de 2019 (todo noviembre registra casi un préstamo por día, entregado por el Banco Nación a Vicentín, sin que se encuentren pistas del destino dado a ese dinero). Ni qué hablar de las otras causas que se conocieron en estos días. Porque en ellas radica el modus operandi del macrismo. Espionaje (que siempre es ilegal), profusa difusión por los medios de los hallazgos (mayormente inventados) de los espías, jueces y fiscales dispuestos a encarcelar a quienes se les pida, destruyendo el principio de inocencia, las garantías del debido proceso y el derecho a la defensa, y la mirada siempre vigilante de Marquitos, Pepines y demás. 

Después, dice Joaquín que es “Demasiado pronto para tener a la gente en las calles”(20/06/2020), y se alegra al contarnos que “Alberto Fernández tropezó con un juezdel interior profundo. Fabián Lorenzini, magistrado del fuero Civil y Comercial de Reconquista, echó de Vicentin a los interventores que envió el Presidente. Fue una derrota no solo del Presidente, sino también del viejo profesor de la Facultad de Derecho. Muchos constitucionalistas le habían advertido que su intervención a la empresa agroexportadora era inconstitucional”. Le faltó solamente decir que al fin aparece un juez de la república, como les gusta parlotear a sus lectores.  Soy abogado desde hace muchos años. Desempeño la docencia en universidades públicas. Pero no voy a ser yo quien opine de Lorenzini y su fallo. Prefiero recurrir a un constitucionalista de los que siempre son preguntados por LA NACIÓN, que no es amigo mío, ni demuestra simpatía alguna por las mayorías populares. “La resolución del juez Lorenzini en el caso Vicentin reconoce que es incompetente, modifica de oficio el nomen iuris de la acción, la transforma en autosatisfactiva y por lo tanto en definitiva pero fija contracautela y ordena el traslado de la demanda al PEN. Una joya”. (Andrés Gil Domínguez, consultado por LA NACIÓN el 20/06/2020). O sea, un fallo que no se sostiene jurídicamente por ningún lado. Salvo la defensa de Morales y sus compañeros. Defensa que le sirve para preguntarse: “¿Qué le pasa a Alberto Fernández que prefiere recostarse en las viejas políticas de Cristina Kirchner en lugar de ser lo que prometió ser? El Presidente de los últimos días es distinto del que una mayoría social votó en octubre pasado. Un presidente más influenciado ahora, en efecto, de lo que estaba antes por la ideología y las prácticas del cristinismo”. Desconozco alguna promesa que pueda haberle hecho Alberto a don Joaquín, y me permito suponer que no hubo ninguna. Si corresponde juzgar si cumple o no con lo que ofreció como propuesta al electorado, le correspondejustamente a los votantes expresarlo. No parece, al menos a esta altura, que quienes lo eligieron (y bastantes más) estén descontentos.  

Los que lo están, como era de suponer, son los corifeos de esa derecha que solo habla de la República y las instituciones de la boca para afuera, pero las denigra y destruye cada vez que puede. Que grita por la libertad, cuando lo que pretende es quitársela a las mayorías. Esa derecha que tal vez crea que Carlos M. Reymundo Roberts es gracioso, cuando narra “La semana fatal, contada por Alberto” (20/06/2020), y le atribuye al Presidente que “En su concepción, entre cándida y voluntarista, la economía se arregla. Tan fácil se arregla que no ha sentido la necesidad, desde que supo que iba a ser presidente, de diseñar un plan económico. Ayer lo declaró por radio: Para resolver los problemas de la economía vamos a tener tiempo“.

Todo porque Fernández no sigue los pasos de su predecesor, ni cede a los reclamos del poder económico, y se empecina en poner el derecho a la vida y a la salud de sus gobernados por encima de todo. 

Pablo Sirvén es otro de los destacados columnistas que se destacan en atribuir cualquier mal que pase por estas tierras al peronismo. Sobre todo, las restricciones a la libertad de expresión que según su pluma, le debemos nada más ni nada menos que a Juan Domingo Perón. 

Vamos a sus columnas: “Jefe, no lo entretengo más”: el particular encuentro del Presidente con periodistas de medios públicos”, es la del 19/06/2020, y le sirve para contraponer entrevistas: “Al revés que en su encontronazo con la periodista de Telefe, se vio al Presidente relajado y para nada exigido por los interrogantes planteados. Nadie le preguntó sobre el papel que cumple Cristina Kirchner en la gestión de su gobierno ni cómo se viene allanando su complicado frente judicial”. No se le ocurre, claro que no, que no le preguntan por el rol de la Vicepresidenta porque ya Alberto lo ha dicho una y otra vez. Por otra parte, si hubiera opinado del frente judicial seguramente le habría reprochado entrometerse en los asuntos de otro poder.  Pero estábamos en la película de miedo. Y aquí viene un título que es realmente terrorífico: “El regreso de Mauricio Macri” (21/06/2020). Ni el Drácula de Bela Lugosi o el de Cristopher Lee pueden asustar tanto… Sirvén sirve para contarnos que “Macri piensa que ha comenzado una dramática cuenta regresiva de noventa días para resistir una ofensiva muy fuerte del ultrakirchnerismo, tiempo en el que estará en juego el futuro de la República”. Varias novedades en la nota, como que nos enteramos que Macri piensa, lo cual había sido puesto en duda a la luz de sus acciones de gobierno; que su capacidad de resistencia es para tres meses, y que en ese lapso se juega el futuro de la República. Podríamos sugerir que si los jueces cumplen con su función de administrar justicia, ese futuro puede ir despejando los nubarrones que ese regreso promete. 

Cerremos con Martín Rodríguez Yebra, que al referirse al caso Vicentín, nos cuenta que “Alberto Fernández choca con el muro que venía a derribar” (21/06/2020) y aclara: “En las calles se mezclaban el rechazo a la estatización de Vicentin con el hartazgo por la cuarentena sin final. Es el kirchnerismo rebotando otra vez con los mismos muros”. Cuidado. Que a veces, de tanto golpear contra los muros, estos terminan cayendo.

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