Cartas sobre la mesa
El resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 12/09/2021 produjo ciertas consecuencias que fueron recibidas de distinta manera, como siempre ocurre, por los diferentes espacios que se mueven en la política nacional. Como ya ocurriera en otras ocasiones, lo más significativo se dio a partir de la publicación de una nueva carta de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Una vez más, sus palabras sirvieron para definir los caminos a tomar por el Frente de Todos, en un momento en que otros de sus integrantes parecían seguir en estado de shock y sin poder comprender qué había ocurrido en ese domingo negro. Ratificando su centralidad en la escena política, Cristina sostuvo que “durante el año 2021 tuve 19 reuniones de trabajo en Olivos con el Presidente de la Nación. Nos vemos allí y no en la Casa Rosada a propuesta mía y con la intención de evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste institucional. En las primeras 18 reuniones, la última de ellas el 07/09/2021, siempre le plantee al Presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios -especialmente en alimentos y remedios- y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el impacto de las dos pandemias: la macrista primero y la sanitaria a los 99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente siempre remarqué la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno”. Agregó que “señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación. La respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar ‘muy bien’ las elecciones”. Dijo que confiaba “sinceramente, que con la misma fuerza y convicción que enfrentó la pandemia, el Presidente no solamente va a relanzar su gobierno, sino que se va a sentar con su Ministro de Economía para mirar los números del presupuesto” y concluyó con un recuerdo y una exhortación “Cuando tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino”. Un documento claro, donde Cristina puso en blanco sobre negro su pensamiento acerca de las razones de la derrota electoral y los caminos que debían transitarse para superarla en los comicios definitivos del 14 de noviembre próximo. Por supuesto, el coro de profetas del desastre que pulula por los medios de los dueños del poder estalló con una alharaca propia de una reunión de cuervos enloquecidos que olfatearan un botín largamente codiciado: la ruptura del Frente de Todos. Se acabó la farsa de la unidad, gritaron hasta enronquecer. El odiado kirchnerismo fue rápidamente indicado como el causante del quiebre de la coalición de gobierno y todos esperaron que el Presidente Alberto Fernández se independizara, de una vez y para siempre, de la perversa influencia de la reina maléfica. Pero por el contrario, la carta de Cristina operó en los ánimos de los integrantes del Frente como un calmante que permitió a Alberto reacomodar las piezas de su gabinete, recurriendo a figuras de indiscutible peso político y con experiencia de gestión. Los mismos números del resultado de las PASO comenzaron a escudriñarse bajo otros prismas, y quedó en claro que más que un triunfo de la oposición lo que ocurrió fue una pérdida de una determinante masa de votantes que no reiteraron el voto que habían depositado en el ya lejano 2019. Porque las cifras son muy claras. El Frente de Todos obtuvo en las PASO de agosto de 2019 12.205.085 votos. Para las elecciones de octubre de 2019, esa suma se incrementó levemente, y el Frente llegó a 12.946.037 votos, equivalentes al 48,24% de los votos positivos de esos comicios. Por su parte Juntos por el Cambio obtuvo en agosto de 2019 8.121.596 votos, que aumentaron en octubre del mismo año a 10.811.586 votos, un porcentaje del 40.28% de los sufragios positivos. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores obtuvo en las PASO de 2019 723.128 votos, que bajaron en octubre a 579.228, correspondientes al 2,16%. En estas PASO del 12/09/2021, el Frente de Todos descendió a 6.863.835 votos, correspondientes al 31.03% del total. Por su parte, Juntos por el Cambio descendió a 8.958.643 votos, que corresponden al 40,50% del total. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores sumó 1.294.499 votos, por un 5,85% del total. Los votos en blanco, que en las PASO de 2019 sumaron 882.633 para bajar en octubre a 441.503, el 1,60%, sumaron este año 832.622, un 3,7%. En 2019, en las PASO, votaron 24.659.333 electores, que ascendieron en octubre de ese año a 27.529.590, mientras que el 12/09/2021 solo votaron 22.765.590 personas. De esas cantidades se desprenden algunas conclusiones. Juntos por el Cambio, si se lo mide de PASO a PASO, aumentó unos 800.000 votos, pero si se lo compara con las definitivas, perdió 1.900.000 votos. El Frente de Todos, de PASO a PASO, perdió poco más de 5.340.000 votos. Es peor si se hace la comparación con las definitivas de octubre de 2019, ya que la pérdida es de 6.082.000 votos. Por el contrario, el Frente de Izquierda aumentó de PASO a PASO 571.000 votos, y de las definitivas de octubre de 2019 al 12/09/2021 su crecimiento fue de algo más de 715.000 votos. De PASO a PASO los votos en blanco fueron más o menos similares, pero si se mide de octubre de 2019 a septiembre de 2021, son 391.000 votos más. Agreguemos que de PASO a PASO hubo 1.893.000 votos menos en 2021, cantidad que asciende a 4.764.000 si se mide de octubre 2019 a septiembre 2021. En definitiva, las dos fuerzas principales perdieron votos de octubre de 2019 a septiembre de 2021 (más el Frente de Todos que Juntos por el Cambio), a lo que hay que agregar que bajó notablemente el número de votantes , y aumentaron los votos en blanco y los del Frente de Izquierda. Nada que indique que estas cifras se van a reiterar el 14/11/2021, lo que quiere decir que no es una elección cerrada, y que el gobierno puede mejorar su performance si es que encuentra el rumbo que parece no haber tenido claro hasta ahora. El tono de tragedia definitiva con el que los medios de la derecha celebraron la derrota del populismo puede ser más una expresión de deseos que un análisis certero. Claro que a nuestra derecha la realidad y la verdad le importan muy poco. Solo los guía un ansia voraz de incrementar sus ganancias y un desprecio brutal por la democracia que se transforma en un rechazo instintivo por todo lo nacional y popular. Entonces sus escribas siguen destilando odio y mintiendo sin pudor. Ahí va Jorge Fernández Díaz, que el 19/09/2021 se ilusiona con encontrar “Un peronismo de derecha para salvar la ropa”. Parece una broma de mal gusto que justo un columnista de la Tribuna de Doctrina use un tono crítico para tildar de derecha a una fuerza política, pero el novelero exprime su pobre imaginación y entonces supone que “La carta de Cristina Kirchner tenía por objeto apartarse de la catástrofe y definir un único culpable –Alberto– y también un único tema de disputa pública: el salario real”. Debe haber leído otra misiva, porque no hay ni únicos culpables ni únicas razones de la derrota en la carta de la Vicepresidenta. No importa. El folletinesco personaje insiste en sus suposiciones, de las que jamás ofrece alguna mínima prueba de que puedan acercarse a lo realmente acontecido, y dice que “Había que salvar el único capital en el que creen los kirchneristas, más allá de sus suntuosas mansiones: el capital simbólico. Del que Cristina y sus delfines piensan vivir muchas décadas, así como de la breve prosperidad del 45 lucró Juan Perón toda su vida”. A ver. Cristina podría haberse retirado tranquilamente a disfrutar de la belleza patagónica y a ser reconocida por los logros de su gobierno. Pero prefirió continuar en la lucha política, fiel a su instinto militante, y sufrió todo tipo de agravios y persecuciones, desplegados por la impiadosa derecha que sueña con verla presa y humillada. Ni qué decir del exilio que sufrió Perón por más de diecisiete años, en los cuales fue acusado de cuanta cosa pudo inventar el cerebro calenturiento del gorilismo vernáculo. Extraña idea del lucro, la del novelero. Que se la agarra con el nuevo gabinete, y encuentra “Un gobierno emparchado, una tregua hasta noviembre con una suerte de campaña ‘juntos pero no revueltos’ puede ser una salida para dos figuras frágiles que se odian y necesitan. Y que en las horas más duras han ido a buscar a los veteranos más curtidos y de peor reputación para una misión difícil de siete semanas. Un gabinete vintage para salvar la ropa”. Cuando los cagatintas de LA NACIÓN hablan de figuras de peor reputación generalmente aparece Aníbal Fernández, una bestia negra para el pasquín de los Mitre-Saguier y sus primos del clarinete mentiroso. Por ahí pulula la pitonisa de Exaltación de la Cruz, que se enfurece y el 20/09/2021, mientras la entrevista el inefable Morales Solá, ruge que “Lo de Aníbal Fernández es como la vuelta de un monstruo alicaído. Él conoce todas las mafias, yo sostengo que es parte”. Por si acaso algún desprevenido no lo sabe, las operaciones montadas por Elisa Carrió y sus secuaces contra el antiguo y nuevo Ministro de Seguridad terminaron todas en la nada. Los que desde la propia casa de la acusadora serial habían acusado al quilmeño terminaron por confesar que habían mentido por un precio, lo cual no impide a la frecuentadora de la embajada seguir con sus falaces imputaciones. Que del texto de la Constitución se desprenda que nadie es culpable hasta que haya sido condenado por una sentencia firme, es algo que para la Carrió no tiene importancia, como tampoco la tiene para su entrevistado, capaz de decir que Aníbal ya ha sido condenado por la opinión pública, la misma infectada por las mentiras desparramadas por los medios para los que trabaja. Carlos Pagni, el 21/09/2021, cree que estamos frente a “Un gobierno psicodélico”. Pero no es que a partir de ahora Alberto y sus funcionarios vayan a sonar como Pink Floyd en sus mejores momentos, sino que el servicial escriba dice advertir en el Frente de Todos “Un diseño en el cual Cristina Kirchner puso un delegado en la Casa Rosada como presidente, pero además, un delegado que nos quiere hacer creer que piensa distinto de ella. Lo único que puede surgir de ese experimento es incertidumbre para todos, inclusive para los que son –usando una palabra muy peronista- conducidos. Y también para los votantes”. La misma cantinela que se viene escuchando desde agosto de 2019. El Presidente títere manejado por la Vicepresidenta malévola. Lo que sigue se desprende de esa definición: “lo que estamos viendo es la consecuencia de eso: una vicepresidenta egocéntrica, mandona. Hay que leer la carta”. Bueno, algo es cierto. Hay que leer la carta, aunque no en la clave que usa Pagni, que para apoyar sus relatos recurre a personajes de la derecha regional y nos cuenta que “Julio María Sanguinetti, el gran líder uruguayo, dice: ‘El poder normalmente está arriba. Puede estar afuera, nunca debe estar abajo’. Arriba es lo normal. El que tiene los votos es presidente y manda. Afuera no es tan habitual, pero podemos ver el caso de Lula y Dilma en Brasil, donde el que tiene los votos no es el presidente. O el caso de Álvaro Uribe e Iván Duque en Colombia; el caso de Hipólito Yrigoyen y Marcelo Torcuato de Alvear, o el caso de Juan Domingo Perón y Héctor Cámpora. Lo que no puede suceder es que el poder esté abajo, que el segundo le dé órdenes al primero. Eso no puede suceder en el Estado ni en ninguna organización, porque termina siendo enloquecedor”. O sea, Sanguinetti dice lo mismo que Pagni y con tan poca certeza como este. Que le atribuye al uruguayo ciertos poderes cabuleros, y advierte que “Sanguinetti va a dictar una conferencia este jueves, en el Malba, sobre Barradas. Dicho sea de paso, llegó en el año ‘87, tras las elecciones de septiembre, cuando Raúl Alfonsín perdió a manos de Antonio Cafiero la provincia de Buenos Aires, y también perdió en casi todo el país. Vino también en el año ‘97, a dar una conferencia sobre Torres García, justo cuando había perdido Carlos Menem las legislativas. Los oficialismos deberían anotar cuando viene Sanguinetti a la Argentina a hablar de pintura, casi que es un aviso de que van a perder”. Uno casi que se pregunta a qué viene tan seguido el ex presidente de los colorados orientales. Pero Pagni lo usa para explicar sus presunciones, y dice que “Lo que dice Sanguinetti sobre el poder es la clave del fracaso de este experimento político”. Sostiene también que “Cristina Kirchner es una persona exasperada por la derrota. Para los Kirchner, el poder es una dimensión medular de la vida”. Por las dudas y para que nadie se olvide, Pagni atiende al gobernador bonaerense, y dice que “Es mucho más importante la presencia de Insaurralde en el gabinete de Kicillof que la de Manzur en el gabinete de Alberto Fernández. Primero, porque el gabinete de Kicillof es el de Cristina. Esto es un límite no para Alberto, es un límite para Cristina. Si hay una Cristina que limita a Alberto, hay un peronismo que limita a Cristina”. En su carta, Cristina reafirmó, por si hubiera alguna duda, su pertenencia política y sus lealtades: “Fui, soy y seré peronista”. Los límites, por ahora, son pura fantasía de Pagni, que pasa al gobierno nacional y se las agarra con el nuevo Jefe de Gabinete: “Juan Manzur, cuyo nombre a lo primero que está asociado es a denuncias de fraude en Tucumán. No a la denuncia sobre la quema de urnas en agosto de 2015, que fue un episodio particular en un pueblo donde no se sabe bien quién quemó la urna. Si no a la denuncia sobre irregularidades en las elecciones por las cuales él llegó al poder. Los manejos en la Junta Electoral, las acusaciones de fraude, todas fueron llevadas a la Justicia, sin que pase nada”. Al parecer, Pagni no está tan seguro de lo que vaya a pasar en noviembre, y entonces ya empieza a sembrar dudas y sospechas, no sea cosa que el monstruo populista renazca. Y remata: “La otra presencia inquietante es la de Aníbal Fernández, en un gobierno que busca ganar como sea”. A ocuparse el Ministro de Seguridad, aunque sea solapadamente: “Para algunos miembros del Gobierno las cuestiones ideológicas, las cuestiones celebradas de conquista de derechos, en las que la moral se cruza con la política, pasan a ser asuntos folklóricos frente a la urgencia del poder”. Ocurre que contra lo que desliza el servicial escriba, las conquistas de derechos que mostraron una clara línea ideológica en los gobiernos de Néstor y Cristina, tuvieron la presencia de Aníbal Fernández en algún puesto de gobierno. A Pagni lo que le importa es decir que “Aníbal viene de Río Turbio al ministerio de Seguridad a garantizar el orden público. Lo hace en un momento en el cual el Gobierno sospecha que, como se está disolviendo la relación entre los pobres y el peronismo, puede haber tensión social. Viene a ser el jefe de la Gendarmería, además del custodio de las urnas”. ¿Sospechas de futuras represiones, sembradas justo por el escriba del pasquín fundado por Bartolo, siempre dispuesto a aplaudir cualquier violencia que se ejerza sobre los sectores populares? Y otra vez, la cuestión de las urnas. Como al pasar, deja caer la idea de futuros fraudes. Mientras, Joaquín Morales Solá, el 21/09/2021, se despacha con que hay ahora “Una pospandemia prematura y electoral”. Caramba. Se pasaron quejándose de cuanta medida adoptó el gobierno para cuidar la salud del pueblo, y acusaron al Presidente de actuar como un dictador. Y ahora, la queja es por todo lo contrario: “La Argentina fue el país con la cuarentena más larga y estricta del mundo para enfrentar la peste del Covid-19. Ayer se convirtió en el primer país de América Latina en declarar una virtual pospandemia. La decisión es electoral y peligrosamente prematura”. Ahora aflojar las restricciones es peligroso y prematuro. Queda claro que lo que motiva al cronista del genocida Operativo Independencia es atacar al gobierno, sea lo que sea lo que hace o deja de hacer. No sólo es contra el gobierno nacional: “El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, pasó de ser el talibán del encierro y el cierre de escuelas a ser el abanderado de la liberación total, al extremo de establecer clases los días sábados”. De reclamar airadamente por la apertura de las escuelas en los peores momentos de circulación del COVID19, a quejarse porque se abren cuando se llevan varias semanas de baja de los contagios. No es la única contradicción en la que incurre don Joaquín, que durante los meses que lleva la pandemia levantó como pocos la bandera del desprecio a los científicos. Ahora descubre que “El principal consejo de los científicos consiste en no embestir torpemente contra las medidas de cuidado y precaución que se demostraron eficientes”. Bueno, Morales Solá y toda nuestra derecha se la pasó embistiendo torpemente contra las medidas de cuidado y ahora sigue haciéndolo, contra las medidas que disminuyen los controles. Pero los repudiados de ayer hoy son puestos en otros campos. Y dice Morales, sin nada que sostenga sus dichos, que “Los científicos argentinos levantaron la guardia ayer. Discrepaban con las decisiones de Vizzotti, pero confiaban en sus números. No les sucede lo mismo con los números de Manzur. ¿Y si el Gobierno escondiera los números de contagios y muertes del coronavirus hasta después de las elecciones?”. Acostumbrado a las mentiras de sus patrones, Joaquín cree que todos son iguales. Y a riesgo de parecer aburrido de tanto reiterar sus ataques infundados, insiste con que “Los argentinos se vacunaron en gran medida con vacunas de segunda categoría, como la rusa Sputnik V y la china Sinopharm”. No se sabe dónde adquirió certificado de calificador de vacunas don Morales, lo que queda claro es su afición por propagandizar las que se fabrican en los Estados Unidos, y por eso dispara: “Entretenido con el ajedrez ideológico, el Gobierno se alejó de las tres mejores vacunas del mundo, según todas las mediciones internacionales, que son Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson”. Tal vez le parezca mejor el 4 de julio que el 9 del mismo mes. Como Aníbal es una de las fijaciones de la Tribuna de Doctrina, la Editorial del 22/09/2021 habla de “Narcotráfico: el futuro en juego”. Lo que no queda claro a esta altura es cuál es el futuro que preocupa al editorialista, que sí tiene en claro a quién atacar: “En ese siniestro contexto y frente a la desafortunada designación de Aníbal Fernández como ministro de Seguridad de la Nación, el mismo que hizo desaparecer durante años las estadísticas del crimen en el país cuando sostenía eufemísticamente que la inseguridad era solo una sensación y durante cuya anterior gestión la Argentina pasó de ser un país de tránsito de droga a producirla, la realidad indica que el Gobierno no está dispuesto a combatir este flagelo. Es harto conocido el turbio currículum del flamante viejo funcionario, plagado de fracasos en la lucha contra el narcotráfico y hasta sospechado de haberlo facilitado en gestiones con delincuentes”. Una sarta de falsedades enhebradas una a continuación de otra. Porque el modelo de seguridad que aplauden en el diario de Mitre es el de la saltimbanqui defensora del gatillo fácil y las operaciones sucias, y que venga Aníbal y descarte de movida nomás a las Taser tan elogiadas por el staff represor del macrismo no es una buena señal. Sí lo es para quienes quieren un modelo de seguridad democrática. Para el final dejamos a Jorge Ossona, que el 22/09/2021 habla de “La extensión silenciosa del republicanismo popular”. Ossona integra el Club Político, cueva de funcionarios macristas y pensadores de la derecha más ranciamente reaccionaria, y cuando mira los cambios que a su juicio la pandemia provocó en el comportamiento social, presume que “Todos estos cambios fueron captados erráticamente por el oficialismo. Así lo reflejaba una candidata ‘careta’ que apelaba al vínculo natural entre el goce erótico y ‘el peronismo’. O el proyecto de despenalización del consumo de la marihuana, que motivó el repudio de referentes y vecinos adultos atentos a la trivialización de aquello que solía ser el punto de partida de un camino de difícil retorno y desenlace casi siempre fatal”. Lo que parece errático y sin fundamentos lógicos es el discurso del columnista. Porque mezcla los dichos de la candidata bonaerense del Frente de Todos con un debate que hace ya un tiempo se viene dando en el seno de la sociedad, y que por ahora es nada más que el anuncio de un proyecto que deberá recorrer los caminos legislativos pertinentes. Sin demasiado análisis, advierte que “si bien la mayoría de los oficialismos lograron esforzados triunfos, perdieron cientos de miles de electores ‘duros’ entre abstenciones o votos opositores”. Cosa que se desprende de las cifras de los comicios. A continuación empieza a predicar: “Desde hace por lo menos un lustro, algunos pensadores han esgrimido la idea de un cambio cultural de fondo resultante de constatar el entusiasmo comprometido de ciudadanos libres en fiscalizar comicios previendo maniobras espurias del poder corrupto y autoritario: el republicanismo popular”. Sabemos la calidad de los pensadores de nuestra derecha, y ya se los ha escuchado cacarear acerca de ese supuesto republicanismo popular, rara avis que no cree en el funcionamiento democrático de ninguna de las instituciones de una república y que desprecia lo popular. Ossona vuelve a los comicios y dice que el resultado “fue un pronunciamiento dirigido no solo al Gobierno, sino a la dirigencia política en general. Aquella que algunos denominan retóricamente ‘la casta’. Un término sin duda retórico aunque elocuente de otro no menos evidente: el de una ‘clase política’ que se recluye sobre sus intereses a espaldas de una realidad social de gravedad sin precedente”. Uno podría estar de acuerdo con alguna de esas afirmaciones, pero lo malo es que tienen un tufillo a los disparates del desmelenado aullante que generan un inmediato rechazo. En resumen. La derecha sigue en lo mismo de siempre. Le alcanza para mantener a su caudal de votos. Es al gobierno, que por ahora parece más una alianza que reparte sectores de poder que una coalición encolumnada tras un programa claro, a quien le corresponde comenzar a transitar con firmeza el camino prometido en el 2019. Las cartas están echadas y hay que animarse a jugarlas.