Según el Diccionario de la Real Academia Española, desquiciado es algo desencajado, sacado de quicio; descompuesto, privado de firmeza; trastornado, exasperado. Y la Argentina de hoy, en plena pandemia, ofrece un muestrario de cosas y personas que se pueden identificar con esa definición. ¿Cómo, si no, puede explicarse que haya quienes marchen creyendo que la tierra es plana, junto a los defensores del patriarcado y los anti abortistas, al lado de los que sostienen que el coronavirus no existe y que la vacuna para combatirlo es un pretexto ruso para modificar nuestro ADN y volvernos comunistas? Todos, eso sí, unidos en defensa de la República. Que vaya uno a saber qué significa para ellos. Un mundo en descomposición, fuera de encaje. Por obra y gracia de muchos que trabajan con un tesón que no sabe de pausas y sí de prisas. Entre ellos, los escribas de LA NACIÓN. Que ya mucho antes de la pandemia trazaron un camino a seguir para enfrentarse al triunfo de los Fernández en las elecciones de octubre de 2019. La enemiga principal, quedó en claro hace mucho tiempo, es Cristina Fernández de Kirchner. La mujer que osó desafiar los poderes reales de este país y plantear un modelo que no obedecía a los dueños de la tierra, de la que se apropiaron cuando el fundador del pasquín sentó las bases del Estado oligárquico, sobre la sangre de las últimas montoneras federales. Por eso Carlos Pagni, el 03/09/2020, habla de Polarización y conurbano, las prioridades de Cristina Kirchner. Cristina, siempre Cristina. No Alberto, no el Frente de Todos, solo Cristina y el kirchnerismo. Denigrados, culpados de cuanta cosa les parezca mala a los señores de la derecha. Que no ven sino lo que ellos quieren ver, y lo reflejan en esos odiados enemigos que para mal de sus intereses, han vuelto al gobierno. Después de tantas veces que la Tribuna de Doctrina los dio por muertos y enterrados. Dice Pagni “La estrategia central de la vicepresidenta es la ruptura. Ella pretende asegurarse la orientación conceptual de la gestión. Y garantizar con recursos presupuestarios la fidelidad de su base electoral. Su método para conseguirlo no consiste en elaborar un programa. Prefiere mantener un inventario de conflictos. Es sabido: quien define los conflictos define el juego del poder”. Palabras que podrían aplicarse a las acciones que la derecha viene llevando a cabo desde el triunfo electoral de los Fernández: romper con todo aquello que signifique búsqueda de consensos democráticos y mantener activo cualquier conflicto, cierto o inventado, que sirva a sus intereses. Y veamos si no es así. Se reclama para que el Congreso funcione pese a la pandemia. Cuando ambas Cámaras se ponen en marcha, entonces hay que lograr que no sesionen. Negarse a debatir cualquier proyecto que no sea acorde a sus intereses. Aunque para ello se ponga en riesgo la salud, no solo de los legisladores sino de todos los que trabajan en el Congreso y por extensión, sus círculos familiares. Eso sí, se rompe cualquier posible acuerdo acusando al oficialismo de ser el rupturista. Quien define los conflictos define el juego del poder, dice Pagni. Que no es el único embarcado en este juego de podredumbre mediática. El pseudo humorista Carlos M. Reymundo Roberts habla el 05/09/2020 del “excitante país de los Fernández”. Con el tono socarrón de un mal cuentista de ocasión, el columnista se refiere ala Casa Rosada, hoy de hecho convertida en un gran museo cuyas vitrinas exhiben un Presidente, un jefe de Gabinete, una lapicera para firmar decretos de necesidad y urgencia”. Porque se trata de crear la imagen de un gobierno paralizado, sin reacción frente a la crisis. Ignorando la realidad, que muestra que, pese a la pandemia y al desastre creado por el macrismo, cuya gestión consistió en dejar tierra arrasada en todas las áreas del Estado, el gobierno ha logrado un acuerdo favorable para renegociar la deuda creada por los fugadores seriales de divisas; recuperó y mejoró el sistema de salud pública, que hoy vuelve a ser puesto en riesgo por la avanzada feroz de los anticuarentena, a los que no les importa cuanta vida dejen por el camino, si les sirve para su operación de desgaste del gobierno. Y sancionó más leyes, funcionando de manera virtual, que las que los cambistas del ingeniero sin ingenio llevaron al Congreso cuando la pandemia no existía. Como siempre viene bien citar en apoyo de sus inventos a un tercero (aunque sea para contradecirlo) Roberts recurre a un cineasta que alguna vez pareció bueno, hasta que el odio sin razón demostró su real valía. “En silencio estamos perdiendo el país, dijo el gran Campanella. Discrepo. No es en silencio”. No están perdiendo el país, sino el manejo brutal del despojo que imponen desde hace más de un siglo y medio a los habitantes del mismo. Y no es en silencio, sino vociferando su veneno y su despecho desde sus coches de alta gama, que buscan aturdir con sus bocinazos para que nadie advierta lo pocos que son en realidad y el mucho daño que causan. Si toca hablar del Presidente no es para señalar algún acierto sino para seguir creando su imagen de marioneta cuya sumisión a la reina maléfica nos lleva al desastre. Por eso Martín Rodriguez Yebra titula el 05/09/2020 “Alberto Fernández y las verdades incómodas de un gobierno de científicos”, pero cuando leemos la nota no encontramos esas verdades que incomodan sino un nuevo cúmulo de frases que quieren hacernos creer en el mundo descompuesto del nuevo mitrismo. Lo que sí encontramos es una nueva referencia a Cristina: “La vicepresidente fue pionera en la estrategia de crear realidad a partir de su propia percepción, sin atender la mirada ajena. Esa fórmula, está probadísimo, resulta infalible: haciendo lo mismo una y otra vez se llega irremediablemente al mismo lugar”. Es notable cómo al pretender atacar al kirchnerismo, los empleados de LA NACIÓN describen el accionar propio y de la derecha a la que sirven. Creando realidades a medida, aunque estén alejadas de la única verdad que, como ya se sabe, es la realidad no inventada. Y haciendo lo mismo una y otra vez: destruyendo la industria, ahogando a la pequeña y mediana empresa, endeudando al país han logrado crear pobreza, marginación, dependencia y frustración, así en 1862 como en 2016. LA NACIÓN fue fundada por alguien con pretensiones de literato. Tal vez por eso se sienten obligados, sus sucesores, a contar con alguno que tenga iguales ilusiones. Por eso escribe Jorge Fernández Díaz el 05/09/2020 que “La peste somos nosotros”. Gran verdad la que dice, pero claro, sus dotes literarias no le dan para congeniar título y contenido y en lugar de un reconocimiento de culpas, encontramos más ataques contra el populismo tan execrado: “El peronismo pragmático es un papel en blanco, mientras que el peronismo mesiánico es un fatigoso manual de Ernesto Laclau. El primero tapa con imposturas y falsos consensos sus fruslerías; el segundo traza los renglones y escribe sobre ellos sus febriles fundamentos para romper el sistema”. Fruslerías son, para Fernández Díaz, la incorporación de los trabajadores a la vida política nacional; el reconocimiento de sus derechos; la distribución más igualitaria de la riqueza que haya llevado adelante cualquier partido que haya gobernado la Argentina; la construcción de una cultura nacional con pensadores de la talla de Scalabrini Ortiz o Jauretche, por citar solo un par. Los febriles fundamentos no son los de los opositores que creen que la tierra sigue siendo una planicie interminable, no. Son los de quienes quieren continuar esa tarea que el movimiento nacional se empeña en recomenzar cada vez que se ve obligado a rescatar al país de las recurrentes crisis en las que lo ahogan los gobiernos de la derecha. Claro que el apoyo de los votantes a esa tarea se da porque “una parte de la opinión pública -por interés, ignorancia, pereza o simple necesidad existencial- se niega a digerir que esa importante facción, hoy en los máximos cargos institucionales, trabaja para consagrar un régimen autoritario de partido único”. Cuántas veces habrá que recordar que el peronismo siempre llegó al poder por el voto popular. Y fue desalojado del mismo por dictaduras sangrientas, en 1955 y en 1976, o por un conjunto de saqueadores que vinieron a llenar sus arcas (eso sí, depositadas en los paraísos fiscales) con la deuda que contrajeron para que el resto la pague. Esos saqueadores que hoy son extrañados por un “movimiento republicano popular, que desde hace un año y medio se ha venido manifestando de manera masiva en las calles y plazas de toda la República. Un movimiento inorgánico, transversal y policlasista, sin partido ni líder, preocupado por frenar el obvio intento de feudalización y la destrucción definitiva del país normal“. Ni movimiento, ni republicano, ni popular. Tampoco inorgánico: aunque los desencajados no lo sepan, responden a intereses concretos que piensan cada acción y conservan su organicidad que por cierto, no es ni transversal ni policlasista. Responde al pensamiento de la derecha recalcitrante, y desprecia con la soberbia hegemónica de los dueños del poder a las clases subordinadas, marginales, dominadas. Quienes gritan consignas incomprensibles para cualquier persona racional, no son “esos anónimos ciudadanos a quienes no movilizaron ni los medios -con los que suelen ser críticos- ni las cúpulas de los partidos -con las que no suelen tener contacto- corrieron el riesgo en plena pandemia de marchar y alzar su voz para que la Justicia no sea colonizada, mientras eran vituperados por supuestos defensores del institucionalismo”. Sí que son los medios los que los movilizan, y sí que sirven a los partidos políticos nucleados en esa alianza antipatria denominada Juntos por el Cambio, cuyos dirigentes marchan, ellos sí conservando una prudente distancia para no contagiarse. Que corran el riesgo los que están privados de firmeza, que ellos embistan contra el proyecto de reordenamiento del fuero federal, cuyos términos no conocen, cuyos alcances les son extraños porque nunca leyeron ni el proyecto, ni el dictamen de las comisiones, ni lo aprobado por el Senado, pero que están seguros -porque voceros tan serios como LA NACIÓN y su primo el clarinete mentiroso se los han dicho-, que constituyen un atropello a la Justicia. Que tampoco saben lo que es, porque se la confunden con los tribunales degradados y envilecidos por las prácticas de una derecha que los tiene a su servicio. El mismo 05/09/2020 Héctor M. Guyot alerta sobre “La traición que anida en el Gobierno”. No es la traición a la Constitución que dicen respetar, ni a las instituciones democráticas que pretenden defender la que preocupa al columnista de los Mitre-Saguier. Que se siente tentado a incurrir en el territorio de la salud mental y entonces cuenta que “La sensación es que el país se desliza por la pendiente de la esquizofrenia, que es lo que ocurre cuando la palabra se emancipa de la realidad porque, lejos de ser usada como medio para comunicarse, es manipulada como arma para eliminar al adversario y vencer los obstáculos que limitan la voluntad, incluida la ley”. Es lo que hacen cotidianamente desde las páginas del medio que lo emplea. Es lo que, en definitiva, él mismo contribuye a que ocurra. Digo que lo que hago lo hace otro. ¿Esquizofrenia, dice? Manipulación de la palabra, claro. Porque hay que hacer creer que “Cristina Kirchner y Alberto Fernández se necesitaron para volver y siguen apoyados el uno en el otro, pero sus verdaderos objetivos son incompatibles entre sí y esa evidencia multiplica el clima de alienación”.Cuáles son esos verdaderos objetivos, no lo sabemos y Guyot no se toma el trabajo de explicarlos ni de darnos evidencia firme sobre su existencia. De lo que sí se ocupa es de volver una vez más a atacar al adversario y atribuirle todo lo malo. Porque “En el peronismo, la traición es virtud: siguen al que mata y olvidan al que muere”. Ojo, Guyot. Los que convocan a la muerte son los que salen trastornados a enfrentar al enemigo silencioso que ataca a todo el mundo. Que por cierto, no parecen ser peronistas. Y cuidado también, que el peronismo sufrió miles de víctimas cuando las dictaduras asesinas a las que LA NACIÓN aplaudió usurparon el poder. Al día siguiente, el 06/09/2020, Pablo Sirvén anuncia que “Buscan vacuna contra Larreta y la ciudad”. Pero no se trata de informar los pasos que da el gobierno para que se pueda contar con el freno para el COVID-19. Tampoco de reconocer que pese a todas las dificultades que se padecen, es la estrategia de preservar la vida por sobre todo la que ha ahorrado mayores daños al país. La misma estrategia que los gobernantes de la ciudad puerto desconocen y contradicen cotidianamente, al disponer más y más aperturas que solo aumentan los contagios y su tremenda consecuencia, la muerte de cada vez más personas. Para el servicial escriba, lo que ocurre es que los gobernantes “No soportan que la gran vidriera nacional, que es Buenos Aires, pueda ir dando pasos firmes hacia la normalización, en la medida que la cantidad de contagios sigan en un número estable, pero alto, entre 1100 y 1300 casos”. No es así, los pasos que se dan no van por el camino de la normalización, es terrible si se piensa detenidamente que alguien que escribe en un medio de comunicación masiva crea que es normal y estable que entre 1100 y 1300 personas se contagien cotidianamente de un virus que hasta ahora no reconoce otra barrera que el aislamiento preventivo. Pero qué son esas vidas comparadas con los intereses que LA NACIÓN defiende… Ya se habló de los delirios del Duhalde malo y sus versiones sobre el inminente golpe. Pero siguen sirviendo para que Joaquín Morales Solá, el 06/09/2020, describa “El verdadero golpe de los Kirchner”. Siempre Cristina, pero agreguemos a su hijo. Porque claro, por la voluntad popular expresada en los comicios de octubre de 2019, una preside el Senado y el otro el bloque oficialista en la Cámara de Diputados. Situación que para alguien que anunció una y otra vez el final del kirchnerismo es cada vez más insoportable. Así que no vamos a hablar de cuanta interrupción del orden constitucional produjo la derecha desde que don Bartolo derrocara a Derqui. No. “Los dos Kirchner, con no pocas complicidades, están perpetrando el verdadero golpe, después de que se hablara de tantos golpes. Es el que busca anular a la institución parlamentaria y, de paso, también a la judicial. Las dos instituciones van de la mano en estos momentos, camino al cadalso”. En la jerga moralista, anular al Congreso es hacerlo sesionar para que se discutan y aprueben los proyectos de ley. Y si uno de esos proyectos busca mejorar y reorganizar el funcionamiento de los tribunales del fuero federal, eso es condenar a muerte al Poder Judicial. El más desprestigiado de los poderes del Estado, el único que no responde al mandato soberano de los votantes. Morales Solá insiste en proclamar falsedades. Por eso dice que “el manejo del Senado quedó expuesto el viernes cuando una comisión cristinista decidió de un plumazo rechazar los acuerdos para los camaristas federales Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que condenaron en su momento a Cristina”. No es una comisión cristinista, es una comisión de legisladores electos por el voto popular. Y Bruglia y Bertuzzi no son camaristas federales. Fueron designados para integrar tribunales de juicio, y el macrismo los trasladó a otra función distinta a la que les compete. Y en esa función que nunca debieron desempeñar, tampoco pueden condenar a nadie, porque no es tarea de las cámaras de apelación hacerlo. Solo se limitaron a cumplir las tareas que uno puede presumir les encomendaron quienes contra el orden legal los pusieron en esos cargos: confirmar los engendros inventados contra Cristina y sus funcionarios. Poner las cosas en su lugar no es dar un golpe. Golpes son los que dieron los mismos que violaban los derechos humanos en Tucumán cuando Morales Solá empezaba sus trabajos. Bien lo debería saber. Un toque del inefable Luis Majul. El 06/09/2020 dice que “Avanza ‘el golpe’ de Cristina Kirchner para ‘evitar la cárcel’ y perpetuarse en el poder“. Otro más que habla de golpe. Como si buscaran crear un clima. Pero como dicen, el pez por la boca muere. Y si no, fíjense en lo que dice el tinterillo: “¿En qué consistiría este golpe sui generis aquí y ahora? En hacer funcionar al Parlamento de manera virtual para aprobar leyes estructurales. Leyes que cambian todo el sistema”. No le vamos a pedir mucha coherencia a alguien que en sus mejores momentos se jacta de llegar a tres ideas, pero se ve que no comprende lo que escribe. Porque hacer funcionar al Parlamento es justamente la tarea que debe cumplir quien, por mandato de los votantes y conforme a lo que dice la Constitución, preside el Senado. Mejor todavía, si se trata de leyes estructurales, que cambien un sistema que por donde se lo mire da muestras de corrupción e ineficacia. Terminamos con el que empezamos. Carlos Pagni, el 08/09/2020 nos habla de “Alberto Fernández y una crisis en cascada”. Casi lo mismo que decía en la primera nota que analizamos. Para PagniCristina Kirchner tiene una orientación general de dónde quiere estar parada y hacia adónde quiere ir, pero lo más claro que tiene la vicepresidenta es un inventario de conflictos. Eso es lo que define la política para ella y es lo que le impone a Fernández: peleas en vez de un programa”. Es cierto que la política se define por los conflictos que debe resolver. Por eso, para cualquier gestión de gobierno es imprescindible contar con un inventario de esos conflictos, primer paso para poder diseñar las soluciones que los resuelvan. Soluciones que seguramente llevarán a más de una pelea. Contra los que creen las mentiras que cotidianamente vomitan los medios hegemónicos y los mercenarios que pululan en las redes sociales, y que salen a quemar barbijos en nombre de la salud, a aplaudir levantamientos policiales, a agredir a todo lo que no entienden. Trastornados, exasperados. Desquiciados.

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