La carrera (primera parte)
Como si fuera una prueba de fórmula uno, estamos al borde de las clasificatorias que
limpiarán el escenario para que solo queden los que van a correr la carrera de fondo (por lo
menos, la primera de las que se supone que van a disputarse de aquí a noviembre). Y como
uno no es de los pilotos que se juegan por conseguir la posición de privilegio, la verdad es
que está cansado antes de que empiecen a correr. Cansado de tanta cretinada, de tanto
tipo/a que hablan por hablar, o porque algunos medios amigos les prestan el micrófono para
que desparramen odio y violencia y anuncien el apocalipsis.
Cuántas imbecilidades estamos obligados a escuchar… Candidatxs que haciendo gala de la
más supina ignorancia opinan de cualquier cosa y la ofrecen como si fuera el remedio para
todos los males. Ahí va la saltimbanqui con su cámara, dispuesta a filmar el interior del
Banco Central, donde hasta el más desprevenido sabe que no se guardan más que registros.
No conforme con eso, anuncia primero que tiene los dólares para escapar del cepo pero que
no puede decir quién se los va a dar. Igual el secreto le dura poco y al rato se arroja -vaya
novedad- a los brazos del FMI y le reclama un nuevo blindaje. Igual que en el 2001 y con el
mismo final previsible: el país incendiándose mientras los responsables escapan en un
helicóptero.
Las propuestas de la candidata del todo o nada se pueden sintetizar en unos pocos puntos:
eliminar el cepo, las convenciones colectivas de trabajo, las indemnizaciones, los planes
sociales, la protesta. Eliminar, bah, que parece que es lo que más la atrae. Y establecer una
economía bimonetaria. Por lo menos no se atrevió a hablar de convertibilidad, aunque lo
que dice se le parece peligrosamente mucho. Para tamaña tarea de eliminaciones, ella se
siente con la fuerza necesaria (mensaje para su contrincante en el mismo espacio…).
No vayan ustedes a creer que el alcalde inmobiliario tiene propuestas muy diferentes. Lo
que pasa es que con un poder de síntesis del que su parlanchina oponente carece, dice que
nos va a llevar a la Argentina de antes del ’45. O sea, cuando todos los derechos que su
¿contrincante? piensa eliminar no existían. Eso sí, para que sus propuestas de diálogo y de
no usar la violencia no lo hagan ver como un debilucho, vocifera que va a terminar con el
kirchnerismo. ¿Y el diálogo, y la no violencia? Nada, para esos fines tiene a su candidato a
vice, que ya probó en Jujuy qué entiende por diálogo y no violencia.
Si se les ocurre cambiar de canal por ahí se encuentran con el gorila aullador, al que algún
vivillo le hizo creer que es un león y lo largó al ruedo para después abandonarlo. ¡Periodistas
ensobrados! grita el desquiciado, olvidando que si construyó algo parecido a una carrera
política fue gracias a esos periodistas que seguramente cuando lo inflaron también estaban
ensobrados (y por los mismos ensobradores). Flanqueado por la defensora de genocidas,
encuentra eco en su candidato a alcalde capitalino que amenaza meter presos a los líderes
piqueteros, cosa que incluso si los porteños decidieran empeorar su gusto por candidatos
de la derecha y lo eligieran no podría hacer. Salvo que ya haya conseguido ensobrar a algún
magistrado dispuesto a cualquier cosa.
Como dato curioso, el tipo que se queja de que otros (el estado, generalmente) le meten la
mano en el bolsillo no tiene ningún prurito en meter él sus manos en los bolsillos de músicos
que de todas las maneras posibles le prohibieron que use sus temas. Ojo, que se le puede
venir el estallido…
Pero vamos al que hasta ahora era el dueño del circo. En conversaciones con Joaquín
Morales Solá -con quién otro podría ser!!- Mauricio Macri, sin ponerse colorado, largó como
si nada que “Los argentinos van a volver a confiar y también el mundo después de que los
argentinos confíen. Y aparte el Fondo, que propició este cepo asesino y todo este desastre,
va a tener que también, si el programa que presentamos es lo suficientemente serio, ya que
ya está acá, a decir: ‘Bueno, avalo esto’. Eso también nos va a ser una ayuda enorme frente
a lo que viene” (TN, 07/08/2023). A ver si se entiende: el tipo que trajo de vuelta al FMI, el
que nos endeudó por varias generaciones, el que propició la fuga de capitales más
gigantesca de la historia, ahora le echa la culpa al Fondo. Decirle que tiene cara de granito
es poco. Mejor lo que le respondió Cristina: “¿En serio? ¡Me estás jodiendo! ¿Cómo que el
Fondo ya está acá? Si lo trajiste vos, papi… Hacete cargo de algo alguna vez en tu vida. ¡Por
Dios!”.
Bastante dilcil que el sujeto en cuestión se haga cargo de algo. Ni él ni sus dos secuaces que
se disputan su herencia. Siempre la culpa es de otro. Y el otro -vaya casualidad- es el mismo
para cualquiera de los tres: el odiado populismo. Todos coinciden en esa vocación por
destruir al kirchnerismo y en pedir la vuelta al preperonismo. Aunque tanto el alcalde como
la saltimbanqui alguna vez se definieron como peronistas.
Las principales plumas del pasquín de los Mitre-Saguier apuntan, como siempre, contra el
kirchnerismo. Morales Solá habló, el 06/08/2023, de “La desesperación final del
kirchnerismo”. Más de lo mismo, acusa a Sergio Massa de andar pidiendo limosna (claro
que no dice que es para pagar la deuda imposible que contrajo su amigo Mauricio) y a
Cristina de estar sólo preocupada por su situación judicial (a propósito, ni una palabra de la
Tribuna de Doctrina sobre las pericias que demostraron lo que se sabe hace rato: que los
cuadernos que basaron la causa más promocionada de las armadas por la mesa judicial que
comandaba Pepín el prófugo eran un gran invento sin nada de realidad).
Carlos Pagni tituló el 08/08/2023 “Una sociedad enigmática rumbo a las elecciones”, aunque
el enigma no aparezca en su nota que repite -aburren, muchachos- la sentencia contra
Massa, culpable de haberse entregado al malvado kirchnerismo, y que hurga en las disputas
internas del peronismo para ver qué se le puede endilgar a la Cámpora y su reina. Del
encarnizamiento con que se enfrentan la saltimbanqui y el alcalde, poco y nada.
A ver. Es cierto que este gobierno está cerrando su balance con muchas deudas en su haber.
Como también es cierto que le tocaron desgracias varias (pandemia, guerra en Ucrania,
sequía) y que no logró encontrar un freno a la inflación. Provocada por el endeudamiento
imposible que legó el macrismo. En ese contexto, parece dilcil pedirle a los sectores que
más sufren la crisis que sigan confiando. Pero sin embargo, habría que explicar las cosas sin
pelos en la lengua, y a lo mejor nos entendemos mejor.
De un lado están los que piensan que la Argentina es un país de fracasados. Los que quieren
terminar con la salud y la educación pública. Los que te prometen palos y represión, para el
inevitable día en que tengas que salir a protestar si es que vuelven al gobierno. Los que te
quieren sacar los derechos que empezaste a disfrutar, merecidamente, cuando el primer
peronismo te los reconoció. Que no fueron regalos, sino que es algo tuyo y que estos tipos,
que viven despreciándote y discriminándote, te lo quieren robar. Estos tipos que se subieron
a los aviones de la Marina, en 1955 para bombardear la Plaza de Mayo, y entre 1976 y 1983
para arrojar a tus madres y tus compañeros al mar. Estos que te endeudaron por años y más
años, para llevarse la plata que el Fondo les regaló a los paraísos fiscales donde nadie los
investiga.
Si no te gustan los candidatos del lado popular, o no te terminan de convencer, mírate al
espejo. Escuchá al alcalde gritando que va a terminar con el kirchnerismo y a volver a la
Argentina del 45, a la saltimbanqui prometiendo balas y recortes por igual, al gorila aullante
enarbolando la motosierra y prometiendo demoliciones por doquier. Todos ellos van por
vos. Ya lo hicieron y no tienen ningún deseo mayor que volver a hacerlo, con más empeño
y más violencia todavía. Miralos y votá en defensa propia. Aunque esta sea la prueba
clasificatoria y no la carrera definitiva. Andá al cuarto oscuro y cerrales el paso, ganales el
primer puesto. Que no nos vuelva a pasar. Está en tus manos.