Entre los inolvidables tangos que compusieron Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, uno viene al caso para alumbrar las columnas del pasquín sesquicentenario: Volvió una noche. No porque una dama del pasado haya intentado volver a los brazos de la Tribuna de Doctrina, sino porque una frase repiquetea cada vez que se leen las columnas pergeñadas por los herederos de don Bartolo: Mentira, mentira, yo quise decirle… Porque con un empeño digno de mejor causa, los escribas insisten en dar por cierto lo que no lo es y en elaborar rebuscadas explicaciones para decir que una cosa es exactamente la contraria. De modo que el novelero Jorge Fernández Díaz , tal vez presa de la emoción que le provoca la fecha, el 04/07/2021 cree que “Madura un cambio de piel en la oposición”. Uno no puede olvidar que en el reino animal, cambian de piel los reptiles. Pero los lectores de LA NACIÓN no deben tener los mismos recuerdos. Que en el caso del escriba arrancan por el mítico combate entre Muhammad Alí y George Foreman, en el relato que del mismo hiciera Norman Mailer. Claro que usa a los boxeadores norteamericanos como figuras metafóricas para referirse al intendente de la ciudad autónoma y al dormilón quebrador serial de empresas, que mal que le pese al folletinero en cuestión están muy lejos de asemejarse a aquellos luchadores del ring. Al Fernández a sueldo de los Mitre-Saguier le preocupa notoriamente lo que parece ser un conflicto interno en los cambiemitas. Piensa que “El crecimiento de Patricia Bullrich en los sondeos le fue generando a Rodríguez Larreta un problema mayúsculo; el capricho personal de Vidal –negarse a regresar a su lógico territorio a librar la madre de todas las batallas– también le complicó el tablero. Síntomas leves aunque inoportunamente desatendidos que derivaron en tumores”. Y siguen los lamentos:“Horacio podría haber llamado el año pasado a Patricia, haberla contenido y haber acordado con ella una doble estrategia. Por increíble que parezca, esa duplicidad funcionó a la bartola y fue alineando enconos en las dos orillas. Después, pudo haber persuadido a su amiga Mariu, prenda de unidad de casi toda la oposición bonaerense, para que regresara al cuadrilátero en la peor encrucijada de la democracia”. Y hay lugar todavía para más quejas: “no hacía falta pagar a operadores para instalar que el ingeniero de Los Abrojos tenía que abdicar, bajo el burdo truco de proclamar que debían jubilarse por igual Macri y Cristina. Ya se sabe que la dama toma esa sugerencia con hilarante desdén, y que el dardo envenenado iba exclusivamente hacia el caballero”. Hay algo que debe señalarse más allá de los quejidos del novelero: cuando los tinterillos del pasquín de don Bartolo hablan libremente, dan como normales cosas que están lejos de serlo. Porque lo primero que queda claro en estas frases es el modo artero, oscuro, propio del submundo de espías y manipuladores que caracteriza a la forma de hacer política de nuestra derecha. Fernández lo dijo: Larreta paga operadores para pegarle al domador de reposeras, hoy refugiado en Europa para sentirse a salvo de los traspiés que le están ocasionando los tribunales que parecen convencidos que su poder es cosa del pasado. Tampoco deja bien parado al intendente la caracterización de un bartolero que acumula enconos y usa burdos trucos. Si ese es el mejor candidato de la derecha, pobre oferta la que hace. La poca fe que tiene el escriba en las virtudes de su candidato hace que le envíe sus consejos: “aun recibiendo un demoledor voto castigo el oficialismo podría verse beneficiado por la balcanización opositora: los desesperados usan cualquier extremo como arma arrojadiza. Y es por eso que las palomas y los halcones deberán ser más flexibles que nunca, a norte y a sur”. No sea cosa que el Frente de Todos consiga los siete diputados que le faltan para que seamos Venezuela. O Nicaragua. Joaquín Morales Solá, el 04/07/2021, cree que estamos “En el reino de la incompetencia y la arbitrariedad”. No es que la columna se haya publicado por error, años después del desastre del macrismo. No, el corresponsal del genocida Operativo Independencia arranca con su repertorio de falsedades y nos dice que “La Argentina es hoy uno de los países con menos porcentaje de habitantes vacunados con las dos dosis, y la economía apenas se despereza, imperceptiblemente, después de una brutal caída de su PBI de casi el 10 por ciento en 2020”. Vaya uno a saber de dónde obtiene sus datos don Joaquín, porque si bien es cierto que todavía falta mucho trecho por recorrer en materia de vacunación, también lo es que nuestra posición en un hipotético ranking de países del mundo no sería nada mala. Hay municipios de la provincia de Buenos Aires que ya han cumplido los objetivos de vacunar a la población mayor de dieciocho años. La cantidad de vacunas de distintas procedencias que han ingresado al país es más que auspiciosa, y si le sumamos que en pocos días se contará con las dosis fabricadas en la Argentina, el panorama es muy alentador. Morales está preocupado porque el mundo no ha derrotado al COVID 19. “El primer rasgo de la crisis que debe reconocerse es la existencia cierta de una nueva variante del coronavirus: la delta, que surgió en la India. Esa variante, que tendría más contagiosidad y sería más letal, está provocando una regresión en la virtual pospandemia que vivían Europa e Israel, por ejemplo. Se han elevado los contagios y las autoridades sanitarias debieron rever decisiones de apertura y distensión”. Caramba. Así que en el primer mundo  se toman medidas que no son precisamente aperturistas. Claro que lo que está bien en aquellos lares pasa a ser un pecado de los de estos pagos. Solá lo proclama: “Alberto Fernández violó varios artículos de la Constitución con una mera decisión administrativa, la que bajó a solo un tercio el número de personas que pueden llegar al país en avión. Desconoció, así, la libertad de los argentinos para circular y para entrar y salir del país, que son garantías constitucionales”. No es que el columnista tenga una serie de normas jurídicas distintas a las del resto de los argentinos. No, es que sus patrones le encomiendan la misión de atacar como sea a este gobierno populista. Entonces obvia que en el caso de un conflicto de intereses, corresponde optar por aquel que protege a las mayorías. A pesar de que reconoce que “Casi todos los gobiernos han tomado medidas excepcionales para enfrentar la pandemia y sus novedosas variantes. La diferencia consiste en que los países civilizados les dieron a sus ciudadanos (o a los extranjeros) previsibilidad y certidumbre. Entran o no entran. O entran y salen respetando algunas condiciones. Todos lo saben de antemano”. Es que en el mundo entero, la salud de todos está por encima del paseo de algunos. Seamos claros. Restricciones de este tipo las aplican Francia, España, Canadá, Australia, sin que sus gobiernos sean considerados como dictaduras por la Tribuna de Doctrina. Morales nada dice de estos países, solo se queja de Alberto Fernández. No hay restricciones indebidas para quienes se encuentran en el extranjero, más cuando al salir del país firmaron documentos que les advertían que podrían serles aplicadas medidas que restringieran sus movimientos. Esa doble vara es común en LA NACIÓN para decir que la misma cosa es buena o mala según quien la haga: buena si es un país central, mala si es un país que no lo es, y mucho más mala si el gobierno no es de los sumisos a los estados hegemónicos ante los cuales para nuestra derecha hay que someterse sin más. El tema de las vacunas le da más material para inventar supuestas noticias, sin mayores cuidados. Por eso, aunque nada habilite a decirlo, para Morales “Seguramente fue Cristina la que impidió un acuerdo con la oposición en el asunto más relevante para la sociedad y la salud pública. Pfizer es mía, quiso decir sin decirlo”. No hay un dato que avale sus dichos, ni la Vicepresidenta apareció involucrada en las negociaciones con el laboratorio preferido de los neomitristas. No importa, a la reina malvada hay que mencionarla como autora de todos los males, reales o imaginarios, y Morales cumple. Para cerrar su columna, se permite largar frases como esta: “Las cosas suceden en el contexto que suceden”. Verdad de Perogrullo, que no necesita mayores comentarios, pero que le sirve al columnista para alertar sobre las nuevas preocupaciones que afectan a sus patrones. Porque los tribunales parecen haber tomado nota de que el macrismo ya no gobierna y parece un imposible que vuelva a hacerlo. Entonces advierte: “Algo que ocurrió y que provoca tanta preocupación como suspicacias es la designación por parte del kirchnerismo de Juan Carlos Cubría como nuevo secretario de la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura. Un lugar clave para acusar y remover a los jueces. La designación atropellada y autoritaria provocó la renuncia del presidente de la Comisión, el juez Ricardo Recondo”. Vamos a poner las cosas en claro. Correspondía cubrir la vacante que existía dentro del Consejo de la Magistratura. Como ocurre en cualquier parte del mundo, quienes tienen las mayorías dentro del cuerpo designan los funcionarios. Juan Carlos Cubría tiene una extensa trayectoria dentro del Consejo. No le faltan antecedentes, por lo tanto, para ocupar el cargo en el que se lo designó. ¿Por qué la preocupación de Morales Solá? El columnista lo cuenta. Ocurre que “Cubría es hijo de la jueza federal María Servini, también con competencia electoral nacional. En adelante, la jueza Servini debería excusarse en todas las causas contra el partido gobernante y sus dirigentes; también en las causas que juzgan a los opositores del Gobierno”. Es que la jueza en cuestión lleva adelante la causa contra la mesa judicial del macrismo, ese engendro en el que convivían espías con fiscales, jueces, ministros y funcionarios, y pseudo periodistas, bajo la conducción del ahora prófugo Pepín Rodríguez Simón. Una causa que preocupa y mucho al ex presidente y sus secuaces. Lo que no aclara Morales es por qué razón la jueza debería apartarse de esas causas. Porque el hijo no es fiscal ni denunciante ni parte en tales expedientes, y no existe razón jurídica que permita suponer que existe un compromiso para la jueza por su nombramiento. Otra vez, las costumbres de la derecha obnubilan al escriba. Porque el cambio de nombramientos por favores es una constante de los gobiernos de ese signo, lo que hace que Morales suponga que todos hacen lo mismo. En todo caso, podría haber recordado todos los antecedentes familiares del funcionario: su padre fue un brigadier de la Fuerza Aérea, amigo de otros brigadieres como Jesús Cappellini, que intentó un golpe de estado a fines de 1975, o Julio Gómez, primer ministro de justicia de la dictadura genocida en 1976. Detalles que seguramente el escriba no ignora. Pero su preocupación es otra: “Ya existen la incompetencia y la arbitrariedad. El privilegio y la persecución están demasiado cerca”. En algo tiene razón. Existen la incompetencia y la arbitrariedad, y es más, gobernaron entre 2015 y 2019. Y el privilegio y la persecución que tantos sufrieron en esos años están tan cerca que todavía hay presos políticos. Como Milagro Sala, que lleva ilegalmente privada de su libertad ya más de dos mil días. Sin que se vislumbre el fin de su calvario. Esa preocupación, por supuesto, no está en los pensamientos de los escribas del pasquín de don Bartolo. Como siempre y con esa obsesión que hace tantos años los consume, siguen pensando en Cristina Fernández de Kirchner. Carlos Pagni, el 06/07/2021, habla de “Cristina Kirchner y el sueño de 2023”. Aunque todavía no se hayan cumplido los comicios de medio término, previstos para noviembre de este año, Pagni piensa en las presidenciales de 2023. Aunque arranque hablando del rebrote de la pandemia en Europa: “Estamos en una encrucijada sanitaria a escala internacional extraordinariamente incierta. Nos estamos moviendo desde hace ya más de un año en arenas movedizas. Parece que llegáramos a situaciones que se configuran de manera estable y son espejismos. Este gráfico nos muestra la situación de Europa, ante un rebrote importante de casos en una tercera ola de Covid. La curva de Reino Unido, Portugal, España, es de nuevo muy inquietante. La curva de la Unión Europea, en general. Empieza a haber un rebrote. En la última semana, los casos en la Unión Europea subieron 38%”. Ahora, esos datos le sirven para arremeter contra el gobierno, con un clásico de estos días. Porque según el editorialista, “La clave de estos cuadros, de estas diferencias entre la segunda y tercera ola que se vive hoy, es la vacunación. Y en la Argentina, la vacunación sigue siendo un problema. Entra el oficialismo en la campaña electoral y sigue con esa piedra en el zapato”. Contra toda evidencia, la oposición, sea la nucleada en (no tan) Juntos por el Cambio o la que pulula en LA NACIÓN y su primo el clarinete mentiroso, y los canales que los siguen, habla del problema de las vacunas. Primero fue que se contrataban vacunas que no estaban probadas; incluso, se denunció al Presidente y otros funcionarios por el presunto envenenamiento al que condenaban a los argentinos. Después fue que las vacunas eran elegidas por motivos ideológicos (Rusia y China, para el caso). Luego, que las que se iban a fabricar aquí irían para otros países. Y todo el tiempo, la cantinela por Pfitzer, que encontró en nuestros derechosos sus mejores propagandistas. Cuando todos esos argumentos se cayeron, se dijo entonces que las vacunas no alcanzaban. Cuando llegaron a montones, entonces se dijo que no había segundas dosis… Qué dirán ahora, que incluso las segundas dosis se producen aquí, lo que posiciona a la Argentina como uno de los pocos países que fabrica vacunas contra el coronavirus. Hay más tela para que Pagni la corte sobre el tema, en este caso en relación al Decreto de Necesidad y Urgencia con el que Alberto Fernández abrió la posibilidad de contar con vacunas de laboratorios estadounidenses. Al contrario de lo que había supuesto Morales Solá, para Pagni se optó por el decreto para que Cristina estuviera fuera de las discusiones. LA NACIÓN suele ofrecer dos versiones por las dudas y este es un nuevo ejemplo. En las dos versiones, por supuesto, el gobierno queda mal. Sea porque la maléfica vicepresidenta impuso su criterio, por sobre el presidente, o porque este decidió cubrirla. Ni aunque les compren su vacuna favorita están contentos. El columnista pasa a la cuestión electoral, y como a esta altura es imposible negar los problemas de la oposición, entonces mete a todos en la misma bolsa y dice que “Cae Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Larreta, Vidal, Bullrich, caen todos. Hay como una especie de desencanto pasable, tampoco dramático, con la política, según advierten quienes estudian opinión pública en las redes sociales”. No se salva nadie, parece decir. Pero a los que más golpea es a los posibles candidatos del Frente de Todos. “Miren las noticias de actos oficiales en el Gran Buenos Aires durante las semanas pasadas. Aparecen Sergio Berni, Axel Kicillof, Sergio Massa. Es un menú. Al que le gusta Bolsonaro le ofrecen Berni; si te gusta algo más de centro te ofrecen Massa; y si querés algo que bordea la izquierda stalinista tenés a Kicillof. Es un lujo que se puede dar una fuerza política con el liderazgo de Cristina Kirchner”. Berni gusta de presentarse como un hombre del orden, pero todavía dista de ser un Bolsonaro. Massa y el centro es una historia que hace años se intenta implantar, sin éxito hasta ahora. Y lo de Kiciloff y el stalinismo es un disparate sin ningún sostén. Lo que pasa es que Pagni no puede evitar que la obsesión por Cristina lo lleve a creerla como la amalgama del todo. Tanto que después de hacer desfilar como posibles candidatos a Berni, Daniel Gollan, Daniel Scioli; Malena Massa, Fernanda Vallejos y Santiago Cafiero, termina por decir que “Todo esto es un escenario donde en el centro reina Cristina Kirchner. No aparece Alberto Fernández, lo vemos poco por el conurbano. Lo tienen escondido, como a Mauricio Macri en Juntos por el Cambio”. El presidente actual y el pasado, en un mismo nivel. Pero no. Siempre con Cristina como emblema, el análisis de Pagni lo lleva a las mismas preocupaciones que hoy por hoy cruzan por el horizonte derechoso: “En Juntos por el Cambio hay que mirar hasta dónde la disputa interna que se está librando es un riesgo que puede producir fuga de votos. Un ejemplo: se va Bullrich de la campaña en Capital Federal. ¿Retienen Larreta y Vidal estos votos? Cristina tiene la capacidad de ofrecer tres opciones armónicas a pesar de su diversidad en la provincia de Buenos Aires. Berni, Massa, Kicillof. Como un trío que hace campaña por el conurbano. ¿Qué costo puede pagar Juntos por el Cambio por la disputa interna que está librando?”. A Pagni las figuras de la oposición no parecen entusiasmarlo, ni le generan un gran respeto. Porque dice que “Todo eso se discute entre Macri y Larreta. Otros pueden aspirar a esa discusión. Como Bullrich. Vidal aclaró que no sabe qué quiere hacer de su vida, salvo candidata a Presidente. Es obvio que será candidata a diputada en Capital Federal, y eso está decidido”. Eso sí, el columnista da por seguro que el nuevo líder, con poco margen para ser discutido, es el intendente porteño. Tanto que dice que “Larreta le acaba de encargar una encuesta a Federico Aurelio, y según lo que resulte de ese análisis tomará decisiones en la provincia respecto de si darle pelea o no a un radicalismo que lo está desafiando con Manes”. Larreta decide ya hasta fuera de su distrito. El problema, que Pagni no menciona, es que Macri, Larreta, Bullrich, Vidal y hasta estos desteñidos radicales son lo mismo, defienden un mismo proyecto basado en la exclusión de las mayorías, los beneficios para los poderosos, el sometimiento a las potencias hegemónicas, el desprecio por la Patria Grande, el privilegio para pocos y la desgracia para muchos. Pagni le presta atención a un encuentro en Madrid, al que asistirá lo más granado de la derecha latinoamericana, incluido el ingeniero sin ingenio. Que aprovecha la ocasión para presentarse como un perseguido político, por el fallo de los tribunales en lo comercial que acaban de dictar la quiebra de la empresa familiar que explotó el Correo en otras épocas. Hay que tener la cara más dura que cualquier material que se conozca, como para presentarse como una víctima de un proceso que ha batido todos los records en materia de demoras. Veintiún años pasaron desde que el gobierno de Fernando de la Rúa denunciara el incumplimiento de los Macri del contrato de concesión del correo, un contrato firmado en 1997 y que preveía una serie de pagos semestrales de los cuales solo se cumplió con el primero. Y están bien frescos los recuerdos del intento del gran dormilón cuando ocupaba la presidencia, justo antes de irse a mirar series en  Netflix. Se quiso condonar la deuda… y como ni el Procurador del Tesoro que había puesto se prestó a tamaño dislate, lo echó y les ordenó a los magistrados intervinientes que volvieran todo a fojas cero. ¿Perseguido político, el tipo que echó a la Procuradora General, a camaristas y jueces que no quisieron someterse a sus caprichos, y que armó una banda de delincuentes que inventaron causas y cuadernos, espiaron a propios y extraños y privaron de su libertad a muchos? Mentira, mentira.

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