Malos alumnos
De repente, a la Tribuna de Doctrina le da por ponerse en maestra ciruela y amonestar a lxs estudiantes que no aprenden sus lecciones. Eso sí, lo hace muy a su manera. Porque primero nos anuncia lo que van a hacer los buenos aprendices que moran en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, sede del Partido Judicial. Que son firmemente defendidos. A las pruebas me remito: el 19/06/2022 el cronista de las campañas de los genocidas Acdel Vilas y Antonio Bussi, el inefable Joaquín Morales Solá, como siempre arremete contra la reina Maléfica y cuenta que “Ella acaba de iniciar (a través de su abogada, Graciana Peñafort, también funcionaria del Senado) una fuerte campaña de descalificación contra los jueces de la Corte Suprema Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. Nada de lo que dicen es cierto. Por algo será. Rosatti y Rosenkrantz actuaron siempre de acuerdo con la ley y la Constitución. Ese es su pecado”. Empecemos por el principio, que siempre es aconsejable. Uno recuerda que el gran dormilón que desgobernó la Argentina entre 2015 y 2019 designó por decreto y en comisión dos jueces para la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Procedimiento a todas luces contrario a lo que establecen la Constitución y las normas jurídicas que rigen tales asuntos. Sin embargo, los dos abogados designados contra natura aceptaron alegremente su designación, aunque luego, y ante el vendaval de críticas que se desató contra tal despropósito, pasaron por el Senado para obtener su acuerdo.
Ni hablar de otras conductas propias de los dos mal designados, como intentar liberar a los genocidas aplicando una ley no vigente, o votarse a sí mismos para designarse como Presidente y Vice de la Corte, así luego podían fallar en una causa que llevaba nada más que dieciséis años en el tribunal, y después uno de ellos asumió, gracias a ese fallo tan meditado, para presidir el Consejo de la Magistratura, mientras el otro intervino al menos en veinticinco expedientes en los cuales quienes fueran clientes de su estudio eran parte.
Ninguna de esas minucias preocupa a don Joaquín. Ni mucho menos a los editorialistas de LA NACIÓN, empeñados en que en materia de administración de justicia las cosas sigan igual. O sea, con jueces que fallan a espaldas de la gente y en contra de los intereses nacionales, cada vez que se les presenta la ocasión. Por eso se oponen a cualquier proyecto que aumente el número de cortesanos. “Disparen contra la Corte”, dice el editorial del 20/06/2022, y se refiere al proyecto que impulsan varios gobernadores del Frente de Todos, al que descalifica diciendo que “Este intento de modificar la actual composición del más alto tribunal del país y, de esta manera, licuar su independencia, más allá de los rastreros objetivos que persigue, apunta lisa y llanamente a terminar con la división de poderes”. Nadie sabe por qué el hecho de que los gobernadores eleven una propuesta -que ni siquiera es recogida a pleno en el proyecto de ley presentado por el Ejecutivo-, atenta contra la independencia del Poder Judicial y busca terminar con la división de poderes. Pero es como siempre: lo dice LA NACIÓN y basta. Por las dudas, corren presurosos en busca del fundador: “Los jueces de la Corte se eligen por su idoneidad y se mantienen por su propio prestigio, honestidad y seriedad, sin sujeción a nada que no sea la Constitución y las leyes, verdadera garantía de su independencia. Valga aquí reiterar el conocido ejemplo del general Bartolomé Mitre quien, cuando accedió a la presidencia de la república, propuso para la Corte a ciudadanos intachables: sus enemigos políticos”. Cosa que es históricamente falsa. A don Bartolo jamás se le hubiera ocurrido elegir a sus enemigos, a los que eligió para la Corte fue a los enemigos de Rosas y de la causa federal.
Los argumentos corrieron por cuenta del constitucionalista mediático Daniel Sabsay, otro que siempre está dispuesto a opinar contra lo que tenga algún mínimo vestigio de responder a los intereses populares. El 21/06/2022 titula: “Una iniciativa que atenta contra la independencia de la Corte Suprema” y explica que “La razón de ser de este verdadero engendro reposa en motivos políticos, la búsqueda de la impunidad de la vicepresidenta, de su familia y adláteres. Se persigue diluir a los actuales miembros de la Corte y de ese modo contar con los tan ansiados ‘jueces militantes’ que el kirchnerismo busca desde la denominada ‘democratización de la Justicia’ que fuera declarada inconstitucional, luego con las propuestas de reforma judicial del denominado ‘Consejo Asesor’ o ‘Comisión Beraldi’, iniciativas que afortunadamente quedaron estancadas en la Cámara de Diputados”. De dónde saca que esto es así, vaya uno a saber. Recordemos, por las dudas, que quien se opuso a la democratización del Poder Judicial y declaró inconstitucionales las leyes que buscaban ese objetivo fue la Corte Suprema, que prefirió mantener sus prebendas incólumes. Nada de democracia por el cuarto piso. Que uno sepa, el proyecto en cuestión mantiene vigente el sistema constitucional, que solo otorga acuerdo a los candidatos que el Senado aprueba. Y este se maneja por el sistema previsto en el Decreto 222/2003, que impone la publicación de los nombres de los candidatos, su información curricular incluyendo los clientes a los que asesoró, y la posibilidad de impugnar las candidaturas que luego deben ser defendidas en audiencia pública. O sea, la posibilidad de que los jueces a los que se preste acuerdo sean “militantes” es prácticamente nula. Salvo que sea como ahora, que militan ostensiblemente para la derecha reaccionaria.
Lo que pasa es que la Corte tenía a estudio varios recursos presentados por Cristina y otros imputados en la causa conocida como “Vialidad”. LA NACIÓN y sus primos del clarinete mentiroso venían anunciando que los cortesanos, como buenos alumnos del mitrismo que son, los iban a rechazar a todos. Pues bien, como era previsible Rosatti & co fallaron conforme indicaban los pasquines hegemónicos. Ahora todo está bien: los alumnos aprendieron la lección y rindieron correctamente el examen. El 21/06/2022 Paz Rodríguez Niell anuncia que “El fallo de la Corte allana un camino peligroso para Cristina Kirchner”. Aunque todas las informaciones que se fueron publicando sobre la prueba que se producía en el juicio apuntan a que no hubo irregularidad alguna, y mucho menos evidencias que se dirijan a la Vicepresidenta, la cronista no vacila: “en los tribunales de Comodoro Py nadie duda que Luciani va a pedir una pena de prisión para ella”. Por si acaso, los cortesanos confirmaron que seguirá entendiendo la Sala IV de la Cámara Federal de Casación. O sea, los amigos del dormilón, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, de cuya parcialidad no existen motivos para dudar. Ya sabemos en qué cancha juegan. Una perlita más de la escriba: “Con lo que dijo la Corte, Beraldi [Alberto, abogado de Cristina Kirchner] va a tener que esmerarse. Los jueces del tribunal tienen el 50 por ciento de la sentencia escrita”. Uno puede imaginarse quién se las escribió.
El panorama mediático hace días que está surcado por el avión iraní-venezolano. La combinación perfecta para nuestra derecha. Muy rápido, el juez federal de Lomas de Zamora detuvo al avión, incautó los teléfonos de sus tripulantes y les prohibió salir del país. ¿Cuál es el delito que cometieron? Que se sepa, ninguno, aparte de sus nacionalidades. Es decir, se presume que si son iraníes y venezolanos, son peligrosos y algo van a hacer. Así que no esperemos a que pase algo, apliquemos el derecho penal creativo que cultivara el juez pistolero y que tiene seguidores entusiastas (como el juez que se caracteriza por darle al fana de Netflix cuanto permiso le pida para irse del país). No importa que el orden jurídico argentino no contemple la posibilidad de instruir causas penales por si acaso. Para cualquier eventualidad, tenemos la Corte, no se vayan a olvidar.
Pero volvamos a lo de los buenos y malos alumnos. El 21/06/2022 el siempre servicial Carlos Pagni nos informa que “Cristina y Alberto: ninguno de los dos aprende. Ella no recuerda su carta de 2020: ‘Sólo gobierna el Presidente’; él sigue esperando la bendición imposible”. El escriba nos informa que el último discurso de Cristina no le pertenece, el verdadero autor intelectual es Axel Kiciloff. Ocurre que, según el columnista, hace años que el gobernador de la provincia de Buenos Aires tiene anotado en su libreta negra a Martín Guzmán. Dice Pagni: “No sabemos si también Cristina Kirchner. Esta es la razón por la cual Kicillof está especialmente entusiasmado -más allá de la fascinación que le produce su jefa- en dar argumentos a la vicepresidenta para demoler la política económica de Guzmán frente a su propia audiencia”.
Corren tiempos difíciles en el Frente de Todos, es fácil advertirlo. Y hay muchos confundidos. Los que creen que no se deben exponer las diferencias de criterio que existen dentro de una alianza política en la que convergen, desde el inicio, sectores con pensamientos diferentes. Los que imaginan en cada discurso de Cristina una andanada misilística contra el Presidente, y en cada intervención de Alberto la respuesta no menos virulenta. Los que quieren que todos se miren y sonrían expresando que aquí no ha pasado nada, y se enojan cuando eso no ocurre. Los que hace tres años saludaban a la gran estratega que había dado vuelta el tablero político al excluirse de la candidatura presidencial y ofrecérsela a quien fuera uno de sus más ácidos críticos, y hoy suponen que ha perdido toda su capacidad, envuelta en una batalla por su ego. Caramba, qué juego de lealtades cambiantes.
Pagni, siempre hábil en el juego de aumentar las discordias, sostiene que “Es interesante la doble inexperiencia, la doble dificultad para aprender. Alberto Fernández no puede aprender que, aun diciendo lo que ella quiere escuchar, Cristina Kirchner no lo va a bendecir. Y una prueba es que hoy le demolió su política económica en su centro, que es la estrategia para combatir la inflación. Cristina Kirchner explicó a sus seguidores que ella tiene una estrategia diametralmente opuesta a la de Fernández y a la de Guzmán”. Hay que pegarle a Alberto, a ver si en una de esas le da la razón en todo a Cristina y en vez del programa del FMI aplica el que anunció el Frente de Todos en su campaña de 2019.
Igual, guarda otro ataque para la Vice: “Pero tampoco Cristina aprende. ¿De quién no aprende? De Cristina”. Para sostener tamaña afirmación, recuerda que en aquella carta de octubre de 2020, Cristina dijo tener claro “que el sistema de decisión en el Poder Ejecutivo hace imposible que no sea el Presidente el que tome las decisiones de Gobierno”, de modo que hoy debería recordar que “El Presidente es él y lo puso ella. Ahí está el problema”. Tal vez todos terminen por aprender y la cosa se encamine para el lado contrario al que la Tribuna de Doctrina espera. Algunos signos preocuparon a nuestros derechosos y de repente, el melenudo aullador dejó de ser la gran esperanza blanca y desde el clarinete y el pasquín de los Mitre-Saguier comenzaron a demolerlo. No sea cosa que dividiendo votos termine favoreciendo a los odiados populistas. Y que al final pase como en Colombia, que al igual que lo que ocurrió en las últimas elecciones latinoamericanas, terminó dándole el triunfo a alguien que no sólo proviene de la izquierda sino que tiene un pasado como guerrillero. Qué espanto, pensarán los herederos de don Bartolo. Y se ilusionarán con que al final, Petro sea sensato y olvide su pasado y sus promesas. Ojalá que eso no ocurra. Ojalá que sea un buen alumno de aquellos a los que alguna vez, señaló como sus maestros.