Esta semana la columna se va a dedicar a algunos personajes que pueblan las páginas de LA NACIÓN, sea como protagonistas de las notas, sea como quienes las escriben. Personajes que para el pasquín de los Mitre-Saguier revisten una especial relevancia, generalmente porque sus acciones y opiniones coinciden con la forma de ver las cosas de la Tribuna de Doctrina. Personajes que aparecen como triunfadores, ejemplo claro de la meritocracia tantas veces ensalzada. Pero que en realidad son la cara visible del fracaso moral y ético de la derecha argentina, que siempre miró con desprecio a los sectores populares e instaló como una verdad incuestionable la presunta superioridad de la oligarquía vernácula. Empecemos por Jorge Fernández Díaz, que presume de literato y entonces se cree autorizado a enunciar sus proclamas como si fueran ejemplo de profunda sabiduría, lo cual el 15/11/2020 le permite ensalzar a otro ejemplar de la misma categoría, Juan José Sebreli, presentado como “El testigo desobediente que lo vio todo”. Pérez Sebreli, como se apellida en realidad, pasó de sus análisis que pretendía anclados en la tradición marxista a pontificar para la derecha que rápidamente lo ubicó en su panteón. Enemigo acérrimo del peronismo, definió a la experiencia iniciada el 25 de mayo de 2003 como una  expresión neopopulista latinoamericana, a la que catalogó de cesarismo plebiscitario y acusó de ser el contraste de una república democrática. Eva Perón, Carlos Gardel, Ernesto Guevara, y hasta Diego Maradona fueron crucificados en su altar de intelectual que flota muy por arriba de la realidad a la que prefiere denostar antes que comprender. Pues bien, el novelero Fernández Díaz toma prestados los evangelios de Sebreli y arremete contra “La idiosincrasia dual peronismo, que transmite hacia afuera una imagen pobrista, y que practica hacia adentro una existencia opulenta”. Su devoción por Sebreli la justifica explicando que “De joven opté por Ramos y seguí leyendo a Juan José para discutir secretamente con sus teorías. A medida que fui madurando y dándome golpes contra la vida y la historia, fui apartándome del primero y dejándome persuadir por el segundo. Es una suerte que el proceso no haya resultado exactamente al revés, puesto que entonces no sería hoy un liberal de izquierda, sino un mero kirchnerista”. Frase que contiene una de las fantasías más ridículas de los últimos tiempos: un Fernández Díaz de izquierda… Puede ser que Sebreli crea realmente que es de izquierda. Acaso se le pueda reconocer su participación en la creación del Frente de Liberación Homosexual, en tiempos en que el odio homofóbico era una constante de la vida pública de nuestra sociedad. Pero su fracaso radicó en su imposibilidad de entender a los sectores populares y a su irrupción en la historia, a partir de aquel 17 de octubre de 1945 que cambió para siempre la escena política. Como muchos otros pensadores que se formaron en la visión de un Estado-Nación forjado por Mitre y Sarmiento, que se pretendió europeo antes que americano y que buscó aniquilar todo rastro de las montoneras irredentas, Sebreli no sintió como propia la memoria colectiva, que persistió empecinadamente en la reivindicación del gauchaje que se alzó en armas para construir el sueño de una patria grande y liberada. Rara expresión de una izquierda sin pueblo, sin un sueño colectivo, sin alma, Sebreli es el fracaso de una intelectualidad divorciada de su tiempo y su gente. Esa es la filiación que enamora a Fernández Díaz, que se caracteriza por despreciar al pueblo y condenar sus experiencias, buscando el reconocimiento de los sectores de poder que acaso ni siquiera compren sus novelitas banales. Carente del genio de otros escritores de la derecha, Fernández Díaz solo se emparentará con Borges o Bioy Casares en el odio al peronismo. Un odio que también se expresa en los dichos de quien ocupa nada menos que el cargo de Ministra de Educación en la Ciudad Autónoma. LA NACIÓN informa el 16/11/2020 que “Soledad Acuña cuestionó a los maestros que eligen militar en lugar de hacer docencia“. Primer error de la funcionaria de Rodríguez Larreta, porque militar es hacer docencia, es formar generaciones comprometidas en la búsqueda de solucionar los problemas que aquejan a nuestra sociedad. Sigue la nota diciendo que “Acuña señaló que los institutos docentes están ideológicamente tomados por la izquierda”. Vaya uno a saber de qué institutos docentes habla, aunque uno pueda sospechar con cierto asidero que jamás pasó por alguno. Lo que queda clara es su vocación maccartista, que hace pensar que hubiera sido más feliz en los oscuros días de las dictaduras que arrasaron con todo. Ocurre que según la Tribuna de Doctrina, Acuña señaló que los docentes  “Empiezan a estudiar la carrera docente como tercera o cuarta opción luego de fracasar en otras carreras. Y si uno mira por nivel socioeconómico, que no debería ser un determinante, pero si uno mira en términos de capital cultural y de experiencias enriquecedoras para aportar en el aula. La verdad que son cada vez más de los sectores más vulnerables los que eligen la carrera docente“. ¿Cuántos docentes conoce la Ministra? ¿Qué estadísticas maneja para sostener que esa noble profesión solo se elige por descarte? ¿Qué datos le permiten calificar como fracasados a los maestros? Acuña cree que sólo los sectores de mayores recursos poseen capital cultural y experiencias enriquecedoras. La experiencia nos dice que esos sectores históricamente solo se preocuparon por enriquecerse y aumentar su capital, no precisamente cultural, a costa del sacrificio del resto. La educación nunca figuró entre sus prioridades. Pero LA NACIÓN nos cuenta que la funcionaria fue más allá: “Es uno de los grandes problemas y tiene que ver también, hablando de la raíz, con la formación y con el perfil de quiénes eligen estudiar, que eligen militar en lugar de hacer docencia cuestionó- y, a la vez, convocó a los padres a denunciar los actos de ‘adoctrinamiento’ que observen de parte de los docentes en las clases virtuales que toman sus hijos”. Confirmada la vocación de la ministra: denuncien, señores, a los docentes que se permiten pensar que una sociedad justa es posible. Como pedían los militares genocidas. Uno puede imaginarse qué piensa la ministra que debería hacerse con los docentes denunciados, y no es nada bueno. Por suerte para la ministra, casada con un político saltarín que pasó de defender piqueteros a reprimir merenderos, LA NACIÓN tiene columnistas dispuestas a defenderla. Ahí sale Laura Di Marco, el 18/11/2020, titulando: “Incorrección política: el ‘horrible’ pecado de la ministra”. Que es un pecado, no cabe duda. Y realmente horrible. Porque lo es que alguien a quien se le encomienda diseñar y ejecutar las políticas educativas para la población porteña desprecie y discrimine a quienes cotidianamente trabajan en condiciones que distan mucho de ser las ideales, cuyos salarios son utilizados como moneda de cambio en cuanto ajuste se piense y que pese a ello, cumplen con su tarea con su mejor dedicación. Pero Di Marco cree que “la ministra Soledad Acuña se lanzó a pulsear en el barro con verdades políticamente incorrectas y, como era de prever, fue mediáticamente acribillada por el aparato de poder de la coalición gobernante. Los medios filo-K manipularon a su gusto lo que, en verdad, dijo en un video que se viralizó y los sindicatos docentes porteños, alineados con el kirchnerismo y la izquierda, la están empujando a renunciar”. Di Marco cobra por sus notas en la ventanilla de uno de los dos diarios que se reparten el 75% del mercado gráfico de la Argentina, desde que asociados con la dictadura genocida se apropiaron de la empresa monopólica en la fabricación de papel para periódicos. El otro socio es totalmente hegemónico en los medios audiovisuales, desde que lograron que por un decreto sin necesidad ni urgencia el ingeniero sin ingenio derogara el núcleo anti monopólico de la ley de servicios de comunicación audiovisual. Ese conglomerado que forman la Tribuna de Doctrina y sus primos del clarinete mentiroso es el que se dedica tenazmente a acribillar a quien se atreva a manifestar un pensamiento distinto al de los dueños del poder, tarea en la que no escatiman falsedades, desinformaciones, ofensas y difamaciones de todo tipo. Que le atribuya esas conductas al aparato de poder de la coalición gobernante es realmente algo inconcebible. ¿Qué es lo que manipularon los medios filo-k? La entrevista en la que Acuña desnudó su pensamiento se la hizo Fernando Iglesias, paradigma del antiperonismo más cerril, violento y agresivo. No se trata, precisamente, de alguien filok sino todo lo contrario. Son las palabras de la ministra las que la condenan, y si el gobierno porteño tuviera un mínimo de ética le habría pedido la renuncia, cosa que por supuesto no hizo. Para Di Marco hay aparatos psicopáticos de poder cuyos miembros, que nuna piden perdón, “siempre logran obligar a sus críticos a hacerlo. Esta vez por deslizar una serie de verdades políticamente incorrectas sobre la tragedia educativa argentina”. Uno podría estar de acuerdo con la existencia de esos aparatos, solo que son aquellos para los cuales Di Marco escribe, y no los que pretende criticar, mientras crea nuevas categorías de aparatos, o de psicopatías, algo que excede claramente a sus conocimientos. Pero bueno, no se puede triunfar en todo. Otro ejemplo que nos brindan los herederos de don Bartolo es el de Jonatan Viale, que el 17/11/2020 se pregunta “¿En qué momento la Argentina se convirtió en esta porquería?”. Ya la pregunta lo traiciona. Parece que nadie le explicó en qué consiste eso del amor a la patria. O a lo mejor, lo que pasa es que la patria que él quiere es otra. Porque patria es un concepto que adquiere significado cuando se piensa en la gente con la que se comparte no solo un territorio sino una historia común y un proyecto de vida. Cuando se piensa en el pueblo. Y todo lo que sea pueblo es algo que el politólogo Viale no aprendió a valorar positivamente, en sus clases en la Universidad privada donde estudió. De tanto ejercer lo que él cree que es periodismo, y de la manera que lo hace se le confunden los conceptos. Dice Viale que “Argentina es ese país donde es más conveniente tomar un terreno que comprarlo, si no preguntale a Grabois; es más conveniente no pagar los impuestos que pagarlos, porque siempre vas a tener un blanqueo a mano, y el que quiere estudiar no puede“. Claro, no vamos a pedirle que entienda cosas como la falta de viviendas o el reparto desigual de las riquezas y las tierras. Porque no nos habla de la toma de los terrenos de los pueblos originarios, entregados a los fundadores de la Sociedad Rural que financiaron el genocidio que la historia oficial vende como la conquista del desierto. Tampoco del inglés amigo de su admirado Macri, que se apropió hasta de un lago. No, para Viale lo malo es que los pobres quieran tener su pedacito de tierra. Habría que contarle que los que evaden los impuestos son los mismos a los que sirve, que se fabricaron los blanqueos a medida, y si no que le pregunte al domador de reposeras y sus secuaces. Los que no pueden estudiar forman parte de la niñez marginada, excluida, por la falta de trabajo de sus padres, por el desfinanciamiento de la educación pública, por las políticas que llevaron a cabo los saqueadores del estado que gobernaron entre 2015 y 2019. Los mismos para los que desempeña sus tareas. Tal vez por andar por dónde y con quiénes anda ve porquerías por todas partes.  Otro de los triunfadores columnistas es Joaquín Morales Solá que el 18/12/2020 nos cuenta acerca de las “Victorias y derrotas de un impuesto”. Se refiere, por supuesto, al impuesto extraordinario que logró media sanción, y que de convertirse en ley, gravaría a poco más de nueve mil personas. Algo así como el 0,02% de la población argentina. Morales se apura a preguntarse “¿Qué habrán pensado los delegados del Fondo Monetario cuando vieron a la militancia oficialista celebrar un ‘impuesto a los ricos’? ¿En qué país habrán imaginado estar cuando descubrieron que es un impuesto confiscatorio e inconstitucional?”. Cualquier periodista más o menos informado sabe que al menos cinco países de Europa y otros seis de América Latina o sancionaron normas de este tipo o las están debatiendo. España, Rusia, Suiza, el Reino Unido, Italia, Alemania, países con gobiernos de distinta extracción ideológica, al igual que Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú discuten impuestos similares al que votaron nuestros diputados. Y el propio FMI aconsejó aumentar los impuestos a las ganancias y a los bienes personales con lo que su Departamento de Asuntos Fiscales denominaron un recargo solidario. Morales ya tiene el fallo de sus jueces, declarando inconstitucional a una ley que todavía ni se sancionó ni se promulgó. LA NACIÓN se especializa en dictar resoluciones que después encuentran algún solícito magistrado que las escribe en sus resoluciones. Ejemplos sobran. Sigue el anuncio: “Este impuesto será judicializado rápidamente y la palabra final la tendrá laCorte Suprema de Justicia, que es la instancia última para resolver si los actos de los otros poderes del Estado son constitucionales o inconstitucionales”. Ya sabemos en quiénes deposita su esperanza el escriba. Que no se olvida de los enemigos de sus mandantes, y por eso clama: “El triunfo político de Máximo Kirchner, aunque sea una derrota nacional, es también el triunfo de su madre. Cristina Kirchner está ahora mucho más radicalizada que cuando era presidenta. ¿Resentimiento por lo que vivió durante los cuatro años en el desierto? ¿Estrategia para erigirse en una lideresa imprescindible de la izquierda argentina? Cualquier cosa es posible, salvo pasar inadvertida”. Máximo y Cristina. Los culpables de la derrota de los amigos de Morales, que por cierto no es una derrota nacional, una derrota de esa patria que Viale detesta, sino de LA NACIÓN, el pasquín que hace ciento cincuenta años fundara Bartolomé Mitre, siempre al servicio de los poderosos, y sus amigos. Los detestados Kirchner, culpables de un nuevo fracaso. Nadie describió mejor que los diputados de Juntos por el Cambio a quiénes representa la derecha argentina, cuando publicaron en twitter que “Casi la mitad de los diputados nacionales defendemos al sector que genera empleo e inverisiones en nuestro país“. Y acompañaron sus palabras con un gráfico que demostraba que  el sector que defienden, poseedor de fortunas que superan los doscientos millones de pesos, representa solo al 0,02 por ciento de la población argentina. Está claro, ya sabemos que ni siquiera representan a sus votantes. Qué fracaso el de quienes eligieron a esos diputados que no los van a defender. Fracasados que, seguramente, no se van a dedicar a la docencia.

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