La deshonestidad se define por su contraria, la honestidad, a la cual se utiliza para designar la conducta honorable, decente, digna. Por lo tanto ser deshonesto es carecer de honradez, rectitud. Es actuar con impudicia, indecencia, torpeza, incontinencia, desenfreno.El deshonesto falta a la verdad, engaña, miente.  Ustedes se preguntarán a qué viene esta introducción. Muy simple: volvemos a analizar las columnas de opinión de LA NACIÓN. Y nos encontramos con una serie de análisis que, si no fuera que pese a la pandemia y al aislamiento social preventivo y obligatorio la realidad se empecina en mostrarse, podrían hacernos creer que estamos en una situación de enorme complejidad a raíz de las peleas internas del gobierno. Porque Fernando Laborda, el 07/08/2020, anunciaba la existencia de “El nuevo relato K: disparen contra Mauricio Macri”. Qué puede tener de nueva la crítica al presidente que más vacaciones se tomó en la historia, y que acumuló otros records como el aumento de la deuda externa, la destrucción de puestos de trabajo, el cierre de pequeñas y medianas empresas y de miles de comercios y el uso de la agencia estatal de inteligencia para espiar a propios y ajenos, y perseguir, asociando espías con empleados de los medios hegemónicos de comunicación, jueces y fiscales, a todo aquel que apareciera como opositor. O sea, si hubiera que criticar al ingeniero sin ingenio ninguna crítica sería nueva. Mucho menos cuando ya hace un año que las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias echaron al desván de los malos recuerdos al desgobierno de Cambiemos. Empezamos mal, por lo menos con el título. Pero la intención nada oculta de la nota es mostrar que el Frente de Todos es en realidad el de todos contra todos. Por eso el columnista sostiene que “Los ataques al expresidente Macri, potenciados por su reciente viaje al continente europeo, le permitieron a la coalición oficialista unificarse frente a una cuestión, como el arreglo de la deuda, que siempre ha generado opiniones enfrentadas entre los representantes del ala más dura del kirchnerismo y los exponentes de los sectores moderados que rodean a Alberto Fernández”. Haciendo un poco de memoria, o releyendo notas no tan viejas, podríamos ver que hasta hace poco el Ministro Guzmán -hoy hombre de Alberto y hacedor del milagroso acuerdo-, era un inexperto puesto por Cristina que nada tenía de moderado y nos conducía al desastre. Ahora se transformó en un moderado. No leas nada del archivo, le faltó decir a Laborda. Claro que no es nada. El centro de los ataques, cuándo no, es la figura de la Vicepresidenta. Por eso Sergio (el que no) Suppo decía el 07/08/2020 que “Cristina Kirchner ya controla el Gobierno y el Congreso, y ahora va por la Corte”. Los tinterillos del mitrismo se han esforzado, desde hace tiempo, en hacernos creer que la ambición de Cristina es inagotable, al igual que su ansia de impunidad y su sed de venganza. Que si no las manifiesta públicamente es sólo porque perversamente guarda silencio en público, mientras que en privado despliega sus malas artes. Argucia que usan para decir que Cristina hace lo que no hace, y dice lo que no dice. Así, (el que no) Suppo escribe que “No hace falta ser un experto para ver con claridad que la reforma solo apunta hacia donde se deciden las causas de corrupción: Comodoro Py y la Corte Suprema. Lo que Cristina quiere cambiar es a los jueces que juzgan los casos que la involucran. Y para eso quiere multiplicar la cantidad de juzgados nacionales en la Capital Federal y, también, usar la llave maestra de los nombramientos de los nuevos magistrados”. Uno no se cansa de decirlo. La falsedad de estas afirmaciones es muy simple de demostrar. Si se lee el proyecto de ampliación del fuero federal en lo penal, enviado por el gobierno, queda claro que las causas que se encuentran en trámite seguirán tramitando en sus actuales tribunales. Nada de cambios. Para el caso de los nuevos magistrados que deban nombrarse -en el supuesto de que el proyecto de ley sea aprobado sin modificaciones- se deberán realizar los concursos pertinentes; los que eventualmente puedan subrogar los cargos deberán ser, a ese momento, jueces nacionales con acuerdo a los que el Senado preste su consentimiento para que subroguen las vacantes. La cuestión de la Corte merece un párrafo aparte. El proyecto no habla de modificaciones en el máximo tribunal del país. Lo que se creó fue un comité de expertos, de variada extracción, al que se le dio un plazo de noventa días a partir del 18 de agosto de 2020 para que presenten sus opiniones en relación al Consejo de la Magistratura, al Ministerio Público y también a la Corte Suprema de Justicia. O sea que no sabemos cuáles serán esas opiniones. No creo que (el que no) Suppo tenga el don de adivinar el futuro y conozca de antemano lo que va a suceder de acá a un poco más de tres meses. Pero supongamos que efectivamente la opinión de los expertos es que hay que modificar la Corte. Y que esa modificación implica el aumento de sus miembros. El Ejecutivo, entonces, deberá decidir si está de acuerdo con esa opinión -que de ningún modo es vinculante-, y en ese caso elaborar el proyecto de ley que deberá remitir al Congreso para su tratamiento. Con un poco de suerte ya estaríamos en el año 2021. Si forzamos la imaginación y damos por sentado que el proyecto es aprobado (las sesiones ordinarias comienzan el 1° de marzo) estaríamos al menos casi a mitad del año. A partir de allí debería abrirse el registro de postulantes a ser los nuevos Ministros de la Corte ampliada. Conforme el procedimiento a seguir (que, recordemos, Néstor Kirchner modificó en el 2003 mediante el decreto 222 por el que limitó las atribuciones del Ejecutivo), deberían publicarse los nombres y antecedentes de los postulantes y abrirse el período de impugnaciones. Luego se debería obtener el acuerdo del Senado, con el voto de los dos tercios de los senadores presentes (artículo 99 inciso 4° de la Constitución), y recién ahí podrían tomar posesión del cargo y entrar en funciones los nuevos cortesanos. Mientras ocurra todo eso, con el tiempo que insumiría, los procesos actuales seguirían su curso con los mismos jueces y fiscales que actúan ahora. ¿En qué se modificaría la situación de la Vicepresidenta? En nada. ¿La reforma judicial la beneficia? No hay razones de peso que permitan afirmarlo, a lo sumo son suposiciones arriesgadas que no tienen mucho asidero. Pero eso no hace retroceder a los integrantes de la escudería Saguier-Mitre. Héctor M. Guyot, el 08/08/20, se queja de que habría “A falta de una, dos pandemias. A no alegrarse. No es que se haya dado cuenta de lo que significó la administración del vacacionante record para el país. Por el contrario, lo que causa el padecer de Guyot es que “Cada mañana, entonces, nos saludan dos crisis, la pandemia y la ficción kirchnerista, plagada de voces que uno preferiría no oír, pues bastante tiene con el virus. Sin embargo, por dura que resulte la epidemia, cuesta más entender la remake de una película imposible, ahora en versión reloaded. A los actores se les corre el maquillaje y su argumento es infantil: el reino del revés. En él, una reforma de la Justicia y la conformación de la Corte están en manos de quienes han sido procesados por gravísimos delitos de corrupción”. ¿La ficción kirchnerista? ¿De qué nos habla? Vuelta a decir cosas que ya se han dicho. Los columnistas de la Tribuna de Doctrina son maestros en atribuir a otros sus propios pecados. Porque la ficción está en todas sus columnas. Lamentablemente, es de tan mala calidad que no alcanza ni para filmar la remake de una película de terror de Clase B. Ya se explicó cuál sería el procedimiento para que tanto el proyecto de ampliación del fuero federal penal, el de unificación de los fueros civil y comercial y contencioso administrativo federal y una eventual modificación de la Corte sean aprobados: el debate en el Congreso y la sanción de las leyes pertinentes. No sabemos que la mayoría de los diputados y senadores hayan sido procesados por gravísimos hechos de corrupción. A lo sumo, se podría suponer que eventualmente, si las investigaciones en curso siguen avanzando, varios integrantes de Juntos por el Cambio pasen a hacer compañía en los procesos a sus amigos Arribas, Majdalani y otros espías por el estilo. Por ahora no ha ocurrido. Es mentira entonces lo afirmado por Guyot. Podremos, haciendo uso de alguna conmiseración por el escriba, culpar a los malos asesores a los que recurrió. Porque nos dice, en apoyo de la falsedad que contienen los dichos mencionados, que “el respetado constitucionalista Daniel Sabsay dijo que la reforma esconde la voluntad del Ejecutivo de poner en marcha un vasto plan de impunidad para la vicepresidenta y funcionarios de sus administraciones involucrados en graves hechos de corrupción, que actualmente son objeto de numerosos procesos, a través de una ampliación de la Corte”. No nos aclara quién o quiénes serían los que concedieron el título de respetado constitucionalista a Sabsay. Tampoco sabemos de qué artes ocultas se valió el mencionado abogado para conocer la voluntad oculta del Ejecutivo. Parece ser que el respeto se lo ganó como adivinador del futuro. Viene al recuerdo uno de sus asesoramientos, en este caso al actual defensor del ingeniero sin ingenio, Pablo Lanusse, cuando fue interventor federal (del kirchnerismo) en Santiago del Estero. Sabsay, como asesor estrella, imaginó una reforma constitucional avalada por la realización de algunos encuentros titulados como foros populares. Al interventor, también él abogado, se le advirtió que una reforma impulsada por un interventor federal sería rechazada por los tribunales, dado que aceptarla equivaldría a convalidar que fuera el gobierno federal el que impusiera sus criterios al estado provincial. Que la única manera en que la reforma de la constitución santiagueña podría realizarse (como era necesario) era si las propias instituciones provinciales así lo decidían. Sabsay aseguró que había consultado a la Corte Suprema, entonces de siete miembros, y que conocía sus opiniones favorables. En síntesis, presentado el proyecto de reforma por Lanusse, un senador santiagueño interpuso una acción para impedirlo y la Corte, unánimemente, suspendió el proceso de reforma. O sea, Sabsay perdió siete a cero. Habría que pensar dos veces por lo menos antes de aceptar sus asesoramientos. Claro que Guyot no se quedó solo con Sabsay. Nos dijo también que “En este sentido, otro constitucionalista de nota, Roberto Gargarella, señaló que toda reforma debe analizarse en su contexto y con atención a la historia. ‘Al respecto, debe reconocerse que hasta hoy no se registran movimientos del Gobierno, en materia judicial, que no se hayan dirigido directamente a ganar impunidad’, escribió en su artículo”. Gargarella, con una reputación de liberal progresista, es seguramente más serio que Sabsay. Salvo que comparten una notoria aversión por todo lo que suene a peronismo, populismo, kirchnerismo o algo parecido. Aversión que le impide que su parte progresista se imponga a la liberal, y entonces cae en los mismos vicios. Porque ¿cuáles han sido los movimientos del gobierno en materia judicial? Hasta ahora, a más de haber anunciado que se presentaría un proyecto de reforma -como efectivamente se hizo-, en materia judicial el gobierno no intervino. Salvo que se crea que la decisión de la Interventora en la AFI, Cristina Camaño, de prohibir los siniestros acuerdos de espías y magistrados, es una decisión dirigida a ganar impunidad. Es fácil largar cualquier frase sentenciosa sin aportar ninguna prueba que la sustente, ni ningún argumento serio que le de apoyo, cuando quien la va a replicar hace lo mismo. De serio y verdadero, nada. Tampoco lo encontraremos en las columnas de Claudio Jacquelin. El 08/08/2020 la toma contra Daniel Gollán al que define como “El ministro que vacuna contra la esperanza” y le atribuye dichos que no dijo. Como si eso fuera un obstáculo para los columnistas de LA NACIÓN, acostumbrados desde siempre a presentar como verdades sus inventos. Por eso se permite publicar que “Alguien debería contarle lo que pasa fuera de los despachos a algunos funcionarios. Como a Daniel Gollán, el ministro de ‘salud’ bonaerense. Cuando faltan cuatro meses para el verano (una eternidad) se le ocurrió anticipar que si no hay vacuna contra el covid nos olvidemos de salir de vacaciones”. ¿Qué dijo realmente Gollán? Según el pasquín mitrista, en nota del 07/08/2020, lo que dijo el ministro fue que “Es inimaginable que si no tenemos vacuna vayan cientos de miles de porteños y personas del conurbano bonaerense a la Costa Atlántica“. El diario “El Día”, de La Plata, completa las declaraciones y el 11/08/2020 refiere que Gollán expresó que “Vamos a tener que ir pensando día a día generando estrategias, corrigiendo errores, abriendo y cerrando actividades, porque es un escenario incierto” y agregó que “habrá que pensar modalidades de turismo local”. Lo que está muy lejos de significar que debemos olvidarnos de salir de vacaciones. Por un lado, porque Gollán habló de porteños y personas del conurbano bonaerense, solamente. No de todo el país. Que tal vez para Guyot concluya en los límites del Área Metropolitana Bonaerense, pero no es así. Acostumbrados a ignorar al resto de las provincias, tan unitarios como el fundador del diario, ni piensan que existen otras personas y otras realidades. Y probablemente la posibilidad de una modalidad de turismo local como la sugerida por el ministro aterre a Jacquelin. El 08/08/2020, Joaquín Morales Solá nos decía que estábamos “Frente a la sublevación de los jueces”. Uno se imagina rápidamente a Lorenzetti con vincha a lo Rambo, a Rosenkrantz afilando la bayoneta, a Rosatti enarbolando una metralleta y a las tropas judiciales avanzando desde el Palacio de Tribunales hacia la Rosada. Pero no. Según don Joaquín, lo que sucedió fue que “Es una situación casi sin antecedentes en la historia. Dos Cámaras de apelaciones de la Justicia se pronunciaron contra un proyecto del Gobierno (ni siquiera contra una decisión firme) y sin tener un caso concreto que las habilitara a decidir. No lo pueden tener, porque un propósito como es la reforma judicial, que debe ser aprobado por el Congreso, no agravia a nadie por ahora. Esa fue la muestra más cabal del hartazgo de los jueces por las arbitrariedades de los dirigentes políticos del Gobierno. Una reforma judicial cargada de consejeros, pero que carece de la opinión de magistrados, de fiscales y hasta de los propios jueces de la Corte Suprema”. Morales Solá es lo suficientemente astuto para saber que las Cámaras que se pronunciaron no tenían ni razones ni competencia para hacerlo. Es más que obvio que no se trata de un tema sujeto a su jurisdicción. Están opinando sobre una materia en la que nada tienen que decir, y al fin de cuentas lo único positivo que surge de sus pronunciamientos es que si eventualmente al aprobarse el proyecto alguien interpone una acción que tenga que ser resuelta por alguna de esas Cámaras, estarán inhibidas de intervenir por haberse pronunciado anteriormente. Hay que leer bien a Morales Solá. Y entonces vale preguntarse, ¿cuáles son las arbitrariedades de los dirigientes políticos del gobierno? Ni una sola que haya sido enunciada, salvo la elaboración del proyecto de reforma  judicial, sobre el cual no hay ninguna obligación de consultar previamente ni a jueces ni a fiscales ni a ministros de la Corte, que de todas maneras son libres de opinar y si les parece, pueden pedir hacerlo ante las Cámaras del Congreso. ¿Reforma cargada de consejeros? No. Los consejeros están para opinar, ya lo explicamos. No van a ser ellos los que reformen. Entonces a qué tanta alharaca sobre la rebelión de los jueces, mucho más cuando se pronunciaron dos Cámaras de la Capital Federal cuando solamente en el fuero federal hay mil seiscientos cargos. ¿Qué porcentaje de jueces se sublevó? Nada digno de mención. Salvo para horadar al gobierno. Fracasados los pronósticos que hablaban del inminente default, hay que insistir en otros temas. No importa por qué medios. Así lo entiende el novelero Jorge Fernández Díaz, que el 08/08/2020 se la agarra con “La deshonestidad intelectual del kirchnerismo” a la que considera “uno de los rasgos fundamentales de la acción política del oficialismo, que no solo escribe convicciones en una pizarra mágica, donde se borran pocos días después, sino que se maneja con una consigna básica pero efectiva: en la guerra, como en el amor, todo vale. Porque su lógica es de guerra popular prolongada a los críticos e insumisos, que estorban para construir una hegemonía, y porque su ideología verdadera -o en realidad su no ideología- es el feudalismo: solo se trata de prevalecer y perpetuarse”. ¿Cuáles serían las convicciones que se borran de las mágicas pizarras oficiales? Que no se equivoque el escriba. No es el guión de una de sus novelas lo que está en juego. No es el oficialismo, en todo caso, el que está en guerra. Los que se la declararon desde el mismo momento en que se anunció la fórmula de Alberto y Cristina son los mismos de siempre. Los que viven en guerra contra todo lo popular. Los que exterminaron a los caudillos federales, eliminaron a los gauchos, reprimieron a los anarquistas, derrocaron a Yrigoyen y persiguieron a sus seguidores, proscribieron al peronismo y fusilaron, torturaron e hicieron desaparecer a miles de personas. Hoy encubiertos con otros ropajes pero con la misma saña que exhibieron en los más de dos siglos de nuestra historia. Para ellos escribe Fernández Díaz. Para los dueños de la hegemonía, que no piensan en abandonarla. Para los dueños de las tierras y del capital especulador. Para los lectores de LA NACIÓN, en fin. Cuya convicción radica en la perpetuidad de su dominio, en la intangibilidad de sus ganancias, en el interés como única bandera. La ideología, señor novelero, es una forma de ver al mundo que se expresa en todas las actividades humanas. El feudalismo seguramente es lo que usted y sus mandantes añoran, todavía no conformes conque las personas tengan derechos y quieran ejercerlos. Los que han tratado por todos los medios, incluso los peores, de prevalecer y perpetuarse son ustedes. Los críticos e insumisos siempre los enfrentaron. Y lo seguirán haciendo, no se equivoquen. Porque por más falsedades que publiquen, disfrazándolas de verdades que no necesitan pruebas, por más impudicia que demuestren, como en el caso del presidente que supieron conseguirse entre 2015 y 2019 y su impúdica exhibición de riqueza mal habida, por más torpeza y desenfreno que pongan en su afán de confundir y desinformar, por más incontinencia verbal en sus ataques e indecencia en sus procederes, la mentira siempre tiene patas cortas. Y al final del camino todos se dan cuenta de quiénes son los verdaderos deshonestos.

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