noviembre 21, 2024

La payasesca imagen del domador de reposeras, sorprendido en su nueva vocación por domar colchones, reproducida una y mil veces en medios y redes sociales, solo demuestra cuál es el verdadero rostro del tipo que comandó una banda que destruyó todo lo que pudo y se apropió de lo que era de todos. Esa es la cara de la derecha, despreciativa con la política (incluso cuando se trata de reuniones de sus propios dirigentes) y siempre dispuesta a dormirnos a todos en un sueño narcótico para poder ejercer mejor su dominio. Un dominio que se construyó a partir del exterminio de toda disidencia, allá por la década de 1860, cuando Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, que se hacía llamar Domingo Faustino, aconsejaba al fundador de la Tribuna de Doctrinano escatime sangre de gauchos. Es un abono que es preciso hacer útil a esta tierra” (Carta de Domingo F. Sarmiento a Bartolomé Mitre del 20 de septiembre de 1861, en Galasso, Norberto, “Sarmiento, ¿civilizado o bárbaro?” en Cuadernos para la otra Historia, Buenos Aires: Centro Cultural Enrique S. Discépolo, 2003). A ese Sarmiento acuden los escribas del mitrismo actual, privados del ingenio que poseía el sanjuanino, junto a su brutal convicción de la necesidad de la violencia contra el disidente como base necesaria para la construcción de su modelo de país. Sobre esa matriz se iba a construir el EstadoNación luego de la derrota de Rosas en Caseros. Ese Estado que LA NACIÓN reivindica y pretende revivir. Ese Estado construido por Sarmiento junto con don Bartolo. Hay que recordar que la época del gobierno de Mitre se caracterizó por el despliegue de la violencia estatal en contra de sus adversarios, presos en barcos anclados en el Río de la Plata, exiliados, perseguidos, difamados mientras la prensa era sometida a una rigurosa censura. El pensamiento de Sarmiento fue determinante en la ideología de las clases dominantes. Dos editoriales del pasquín mitrista lo recuerdan: “Sarmiento y un sueño que vuelve a convocarnos” (21/03/2021), donde nos dicen que “Sarmiento, que fue el padre del progreso de las clases más pobres a fuerza de educación pública de calidad, promoción de la inmigración, del empleo privado y de la construcción del Estado nacional fuerte y eficaz, tendría que ser evocado”. Agregan que “es que hoy la República, de la que fue destacado arquitecto, es desafiada. Aquella que no podía nacer en 1845 está en peligro en los albores del siglo XXI y es otra vez atacada por quienes pisotean los valores de la libertad, la división de poderes y la cultura del mérito y del trabajo”. Lo definen así: “Sarmiento era un intelectual, hacedor, polémico y apasionado, comprometido con la construcción de la Republica y la formación de la ciudadanía que ella necesita para funcionar y desarrollarse”.  Todavía nos dicen que “También en materia de ampliación de derechos es prácticamente inagotable el legado de nuestro prócer”. Claro que para ejemplificar ese concepto recuerdan que al referirse a Juana Manso y su designación como funcionaria, dijo que “Juana es el único hombre que me entiende”. Nombrada no por mujer sino por hombre. Gran amplitud. El 22/03/2021 una nueva editorial reclama “Volver a Sarmiento cuando la república está en peligro”. Más reivindicaciones del sanjuanino: “Fue un gran estadista que organizó el primer censo nacional, para entender el punto de partida. Pensó un plan a largo plazo, el secreto de sus éxitos, y lo llevó adelante”. Y nos cuentan, como en un librito para la niñez, que “Sarmiento dedicó su vida a construir un país con igualdad de oportunidades para todos sus habitantes”. Parafrasean a Jorge Luis Borges: “…Abstraído en su larga visión como en un mágico cristal que a un tiempo encierra las tres caras del tiempo que es después, antes, ahora, Sarmiento el soñador sigue soñándonos” (El otro, el mismo. Jorge Luis Borges, 1989: 222-223). Y rematan “si Sarmiento siguiera soñándonos, seguramente hoy, en pleno siglo XXI, nos soñaría defendiendo la República como lo hizo él hace 150 años”. Es muy probable que Sarmiento no soñara como el dormilón que citamos al principio. Pero es muy cierto que su forma de defender al República recuerda, o mejor dicho precede, al terrorismo de Estado del que se cumplen cuarenta y cinco años: “Las guerrillas, desde que obran fuera de la protección de gobiernos y ejércitos, están fuera de la ley y pueden ser ejecutadas por los jefes en campaña. Los salteadores notorios están fuera de la ley de las naciones y de la ley municipal, y sus cabezas deben ser expuestas en los lugares de sus fechorías. Este es el uso que hace, no la República más celosa de las garantías, sino todo Estado, todo soberano, de los privilegios que las naciones se han reservado a sí mismas para proveer a su preservación y conservación, atacadas por quienquiera que sea… Pueden sobrevenir tiempos, dice un constitucionalista inglés, de gran peligro, cuando la conservación de todos exige el sacrificio de los derechos de unos pocos; circunstancias que no sólo justifican sino que fuerzan al temporario abandono de las formas constitucionales”. (Sarmiento, Domingo F., “El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos.Episodio de 1863”, en “Facundo; o civilizacion i barbarie en las pampas argentinas”, Nueva York: D. Appleton y Cia. 1868). Para defender su modelo de República, Sarmiento no vaciló en abandonar el derecho y recurrir a la violencia más extrema. Sacrificar los derechos de los adversarios, abandonar las formas constitucionales. Tal la manera en que Sarmiento se defendía y la que LA NACIÓN reclama hoy. En ese camino anda Héctor M.Guyot cuando el 20/03/2021 titula “La fase superadora del relato”. Como si nos contara los primeros días del macrismo, dice que “A partir de ahora, el embate contraelPoderJudicialserá tan virulento que resultará difícil darles a los hechos dirigidos a consagrar la impunidad otra interpretación que la literal”. Pero no, está combatiendo contra el gobierno elegido por las mayorías populares en 2019. Sigue expresando que “El asedio a la Justicia comenzó no bien un presidente que posaba como moderado se calzó la banda presidencial”. Otra vez, la confusión entre Poder Judicial y Justicia, premeditada para moldear una opinión pública que se escandalice. Guyot celebra que los jueces ejerzan lo que él llama resistencia (y nosotros, el deseo e perpetuarse en sus sillones y no rendir cuentas de sus actos). “Esta resistencia parte esencialmente de jueces que no se allanan a las pretensiones del poder, de la oposición (ahora fortalecida por la reaparición de Mauricio Macri), del periodismo independiente y sobre todo de una parte muy importante de la sociedad que no se resigna a soslayar la prueba reunida en los tribunales ni a ver al país convertido en un feudo”. Las fuerzas que celebra el columnista cuentan con la invaluable participación del ingeniero sin ingenio y sus pijamas. Tal vez lo vea soñando los sueños de Sarmiento. Lo cierto es que la falsa imagen de la realidad que intenta construir Guyot lo lleva a sostener que “La radicalización del asedio, de cualquier modo, pondrá en una disyuntiva a los cínicos que hasta aquí la han jugado de democráticos y dialoguistas mientras acompañaban de forma activa el avance del proyecto hegemónico de Cristina Kirchner”. Uno debe leer que para el columnista, ser democrático y dialoguista equivale a ser cínico. Acostumbrado a convivir con mentirosos, tal vez crea que todos lo son. El 21/03/2021 el inefable servidor Pablo Sirvén llama: “Adelante radicales: hora de entrenar”. Y comparando las internas de los socios del Pro con las recientes aventuras de Pichetto y compañía, se pregunta si “¿el ‘peronismo republicano’ no está ya inventado? ¿‘Derechos+República’ no sería acaso una buena síntesis del ideario de la Unión Cívica Radical?”. Si Sirvén se tomara el trabajo de entender los términos que usa, sabría que en el sentido estricto de la palabra república está presente en el peronismo desde su nacimiento. Porque con todos sus matices fue y es un movimiento convencido de que la cosa pública debe ser usada en favor de todos y no la propiedad privada de unos pocos. Lo que debería haber señalado es que Pichetto poco tiene que ver con ese concepto de república y menos con la historia del peronismo. Hablando de historia, la de la Unión Cívica Radical poco tiene que ver con su actualidad. Para Leandro N. Alem su causa era la causa de los desposeídos. Hipólito Yrigoyen decía que los hombres eran sagrados para los hombres, como los pueblos sagrados para los pueblos. Y combatía contra el régimen falaz y descreído. Nada que hagan los que hoy se proclaman radicales y pervierten ese legado. El servicial Sirvén se ilusiona pensando que “como el sol, que siempre está aunque esté nublado, los radicales también están, aunque a veces no hagan suficiente bandera con sus logros”. Si de estos que se autodenominan radicales habla, debería explicar de qué logros se trata. ¿De los delirios separatistas de Rodolfo Suárez, el gobernador que pretende independizar a Mendoza? ¿De las represiones brutales que practica asiduamente Gerardo Morales, el pretenso emperador jujeño que sometió al Poder Judicial a sus designios y mantiene en injusta prisión a Milagro Sala y sus compañeros? ¿O de las andanzas del Ministro de Salud correntino y las novecientas vacunas que llevaba con destino incierto? No, los radicales que celebra Sirvén son los que “aún no perdonan que Rogelio Frigerio y Emilio Monzó le hayan concedido a Sergio Massa introducir a su gente en el Consejo de la Magistratura y en la Auditoría General de la Nación, facilitando así los planes actuales del ultrakirchnerismo, que busca arrasar con todo con tal de dejar ‘libre de culpa y cargo’ (dixit Martín Soria, flamante ministro de Justicia) a la supervicepresidenta Cristina Kirchner”. O sea, los radicales que no saben que según las leyes que rigen sus funcionamientos, en el Consejo de la Magistratura y en la Auditoría General de la Nación debe haber representación de las distintas fuerzas políticas, cosa que nada tiene que ver con los supuestos planes del ultrakirchnerismo y que se produjo mucho antes de la designación de Martín Soria como futuro Ministro de Justicia y Derechos Humanos. Joaquín Morales Solá el 21/03/2021 cree que “Triunfó la política de la patota”. Diciendo una y otra vez las mismas cosas, vuelve a contar que “La guerra con la Justicia se despliega en distintos espacios y niveles, aunque en todos lados el objetivo es el mismo: acobardar a los jueces independientes para que estos opten por la renuncia o la jubilación”. Ni guerra ni Justicia. Ni mucho menos jueces independientes. Lo que preocupa a Morales Solá es que el avance de distintas investigaciones que complican a jueces, ex funcionarios y espías y empleados de los medios, va dejando a la luz las maniobras llevadas a cabo por la mesa judicial macrista para perseguir a sus opositores, los mismos para los que escribe el cronista de los genocidas que asolaron Tucumán durante el terrorismo de Estado. Contra toda lógica, Solá defiende al Procurador ante la Corte Suprema de Justicia de las fundadas críticas que se le hacen. “Casal no está ‘atornillado’ al sillón, según la despectiva descripción de Soria. Está haciendo interinamente el trabajo de procurador general porque su larga carrera judicial lo colocó en ese lugar cuando renunció Alejandra Gils Carbó”. Desconfíen de las largas carreras judiciales. Casal ingresó al Poder Judicial de la Nación, en la justicia penal ordinaria de la Ciudad de Buenos Aires, en 1977, época de la dictadura genocida. Y en 1992 Carlos Menem lo designó procurador fiscal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lindos antecedentes. Para el columnista, “Casal es una de las obsesiones del cristinismo, tal vez porque no decapitó a su otra obsesión, el fiscal Carlos Stornelli, que fue quien tomó las declaraciones como arrepentidos de los secretarios del matrimonio Kirchner y del propio contador de esa familia. Los delitos de corrupción de la familia Kirchner están más respaldados por esos testimonios que por los de los empresarios”. El cristinismo, fantasma que agita don Joaquín con obstinada preocupación. Casal protege al procesado Stornelli, denunciado por exigir a los presuntos arrepentidos que denunciaran a Cristina Fernández de Kirchner para no ir presos. No son testimonios, sino declaraciones de imputados que las prestaron en ese contexto y sin que quede el registro fidedigno de las mismas. Proceder nada republicano, por cierto. Morales cierra su columna con nuevas falsedades, como cuando dice, en relación a la persecución desatada contra el Grupo Indalo durante el macrismo, que “todo comenzó cuando la AFIP descubrió que López y De Sousa se habían quedado con 8000 millones de pesos (cuyo valor era diez veces superior al actual) que recaudaron mientras vendían naftas”. Las pericias practicadas en la causa seguida a esos empresarios demostraron que esa cifra es un invento sin más base que rumores o versiones sin sustento real alguno, divulgadas por los empleados de los medios hegemónicos. Falta de sustento que tuvo que reconocer otro columnista de LA NACIÓN, Hugo Alconada Mon, cuando lo convocaron a prestar declaración como testigo. Y Morales incurre en una nueva falsedad cuando sostiene que “Es extraño que la magistrada haya entregado solo los cruces telefónicos de Rodríguez Simón (o que la defensa de los empresarios kirchneristas haya pedido solo los de ese exfuncionario) cuando en la causa están imputados otros funcionarios de la era Macri y el propio Macri”. Se refiere a la información que surge del análisis de las llamadas del prohombre de la mesa judicial macrista, pero omite decir que no es cierto que sean las únicas que se hayan reclamado, sino que por la tenaz oposición del jefe de la banda y otros secuaces los análisis de otros teléfonos esa cuestión está frenada en la Cámara Federal de Casación Penal, cosa que don Joaquín no puede ignorar. Ya el 23/03/2021, Carlos Pagni sostiene que “Aparecieron los partidos, pero no las vacunas”. Cuando habla de las internas de los radicales pro, dice que “Pareciera que hubiera una especie de interés por participar que se expresa no solamente en los oficialistas, sino más bien en cuanto son los opositores los que participan”. Nos cuenta que “Empieza a haber un debate con distintos niveles de interés. Este fenómeno es interesante porque este lunes el hecho más importante en la vida de Alberto Fernández es que quedóalfrentedelPartidoJusticialista.Máximo Kirchner está peleando por conducir el PJ de la provincia de Buenos Aires. A lo mejor uno no entiende qué significan esos instrumentos. Ellos, sí”. En su pensamiento, “en la provincia no hay tensión política desde hace 30 años. Los niveles de pobreza, el colapso de la infraestructura, el avance de las mafias y la inseguridad y la presencia del narcotráfico se explican en parte porque la dirigencia de la provincia de Buenos Aires renunció a la discusión política”. Cosas que le preocupan porque “Ahí está la gran pelea, entre otras cosas, porque el kirchnerismo basa su poder político, sobre todo su poder sobre el PJ, en la representatividad del conurbano bonaerense, de los conurbanos en general. Basa ese poder en el arraigo que tiene Cristina Kirchner entre los pobres. Eso es lo que le permite a Máximo Kirchner llegar a la conducción del PJ bonaerense en un proceso que arranca con su padre, Néstor Kirchner, y que tiene que ver con la colonización lenta pero persistente por parte de los Kirchner. Ellos eran santacruceños y ahora se vuelven bonaerenses para controlar las salas de máquinas del PJ”. Desfilan por la nota figuras de la derecha como Facundo Manes, Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta, Jorge Macri, Patricia Bullrich, Diego Valenzuela y María Eugenia Vidal, entre los que imagina futuros candidatos. Le adjudica a Alberto Fernández “el problema de los límites que le impone el partido”. Menciona el libro publicado como de la autoría del domador de reposeras, que ostenta el record de haber perdido en el Primer Tiempo no solo un partido sino varios campeonatos. Y lentamente va llegando a lo que para él es el núcleo del problema: “que Cristina Kirchner, y el oficialismo en general, quieren llegar a los dos tercios del Senado, y para eso están pensando en distritos donde el peronismo, estratégicamente y astutamente dividido pueda llevarse las dos bancas de la mayoría y una por la minoría. Es la única forma que tendrían de aproximarse a un número imposible, que son los dos tercios del Congreso para cambiar la Corte”. En seguida nos dice que la verdadera pelea de la Justicia (léase: Poder Judicial), es la que tiene en el centro a las investigaciones sobre la persecución al Grupo Indalo y a sus directivos Cristóbal López y Fabián de Sousa. “La investigación que se seguía sobre ellos es presentada ahora por ellos mismos como una especie de lawfare, detrás del cual estaría la extorsión de Mauricio Macri y su gobierno. ¿Qué es lo interesante? Que ponen el foco en una persona muy ligada a Macri, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, a quien le investigan el teléfono para ver cuáles eran sus contactos. ¿Quién hace esta investigación? La jueza Servini de Cubría. La investigación está destinada a que aparezcan en los contactos de Rodríguez Simón comunicaciones con un viejo amigo, el juez Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte. Al acceder y mirar la lista de llamados el kirchnerismo descubrió ahora que Rodríguez Simón cometió un pecado capital: aparecen conversaciones con periodistas de LA NACION y de Clarín, convenientemente exhumadas por la jueza Servini de Cubría”. Las quejas encubiertas de Pagni por la investigación, que lo llevan a sostener cosas inverosímiles como que el lawfare nació en el Juzgado de María Romilda Servini de Cubría, no alcanzan a desmentir o a poder negar lo que es un hecho irrebatible: los cruces telefónicos entre Pepín, los cortesanos, otros personajes del mundillo judicial y de la mesa que el abogado de las múltiples llamadas integraba, son reales. No se pueden negar, están ahí, son la muestra palpable de las relaciones entre los protagonistas de la guerra judicial desatada por el macrismo contra Cristina Fernández de Kirchner y quienes fueran sus funcionarios. Eso es lo que tanto le molesta. Para derivar la atención pública de esas revelaciones, sostiene que Alberto, al hablar del problema del Poder Judicial, “pretendía sacar de la tapa de los diarios el gran problema que tiene hoy el Gobierno: las vacunas y la vacunación”. Se preocupa porque “Estamos esperando que lleguen las vacunas rusas”. Entonces habla como ejemplo de Chile y de las vacunas chinas, olvidando algunos detalles esenciales, como que en Chile hay ya “un número total de casos que llegó a los 942.958”;  que a contar del jueves 25 de marzo, a las 05:00 de la mañana, 13,7 millones de chilenos van a encontrarse en cuarentena; que 38 de las 52 comunas de la Región Metropolitana se ubicarán en Fase 1; que se decretó  la suspensión del Permiso Temporal Individual de Desplazamiento General durante los fines de semana y festivos; que hay toque de queda a nivel nacional desde las 22 horas; que están prohibidos los eventos, el funcionamiento de gimnasios y el de casinos; y que el comercio minorista, los restaurantes y la atención al público cierran a las 20 horas. Infectadura, vociferaría nuestra derecha si estas medidas las tomara el gobierno de Alberto Fernández. Tampoco se refiere Pagni a que la vacuna más usada en Chile, la Sinovac elaborada por los laboratorios chinos, tiene una eficacia que ronda entre un 65 y un 78%, muy inferior a la de la Sputnik V. Datos que demuestran que Chile no es el mejor ejemplo para hablar de vacunas y virus. Pero ya se sabe, todo vale para atacar al gobierno. Volvamos a Sarmiento, bajo cuyo gobierno apareció la fiebre amarilla en Buenos Aires, que ocasionó 500 muertos por día y setenta mil personas huyendo de sus casas, mientras el sanjuanino y el presidente del Consejo Municipal Martínez de Hoz, negaban la fiebre amarilla, y decían que era una “ictericia”, al tiempo que un decreto presidencial y otro provincial extendían el feriado desde abril hasta mayo. Esa epidemia causó que se inaugurara el cementerio de la Chacarita, y puso al descubierto las peores miserias de la época:  los que aprovecharon la crisis para hacer negocios dando rienda suelta a su codicia, los que se dedicaron al hurto, el saqueo y la rapiña, los que ejercieron la xenofobia culpando de la epidemia a los inmigrantes, y la incompetencia del gobierno como para enfrentar la situación. Como suele ocurrir, si la crisis pasó y las consecuencias no fueron todavía más trágicas, fue por el trabajo de vecinos que fueron los verdaderos héroes de esa historia. ¿El Presidente? También había abandonado la ciudad.

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