Casi que no dan ganas de escribir. Tanta podredumbre, tanta mentira, tanto culto a la falsedad, tanta negación de derechos, tanta basura suelta que envenena el aire que respiramos. Empresas de medios que en vez de informar desinforman. Empleados de esas empresas que han olvidado cualquier pretensión de trabajar como periodistas, y solo obedecen órdenes, con el mismo entusiasmo que los integrantes de los grupos de tareas del terrorismo de Estado ponían en obedecer las órdenes de sus jefes genocidas.

Una de las formas de obtener justicia, enseñan en las aulas de las muchas Facultades de Derecho que existen en el país, es lograr la tutela judicial o amparo que se obtiene de los jueces y tribunales frente a un hecho que viola nuestros derechos. Mejor será que lxs estudiantes vayan buscando otra definición, porque de los jueces y tribunales de la Argentina, al menos de los del fuero federal en su gran mayoría, se puede obtener cualquier cosa menos la tutela de los derechos.

Parece, incluso, que los jueces operan como el título de la nota, presuntamente de tono irónico, que el 30/10/2022 Graciela Guadalupe escribió en LA NACIÓN: “A pura traición”. Claro que esta poco graciosa Graciela usaba los títulos de una serie de inolvidables tangos para burlarse del gobierno y sus promesas. Largaba como si nada: “Ya lo decía Gardel. No hay ‘Mano a mano’ en ‘Mi noche triste’. Estamos yendo ‘Cuesta abajo’, cargados de ‘Mentiras’. ‘Yira, yira’ la amargura. En esta ‘Lejana tierra mía’, pocos quieren ‘Volver’. ‘Adiós muchachos’, a hacer ‘Silencio’ y a pedir ventura a ‘La cotorrita de la suerte’. De últimas, ‘Esta noche me emborracho’. Esto así es un ‘Cambalache’”. Lo peor del caso es que lo que escribió sirve para ilustrar la situación en que está el país, gracias a las políticas que la Tribuna de Doctrina ensalza y a los gobiernos que apoyó, todos preocupados en hundir un poco más a los argentinos en la miseria y la desazón. 

Cosas que no preocupan, el mismo 30/10/2022, a Pablo Sirvén, que se disfraza de psicoanalista para hablar de “Máximo y el trauma no resuelto de un juego infantil”, y demostrando que la derecha no abandona sus enconos ni aún muerto el depositario de los mismos, se la agarra con Néstor y recostado en el diván de sus propias obsesiones se pregunta si “¿Máximo reconoce que aprendió de su padre a romper todo y, por eso, ejerce la política pateando aquello que se le opone?”. Contesto con otra pregunta: ¿Qué trauma irresuelto lo lleva al escriba de marras a ver lo que hacen los suyos como si lo hicieran los otros? Alguna inversión -o perversión- de la realidad.   Mejor consulte a su analista, Sirvén. 

Igual sigue desparramando frases comunes en cualquier terapia, tal vez en la ilusión de que así puede hacer pasar sus obsesiones como realidades. Como siempre, el peronismo es el destinatario de sus críticas y sobre todo, el kirchnerismo: “El justicialismo en el poder siempre tuvo sus internas, pero el caso de grave disociación con el Gobierno que llevan adelante la viuda de Kirchner y su hijo, a pesar de ser parte fundante del mismo, es algo que rompe todos los moldes”. Ocurre que la grave disociación que sufren los argentinos es producto de esa derecha a la que usted rinde pleitesía, Sirvén

En esa edición del 30/10/2022 otro que ataca es el novelero Jorge Fernández Díaz, con sus títulos de folletín barato y su barniz de cultura berreta que lo impulsa a citar libros, películas o cualquier otro producto cultural que le permitan extraer ideas, ya que las propias parecen de muy corto vuelo, para cumplir con la tarea que sus patrones le encomiendan. Habla entonces de “El kirchnerismo y su conspiración de silencio”, en referencia a una obra clásica de John Sturgess. Nos explica: “Comprenderán que me resuene esta película de mi infancia al pensar en la corrupción kirchnerista, que no acaba sino que comienza en la causa Vialidad y que tiene, se pruebe judicialmente o no, dimensiones océanicas y nunca vistas en la historia argentina”. Caramba, parece que ni siquiera confía en la sentencia que una y otra vez el diario que lo emplea y la constelación de medios derechistas de similar ralea por los que suele pulular le han dictado a los jueces. Ya no importa si hay condena o no para Cristina. Lo dice el Fernández de LA NACIÓN.

Por si acaso, refuerza la idea. El kirchnerismo cometió, a su juicio, toda clase de atropellos, aunque “otra cosa es que los tribunales puedan penalizar a los distintos responsables de ese latrocinio”. Vamos, Fernández, cualquier folletinero sabe que tanta mentira como la desparramada en las miles de denuncias inventadas contra el kirchnerismo tiene las patas muy cortitas. Y la verdad tarde o temprano sale a flote, cuando la historia decide contar lo que realmente sucedió.

Claro que no está solo, el novelero. Siempre el 30/10/2022, aparece el inefable Joaquín Morales Solá, el mismo que cuando era Jefe de Redacción del clarinete mentiroso le prohibía a sus cronistas opinar sobre lo que presenciaba en las audiencias del Juicio a las Juntas, del que tanto se habla en estos días gracias a una película. Morales se siente “En un país donde ya nada es importante”. Se regodea, contando que “La derrota del cristinismo en su intento de imponerles un impuesto a los jueces, cuyos salarios están protegidos por la Constitución, fue memorable. Creía que estaba cerca de la victoria, y terminó muy lejos de ella. Nadie notó una gestión sutil y determinante para resguardar el salario de los magistrados. Fue la que realizó la Corte Suprema. Los jueces Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, el trípode sobre el que se asienta ahora el poder del máximo tribunal, hablaron personalmente con varios diputados nacionales para convencerlos de que dejaran caer ese artículo incorporado al presupuesto por un oficialismo que lo hizo caminando en la oscuridad y en puntas de pie, como un salteador nocturno”. Perdón por la larga cita, pero es que pocas veces con tanta crudeza la derecha se jacta de cómo los cortesanos hacen lo que tienen prohibido hacer y se meten de lleno en la política, con el único y declarado objeto de proteger sus intereses y seguir sintiéndose por encima del común de la gente.

Nada le importa a Morales, incansable en su afán de encubrir a los autores e inspiradores del intento de asesinato de Cristina. Con la misma pluma con la que tantas veces desinforma dice que “el cristinismo concretó una operación judicial, armada a todas luces, para culpar a sus opositores del atentado fallido contra la vicepresidenta. Lo señalaron al diputado de Juntos por el Cambio Gerardo Milman, que milita cerca de Patricia Bullrich, por una reunión en un café, cuya conversación alguien escuchó a increíbles cinco metros y denunció mucho tiempo después”. Falso. No se trata de una operación judicial, ni se denunció tiempo después. El mismo día que se produjo la conversación, quien la escuchó la comentó con otros y poco tardó en llevarla a tribunales. Que los jueces hayan tardado en llamarlo a nadie sorprende, la celeridad  y las ganas de profundizar la investigación no son virtudes que caractericen a los moradores de Comodoro Pro. Y además, ¿cómo es esto? ¿una conversación a cinco metros parece poco seria como fuente de una denuncia? Recuerde, Morales. Con una conversación supuestamente escuchada de espaldas, sostenida por gente que el escucha -que solo casualmente era militar- no conocía, lo condenaron a Amado Boudou. Aunque todos sabemos que Amado fue condenado como castigo por habernos salvado de las AFJP.

Morales sigue con la operación barrido bajo la alfombra y dice que “El problema es que la Justicia y las fuerzas policiales que investigan ese hecho potencialmente trágico no encuentran, cuando buscan a los culpables, nada más que a un grupo de lúmpenes sociales, de marginales políticos sin conexión con nada ni con nadie”. ¿Un grupo de lúmpenes que reciben pagos millonarios que no pueden justificar? ¿Y que desde hace tiempo vienen militando violentamente contra todo lo que huela a peronismo o kirchnerismo, protagonizando agresiones de distinto calibre que generalmente fueron presenciadas -valga el eufemismo- justo por don Gerardo Milman, el mismo que charlaba en el bar cercano al Congreso? Grupo de lúmpenes, por otra parte, que se fotografiaron una y mil veces con jerarcas de la derecha y en especial con una de ellas: la saltimbanqui.

Mentira sobre mentira, sigue Morales “Solo en ese país desopilante puede aparecer un empresario descalificando la causa de los cuadernos solo porque una pericia caligráfica señaló que hubo algunos, pocos, cambios de tinta y de caligrafía. Esos cuadernos, escritos por el chofer Oscar Centeno, se llenaron a lo largo de diez años”. Lo escribe justo cuando un perito, comisario de profesión, acaba de decir que al menos uno de los cuadernos fue escrito de corrido y al dictado en una sola jornada. Y otra pericia destaca miles y miles de tachaduras, correcciones y escrituras superpuestas. Poco serio, el trabajo de Diego Cabot y el ex agente de la inteligencia militar Centeno. 

Igual, vale decir que pasan cosas lindas en la familia cambiemita. El 01/11/2022 nos enteramos que “La próxima te rompo la cara: el tenso reproche de Patricia Bullrich a Felipe Miguel, el jefe de gabinete de Rodríguez Larreta”. Vaya modales, lo de la saltimbanqui que no cesa de candidatearse. Tanto revuelo causó que el pasquín de los Mitre-Saguier se vio obligado a informar que “La pelea interna en Juntos por el Cambio (JXC) no tiene visos de aflojar. Apareció ahora un video de un tenso reproche que le hizo Patricia Bullrich a Felipe Miguel, jefe de gabinete de la Ciudad de Buenos Aires: No me crucés más por la tele porque la próxima te rompo la cara, conmigo no se jode, te lo aviso”. Clarito.

Viene después la respuesta del amenazado: “Es bastante chocante, es un disparate. Me sorprendió. Una amenaza. La violencianunca es aceptable y además, si es por opinar diferente,creo que se cruza un límite y en esto hay que ser cuidadosos.Tampoco quiero generar de esto una bola de nieve. Me parece que esto cruza un límite, la violencia es inaceptable”. Dicho por Miguel en Radio Mitre. Don Bartolo, omnipresente.   

Lo que contestó la saltimbanqui es digno de figurar en alguna antología: “Fue una expresión argentina. Soy una dirigente que no acepta la hipocresía”. Juro que son palabras de ella y que no las inventé. Y que hablaba de sí misma, no de nadie más. Por hoy basta. Porque la alegría del triunfo electoral de Lula da Silva se ve empañada por los miles de brasileños que se agolpan en las puertas de los cuarteles pidiendo un golpe militar que impida su asunción, y nadie puede asegurar qué traerá el futuro. Y porque volvemos al principio. Nada de tutela judicial ni de resoluciones que aunque lejanamente parezcan dar algo de justicia. No. Tres jueces, dos que ya se sabe están donde no deben estar (Bruglia y Bertuzzi) y el otro que juega de arquero en el equipo del fiscal Luciani, en la quinta del peor presidente electo desde la vuelta de la democracia, soltaron a los integrantes de esa célula violenta financiada por el fideicomiso nunca inscripto de la familia Caputo. Resolución aplaudida por una editorial de LA NACIÓN: 02/11/2022, “Prisiones preventivas sin fundamento”.  Y un fiscal que está donde no debería estar le pide a la Corte que ordene llevar adelante el juicio por la venta de dólares futuros, ese hecho que todos saben que no constituye delito alguno. De qué justicia hablan, de qué instituciones, de qué república. Al final, Discépolo tenía razón: herida por un sable sin remache, ves llorar la biblia junto a un calefón. El Cambalache de la eterna injusticia.

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