Allá por la segunda mitad de la década de 1970, Sui Generis grabó una canción que Charly García tituló “El fabricante de mentiras”. En realidad, con una letra de múltiples significados el genio del bigote bicolor se burlaba de las falsas morales que cultivan algunos sectores de nuestra sociedad. Pero acá no vamos a ocuparnos de aquellas canciones que ya forman parte de nuestro acervo cultural. No, vamos a hablar de quienes desde hace mucho vienen fabricando mentiras de todo tipo, para engañar a los desprevenidos. Que pueden ser lectores, sea de un diario en papel, o en formato digital, o ser la audiencia de canales de televisión, abierta o por cable. Los que siguen la funesta tradición iniciada por ese gran mentiroso llamado Bartolomé Mitre.

Vamos a los hechos. El 24-09-2022 una editorial de la Tribuna de Doctrina alerta sobre el proyecto que busca “Ampliar la Corte en busca de impunidad”. Acostumbrados a tener cortesanos que leen más sus artículos que los libros de los juristas o los códigos legales, y que resuelven siempre de acuerdo a los intereses del poder económico, los escribas del neomitrismo se preocupan de antemano por la posibilidad de que las cosas cambien y alguna vez, la Corte decida hacer justicia. Que aumente el número de jueces les parece malo, y que se busque la paridad de género peor: “En un tribunal colegiado donde cada juez debe revisar lo que opinan los demás solo aumentarán los atascos. No son menos disparatados otros motivos que destacan los legisladores, como el equilibrio entre hombres y mujeres”.

Caramba. Los países que LA NACIÓN suele poner de ejemplos parecen tener otras ideas.

Estados Unidos tiene una Corte Suprema de nueve miembros. Francia, una Corte de

Casación de seis salas y ciento veinte consejeros. Alemania tiene un Tribunal Federal

Constitucional de dos senados de ocho miembros cada uno. España tiene un Tribunal Constitucional de dos salas con seis magistrados cada una, divididas en dos secciones de tres magistrados. Y un Tribunal Supremo dividido en salas, con  presidente del Tribunal, cinco presidentes de sala y setenta y cuatro magistrados. La Suprema Corte del Reino Unido tiene doce ministros, el Tribunal Federal de Suiza treinta jueces y quince sustitutos y la Corte Constitucional de Bélgica doce jueces. En Japón la Corte Suprema tiene quince jueces, y en la India, la un presidente y veinticinco jueces.

Más cerca de nuestras fronteras, Brasil tiene un Tribunal Supremo de once jueces, mientras que Chile con veintiuno, Colombia con veintitrés y México con once dividen la tarea en salas.

Parece que las cuentas le fallan al editorialista de turno. De su mirada misógina y carente de perspectiva de género mejor ni hablar. Por otra parte, la nota oculta algo esencial. Si el proyecto que cuenta con media sanción del Senado fuera aprobado también en Diputados, para la designación de los once nuevos cortesanos sería necesario el voto de las dos terceras partes de la Cámara alta. O sea, deberían contar con el consenso no sólo del oficialismo sino también de la oposición. ¿Cómo se busca la impunidad de un modo tan retorcido? 

El 25-09-2022 Joaquín Morales Solá se queja de que “Cristina le prendió fuego a la Constitución”. Y se pregunta: “¿Qué democracia podría existir sin una Justicia independiente del poder político y libre de presiones y amenazas?”. Seguro que de haber un Poder Judicial independiente, la democracia sería mucho mejor. El problema es que Morales oculta que la mayoría de los ocupantes de Comodoro Py y del cuarto piso de Talcahuano 550 demuestran su dependencia del poder económico y su permeabilidad a las presiones y amenazas que LA NACIÓN y otros medios por el estilo les suelen dedicar. Vaya uno a saber en qué Constitución pensaba Morales cuando escribió su nota. Porque ignora principios básicos como la existencia del juicio político, que no le gusta porque piensa que lo debe hacer “el Congreso con mayorías inalcanzables para la seguridad de cualquier gobierno, sea cual fuere su signo político”. 

Se mete, Morales, a explicar cosas de la ciencia jurídica que se nota que no conoce. Porque dice que Cristina “confundió el delito culposo con el delito doloso. Fue cuando señaló que Fernando de la Rúahabía sido tratado mejor que ella (porque no era peronista, por supuesto) en la causa por el estado de sitio, con un saldo de cinco muertos según ese juicio, en el final apresurado de su mandato”. Pasa que efectivamente, uno puede suponer que a Fernando de la Rúa lo trataron mejor que a Cristina, a la que nadie, ni siquiera Morales, puede atribuirle muertes como las que ocurrieron entre el 19 y el 20 de diciembre de 2001.  Y en la mejor de las hipótesis, la conducta que se le reprochaba a de la Rúa podía constituir o un incumplimiento de los deberes de funcionario público o un abuso de autoridad, en los términos del artículo 248 del Código Penal, que en ambos casos implica la voluntad de cometer el ilícito. Que en términos jurídicos es lo que se denomina dolo. Podríamos seguir mostrando las falsedades de la nota pero cuando se trata de Morales se torna aburrido.

También el 25/09/2022 Fernando Laborde cree ver “La carta bajo la manga del kirchnerismo”. Y siembra la misma versión venenosa que la derecha viene sosteniendo desde el día del fallido intento de magnicidio: “Mientras la vicepresidenta intenta utilizar políticamente aquel episodio, es llamativo que, tres semanas después, una porción mayoritaria de la opinión pública siga creyendo que se trató de un montaje del kirchnerismo para victimizarla. Un dato que da cuenta del bajo nivel de credibilidad y confianza de la que goza la líder de la coalición gobernante”. Negar lo que todos vieron y decir que no pasó. Debería consultar con algún analista, para entender por qué incurre en esas negaciones y se empeña en atribuirle a otros conductas que son propios de sus jefes. Y por cierto, ¿de dónde obtiene sus datos para hablar en nombre de mayorías que nadie sabe cómo se computan? Volveremos sobre el tema. 

Hay cosas peores, como que un sujeto que confesó haber delinquido a cambio de lograr su impunidad y ser favorecido con dineros públicos para sus negocios, aparezca como un comentarista de lo que ocurre en el juicio contra Cristina. Que el 26/09/2022 Leonardo Fariña se permita opinar de tácticas y estrategias judiciales y sea la voz que aplaude a los fiscales Luciani y Mola debería ser suficiente para comprender la gran farsa montada alrededor de los contratos de Vialidad Nacional.

Otra editorial, esta vez del mismo 26/09/2022, habla sobre “El llamado al diálogo y la crisis moral“, y como suele ocurrir falsea las cosas. Porque muestra como muestras de la obstinación populista que en doce años no se haya podido designar al Defensor del Pueblo, que tampoco se haya nombrado al Procurador General ni al o la integrante de la Corte Suprema que falta, y oculta maliciosamente que todo eso pasa por culpa de los amigos de LA NACIÓN, que no solo presionaron y amenazaron a la Procuradora Gils Carbó para obligarla a renunciar sino que se negaron sistemáticamente a prestar consensos para esas designaciones que faltan. Ya lo dijimos en otra ocasión, para que haya diálogo debe haber dos partes. 

Sobre el tema del diálogo vuelve el abogado del dormilón que usaba la Rosada para ver Netflix mientras sus secuaces endeudaban generaciones. Bernardo Saravia Frías el 27/09/2022 se pregunta: “Diálogo político: ¿qué, cómo y con quién?”. Y se contesta: “La causa de la inestabilidad política no es la falta de diálogo, sino el clima de sospecha dominante, que impide el espacio para que ocurra esa búsqueda de conocimiento y palabra entre dos”. Claro que otra vez falsea las cosas y en vez de asumir la culpa de una oposición que proclama día a día que no piensa más que en impedir que el gobierno lleve adelante el programa para el que fue votado, por el método que sea, otra vez le echa la culpa justamente al gobierno.

Vamos con el último botón de muestra, de las cosas que fabrican los escribas del pasquín de los Mitre-Saguier. El  27/09/2022 una nueva editorial proclama: “¿Atentado?: demasiados interrogantes y sospechas”. A ver. Que alguien gatille dos veces un arma de fuego a escasos centímetros del rostro de la Vicepresidenta de la Nación es un atentado, sin ningún signo de pregunta posible. Los únicos interrogantes y sospechas que deben esclarecerse es quién o quiénes están detrás de los grupos de odiadores que planearon el hecho e intentaron llevarlo a cabo. Porque alguien los financió y los impulsó a llevar adelante sus criminales designios. 

Otra vez la misma insistencia: “No es difícil entender por qué alrededor de seis de cada diez personas creen que estamos ante un montaje inventado por el kirchnerismo para victimizarse, según lo atestiguan distintas encuestas de opinión pública”. Lo que no es difícil de entender es la motivación que lleva a LA NACIÓN a sembrar las dudas y a insistir en su prédica de odio. Es una tradición que mantiene desde su fundación, es algo que conserva la misma forma de actuar de su primer director, el mismo Bartolomé Mitre que dio el primer golpe de estado de la época constitucional, que después de su asalto al poder desató la persecución y represión de los pueblos del interior, cumpliendo con el mandato que su cómplice Domingo Faustino Sarmiento le escribió después de Pavón: no escatime sangre de gauchos. Y la Tribuna de Doctrina sigue fiel a ese pensamiento y a esa forma de actuar.

No voy a ser original para calificar esa editorial. Recurro a las palabras de Santiago Cafiero, alguien que no puede ser tildado de kirchnerista. En sus redes sociales escribió: “Poner en tela de juicio el atentado que sufrió @CFKArgentina es una canallada. Los argentinos y las argentinas merecen un diálogo honesto y en paz. Para eso los medios d comunicación deben ser responsables y dejar de lado los discursos de odio que solo generan más violencia”. Claro y contundente.

Mentiras sobre la Corte, sobre la Constitución, sobre el derecho penal, sobre el diálogo, sobre el atentado. Fabricantes de mentiras que disparan sus dardos envenenados amparándose en su supuesta calidad de periodistas independientes. Que no lo son. Solamente son empleados de un poder que no vacila en ningún medio para alcanzar sus objetivos. Sin ética, sin moral, sin más ley que el lucro y la ganancia a cualquier costo.  Al final, más allá de cualquier cosa, Charly tenía razón cuando escribió: “Y nunca tengas fe que sus mentiras pueden traer dolor”.

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